Somoruz parte I

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Tan pronto John cerró los ojos, se encontró a sí mismo recostado en el suelo de un recibidor con alfombra roja, él conocía esa alfombra, confundido se levantó y observó sus detalles dorados, su cuerpo comenzó a temblar completamente, miró a su alrededor, los candelabros alumbraban el recibidor, varias pinturas adornaban las paredes, pero la mirada de John se detuvo en una sola imagen, aquella enorme centrada en el fondo del lugar, justo al final de unas escaleras doradas que al llegar a la pared se dividían en dos para dar acceso a las dos alas de aquel lugar, era el Palacio Rider, tan detallado como si fuera real, John quedó pasmado ante aquel lugar que creía olvidado y aún más ante la pintura de su familia, una pintura que si mal no recordaba, había llegado al Palacio unas semanas antes de la Noche de la Sangre del Lobo, muy similar a la fotografía de su cuaderno pero ahora con niños más grandes, Rick de seis años, Jim de cinco, John de cuatro y Tony de tres.

— Johny, hermano, ¿Qué haces ahí? Ven acá, te estás perdiendo la fiesta 
John se giró violentamente a la izquierda para encontrarse con James en un traje de gala azul; justo a lado de Jim había un espejo, el cual no recordaba si estaba ahí en la versión real, pero se vio reflejado en un elegante traje púrpura con toques dorados, sonrió al sorprenderse de que su memoria recordara que ese era su color como Tercer Príncipe, y al ver su cabello rubio nuevamente y su rostro imperfecto sin ser ocultado, se dejó llevar por la visión y caminó hacia Jim quien le invitó a pasar la puerta que él había abierto. 
Al entrar John se encontró con varias personas, conocidas y desconocidas, varios recuerdos fugaces hicieron un torbellino en su mente, ahí estaban todos, Tony en su traje ámbar que resaltaba su rojizo cabello rebelde, Rick, el heredero en su traje militar borgoña, los dos se acercaron a él y a Jim. 
Por fin, los cuatro juntos.
— ¿Qué estabas haciendo allá afuera? —preguntó Rick, John no podía dejar de verlo, lucía tan real, «es igual a Padre» pensó, sus ojos, su sonrisa.
— Sí Johny, mamá y papá estarían muy tristes si no nos acompañaras —las palabras de Tony sorprendieron a John.
— ¿Cómo? —preguntó el rubio, pero antes de que alguien dijera algo más, otra voz les interrumpió.
— Niños, recuerden convivir con los invitados, no sean maleducados —una voz gruesa golpeó el pecho de John, buscó a aquella voz hasta encontrarse con un hombre idéntico a Richard pero más alto y maduro en un traje negro con una banda dorada y una capa también color oro.
— ¿P-Padre? —tartamudeó el rubio, Trek sonrió divertido.
— ¿Quién más podría ser, Jojo? —preguntó Trek resonando el sobrenombre con el que tiernamente llamaba a John cuando era pequeño, John no lo pensó dos veces y corrió a abrazar a Trek, se escondió entre su pecho esperando sentir la calidez de su Padre y oler el aroma de su ropa.
— Amo ver a mis hombres juntos —dijo una voz ronca pero melodiosa, casi celestial, una voz que estremeció a John hasta los huesos, pudo sentir que perdía todas sus fuerzas y el cómo sus piernas se volvían débiles, su corazón volvía a latir pero únicamente para doler dentro de su pecho, soltó a su Padre y reunió sus pocas fuerzas para mirar a aquella figura, una mujer de larga y rubia cabellera de piel blanca como el mármol con una salpicadura de pecas color caramelo sobre su rostro, sus redondos ojos azules como el mar brillaban bajo la luz del salón mientras vestía un largo vestido blanco con la distintiva banda dorada que la consagraba como Reina del Inframundo.
— Ma-mamá —apenas si pudo llamarla, Annie extendió sus brazos hacia John quien como hipnotizado la abrazó con fuerza.
— Oh cariño —Annie rió.
— Mamá, yo… —comenzó John, no sabía exactamente lo que quería decir, solo sabía que si este era un sueño, no quería despertar, pero pronto recordaría el por qué no dormía.
— Oh cariño, ¿por qué lo hiciste? —John no comprendió la pregunta, la miró confundido, Annie seguía sonriendo.
— Sí Jojo, ¿por qué? —la voz de Trek resonó a su espalda, John se giró para ver a su padre con gesto recriminatorio.
— Sólo un monstruo haría lo que tú has hecho —dijo Tony, John frunció el ceño.
— Eres un monstruo Jonathan —Annie dijo con desprecio, asustado John se giró a su Madre solo para encontrarla con una herida sangrante en el pecho, la sangre negra brotaba de la herida y de su boca mientras lo miraba con odio, alterado se giró al resto de su familia, Trek también tenía heridas de puñaladas en el cuerpo, al igual que sus hermanos, de repente todos cayeron y a su alrededor todos los invitados habían sido masacrados.
— ¿Qué está pasando? ¿Quién hizo esto? —preguntó John.
— Sabes perfectamente quién, nadie más sería capaz —una voz familiar le respondió desde algún punto del salón, con el rabillo del ojo podía ver una silueta oscura caminando como animal rastrero por las paredes, no alcanzaba a ver quién era, hasta que el individuo cayó de pie desde el techo frente a John, la repentina oscuridad no le permitió identificar a aquel intruso hasta que el ser se acercó a John y fue iluminado tenuemente por una de las pocas lámparas encendidas en un tono carmesí, John quedó paralizado al ver la amplia y aterradora sonrisa del ser, era él mismo, en su traje de General, sosteniendo firmemente su espada, su cabello y su traje estaba lleno de sangre negra y roja, sus ojos no eran azules, eran tan rojos como la sangre, las venas alrededor de sus ojos eran negras y notorias, y sus dientes completos eran ahora colmillos aún más afilados, .
— Tú lo hiciste, porque es lo único que sabes hacer, no sirves para nada más — dijo el John bestia, John negó fieramente con la cabeza.
— No, eso no es cierto, puedo hacer más, todo lo que hago es para salvarlos —dijo el ojiazul.
— ¿Entonces porque los mataste a todos? — preguntó con burla John bestia.
— ¡No! Yo no… —comenzó John antes de notar que sostenía la BloodOffspring ensangrentada en sus manos así como su traje púrpura arruinado por el líquido espeso y fresco, rojo y negro.
— Acepta lo que eres, míralos, todos están muertos gracias a tí, y solo hay una forma de detenerlo… tú sabes cuál— insinuó John bestia señalando BloodOffspring. 
John miró su espada y nuevamente sintió como el oxígeno entraba a sus pulmones, como hacía años no lo hacía, ambos John’s vieron un balcón al final del salón, al final de un camino de cuerpos mutilados, el ojiazul caminó hacia el balcón seguido por un sonriente John bestia, John se paró en el borde del balcón y pusó el filo de la espada curva sobre su pecho.
— Hazlo —incitó en un murmullo John bestia.
Un silencio mortal inundó a John, mirando hacia el vacío, donde no había nada, ni un futuro ni esperanzas. 

Y como si estuviesen conectados, al mismo tiempo Chrys también soñaba. 

Verso de Guerra [Poema de Creación y Destrucción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora