Fue en una fiesta, de esas glamurosas organizadas por Olivia, tantos elegantes invitados, familias enteras, todo tan aburrido, o eso pensaba un pequeño Guilt Van Durguen, incómodo en su traje con pantalón, en la Montaña Púrpura nunca usaba esa clase de trajes, esta era la primera vez, su madre por fin había aceptado la invitación a una de las fiestas de la Tía Olivia, y ahora ahí estaban su madre y su padre comportándose como la Realeza saludando a su igual de elegante Tía Olivia y a su enorme y sonriente Tío Zore, era la primera vez que veía tan cerca al Rey del Inframundo, de lejos era más intimidante, largo cabello castaño ondulado hasta los hombros peinado en una delicada coleta, pero este hombre que estaba a tan solo un metro de él era extremadamente bello, parecía cansado pero amable, sonreía con delicadeza, probablemente lo miró con mucha intensidad pues en un momento los redondos ojos guindas de Zore se posaron sobre el pequeño curioso.
Zore se inclinó hacia él.
—¿Cómo te llamas?— preguntó el Rey, Guilt no pudo evitar pensar que ese hombre era el pináculo de la masculinidad en el mundo, tal vez cuando creciera sería tan increíble como él.
—Guilt— respondió el niño de tan solo 10 años, Zore sonrió.
—Guilt, los adultos son muy aburridos ¿cierto?— Zore guiño un ojo, Guilt sonrió y levemente asintió, de inmediato Zore se levantó nuevamente y miró a su alrededor, hizo una seña a una persona a la distancia para que se acercara, en cuestión de segundos un niño con mirada amenazante se acercó, parecía más joven que Guilt pero sus ojos eran los de un adulto, parecía tener mucha experiencia detrás de esa corta edad, su cabello era negro como el de Guilt, sus ojos igualmente negros y un pequeño lunar sobre el mentón.
—Argor, él es Guilt, es tu primo, sé amable y muestrale el área de juegos— ordenó Zore aún con su hermosa sonrisa y amable voz, Argor miró a su padre y luego a Guilt, con un gesto de fastidio suspiró.
—Vamos— dijo aquel niño con voz seca, vacilante Guilt lo siguió.
Los niños desaparecieron de la multitud, en silencio Argor guió a Guilt hacia un estudio lleno de libros, un ajedrez y lienzos con una variedad de pinturas bien ordenadas, Guilt no pudo evitar arquear una ceja, eso no parecía para nada un salón de juegos.
—Haz lo que quieras, tengo que irme— dijo Argor.
—Creí que la idea era divertirnos, tú y yo— dijo Guilt aún tratando de ser amigable, Argor se giró irradiando un aura oscura, Guilt sintió el temor que la misma tía Olivia o su propia madre le generaban.
—Ignoraré esa ofensa considerando que tienes cara de no haber salido a la civilización antes en tu vida, pero la próxima vez no olvides que soy Su Alteza— dijo el niño ante un congelado Guilt, no estaba errado, Guilt no había salido de la Montaña Púrpura nunca en sus escasos 10 años, y ahora estaba parado ahí, en el cuarto de aburrimiento con un niño más aterrador que nada.
—Ahora, disfruta por favor de esta habitación, tengo que irme— concluyó Argor, Guilt lo vió marcharse, pero si algo caracterizaba a Guilt era su osadía y curiosidad, por nada en el mundo se quedaría en ese cuarto del horror, esperó unos segundos y después como animal al acecho siguió a Argor, al cabo de unos pasillos, Guilt notó algo sospechoso en el camino del pequeño Príncipe, lo siguió hasta una puerta al fondo de un pasillo con poca iluminación, claramente era un ala del palacio que no era muy popular, Argor abrió la puerta lentamente y otro niño salió de esa habitación, era un niño con rasgos idénticos a Argor, pero su piel era un poco más morena y su revuelto cabello era castaño, sus ojos eran guindas, parecía algo triste y descuidado, no tenía el porte imponente de Argor, a este niño parecía no importarle lo intimidante de Argor y lo envolvió en un efusivo abrazo, Guilt olvidó permanecer escondido tanto que el niño de ojos guindas alcanzó a verlo con mirada brillante y curiosa, Argor se giró y lo miró amenazante, era evidente que Guilt no debía estar ahí, pero por un momento olvidó su temor y se acercó.
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Verso de Guerra [Poema de Creación y Destrucción]
FantasíaEn el Inframundo una guerra se ha desatado, cuatro hermanos pueden detenerla, solo siguiendo un camino de sangre, traición y hermandad. Del Poema de la Creación y Destrucción