— ¡Cargamento a la vista! —los chicos volvieron su mirada al mar, entre la neblina se podía ver un gran barco acercándose, John observó sus alrededores con sus redondos ojos azules brillando en la oscuridad buscando algún peligro.
El barco llegó al muelle en alrededor de 20 minutos, 20 minutos de tensión que los hicieron sentir eternos, aún cuando el barco arribó el ambiente estaba tranquilo, no había señal de Rebeldes, la tripulación del barco estaba conformada por tan solo un puñado de marineros fuertes y despreocupados de diversas especies, demostrando que en los mares, las leyes terrenales no tenían valor, la tripulación entera junto con algunos soldados comenzaron a acomodar los barriles de peligroso contenido en las carretas bajo la supervisión de Reign.
John, Red y Tony se acercaron a la entrada el barco para recibir al Capitán quien fue el último en salir, un estilizado hombre alto y delgado, vestido como pirata, bajó la rampa por donde rodaban los barriles de pólvora con una amplia sonrisa en rostro ante la mirada fastidiada de John y Red, era un hombre joven con tal vez uno o dos años más grande que Red, John se estaba preparando mentalmente para lidiar con esa persona, y Red tan solo maldecía en su interior pues no esperaba volver a ver ese ondulado y abundante cabellera roja ni esos ojos bicolor azul y magenta.
— Hermosa noche, ¡cuánto tiempo mi General! —exclamó el Pirata con voz melodiosa.
— Fellington —saludó John, el Pirata no esperó siquiera la respuesta de John sin antes acercarse a Red que estaba a unos pasos del General observándolo con mirada asesina.
— Más no existe noche que se compare con su belleza, Su Majestad —el chico hizo una reverencia cambiando su divertida sonrisa por una más seductora, ante la mirada interrogante de Tony a espaldas de Red.
— Friedrich, eso no es necesario —expresó el Príncipe, Fred se levantó aún sonriendo y dirigió su mirada curiosa al tercer individuo que lo miraba con redondos ojos ámbar llenos de preguntas.
— Lindo cabello, hermano rojo —notó Fred hacia Tony la evidente similitud entre ambos, quien solo sonrió rápidamente con incomodidad.
— Basta de charlas Fellington este es un lugar peligroso tenemos que alejarnos — dijo John al ver que los últimos barriles ya habían sido cargados a la carreta, los cuatro giraron decididos a marcharse pero John se detuvo en seco.
— Ya vienen —murmuró inmediatamente desenvainando su espada curva.Reign lo miró con el rabillo del ojo, y dio la señal a la Armada para que se preparasen y aseguraran las carretas.
En un par de minutos los gritos de guerra se escucharon, los Rebeldes aparecieron de entre los árboles, flechas cayeron del cielo, John protegió a Tony, Red y a Fred entre la multitud, los soldados diestros cortaron varias cabezas que salpicaban sangre negra y roja alrededor, pero varios Rebeldes más arrancaban las extremidades de sus soldados, varios lobos se convirtieron en el campo de batalla dando oportunidad a otros más escurridizos a asaltar las carretas.
Algunos Rebeldes notaron la presencia del Príncipe y se acercaron para llevarse el premio mayor, pero pocos de ellos podían contra la BloodOffspring, entre la oscuridad y el número de enemigos, lograron que el grupo se separara lo suficiente para atacar, John quedó junto a Fred quien sabía defenderse bien con su esgrima, pero habían perdido a Red y Tony entre la multitud, Tony no sabía hacia dónde atacar, o cómo, quería proteger a Red pero no sabía manejar muy bien la espada y no deseaba lastimar a nadie.
Red pudo notar la inseguridad de su compañero, como su superior pudo haberle exigido atacar o bien en ese momento relevarlo de su cargo por incompetencia, mas no fue así, Red tan solo pudo enamorarse más de él, a pesar de su estatura y su fuerza, Tony era un ángel, sin intenciones de recurrir a la sangre, Red sonrió ante su descubrimiento y el aroma a adelfa comenzó a ser más notorio, el Príncipe ató bien el nudo del listón en su cabello y desenvainó su espada, sin dudarlo cortó la mano del lobo que se había abalanzado al rostro de Tony quien quedó perplejo con la cara salpicada de roja sangre, miró a su lado y se encontró con un espadachín impecable, elegante, sonriente con brillantes y alargados ojos púrpuras, lo apreció casi en cámara lenta, antes de que el espadachín se moviera con la fluidez de un río y la gracia de una flor, Red danzaba alrededor de Tony enfrentando con su espada a varios guerreros rebeldes, conforme la danza más duraba, el aroma a esa flor en particular se volvía más penetrante.
Dos vampiros se lanzaron contra ellos, Red cortó los tobillos de uno y se giró rápidamente para enfrentarse al inminente ataque del segundo quien saltó por los aires sin poder detenerse al momento que Red giró y alzó su brazo, el primer vampiro trató de incorporarse pero la larga cabellera de Red sirvió como látigo y haciendo el mismo sonido al cortar el aire golpeó el rostro del primer vampiro haciéndolo caer nuevamente al mismo tiempo que cortó con su espada la cabeza del segundo vampiro mientras caía del cielo, sin perder el ritmo de su mortal danza giró nuevamente y con precisión bajó su espada para cortar la cabeza del primer vampiro que aún estaba en el suelo.
El licántropo, que aún se recuperaba de su mano cercenada, se levantó fúrico rugiendo hacia los chicos, Tony apenas podía moverse y tan solo pudo ver el metal reluciente asomarse desde su costado directo al pecho de la bestia que ahogó un último rugido antes de caer frente a ellos, nuevamente Tony se encontró con la mirada púrpura y le sonrió, era hermoso y mortalmente fuerte, le apenaba no poder compararse con él, el resto lo vivió como una película lenta.
Detrás de Red apareció un espectro, indetectable, mortífero, justo en posición, a milisegundos de herir a Red o peor, en ese momento Tony no pensó, olvidó por un momento sus dudas sobre esa batalla, el lugar al que pertenecía, quién decía ser, quién mostraba ser, un ardor incontrolable invadió su cuerpo, como si se estuviera quemando por dentro, pudo sentir que su cuerpo se movía más rápido, Red se fijó en él con ojos sorprendidos cuando Tony lo apartó del camino y estiró una mano al espectro alcanzando el rostro, de inmediato, ardientes flamas rojas envolvieron el rostro del espectro junto con un grito de dolor, el fuego se esparció rápidamente calcinando al hombre por completo, en seguida, volvió a percibir la realidad de forma regular, aterrado observó los huesos chamuscados en el suelo y miró su mano, no había señales de que hubiera estallado en llamas.
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Verso de Guerra [Poema de Creación y Destrucción]
FantasíaEn el Inframundo una guerra se ha desatado, cuatro hermanos pueden detenerla, solo siguiendo un camino de sangre, traición y hermandad. Del Poema de la Creación y Destrucción