El par de chicos se miraron unos segundos, estaba a punto de abrir la puerta para correr y reportar al desnudo rubio intruso en su habitación, pero al notar sus intenciones el chico habló.
—¡No, Christina no abras la puerta…!— John habló aterrado, Chrys pudo reconocer la voz ronca del intruso, era la misma voz que tiempo atrás la había amenazado con una navaja al mismo tiempo que salvaba su vida, la misma voz que solo le hablaba para responder con un «Sí, fue un día pesado», se volvió hacia él confundida, aún con la mano sobre el seguro de la puerta.
—... Soy yo... John, no grites— el chico habló con cuidado.
—¿John?— Chrys soltó la puerta girándose completamente al rubio, lo miró de pies a cabeza, ya no estaba segura de qué le sorprendía más, si la nueva apariencia del chico o su muy evidente desnudez.
—Sí, sé que es extraño, estás confundida, muy asustada pero déjame explicarte— John comenzó a caminar hacia la chica.
—Pantalones— logró articular, John se detuvo a la mitad de la habitación.
—...Mierda— dijo al darse cuenta de que paseaba frente a Chrys por primera vez en todo su esplendor, se giró en busca de su pantalón para dormir, en ese momento Chrys lo vio, y un escalofrío recorrió su cuerpo entero.
«...Dragón» ella involuntariamente murmuró, John se acomodó el pantalón antes de devolver su mirada a la chica.
—¿Cómo?— preguntó al escucharla.
—¿Qué es lo que ocurre, Jonnas?— preguntó Chrys ignorando momentáneamente su impresión de unos segundos atrás, John negó con la cabeza.
—Empecemos con eso, mi nombre no es Jonnas, mi nombre es Jo…— en cuanto John comenzó la frase algo en la mente de Chrys brotó tan claro como el cristal, recordó su listón rosa perdido y más aterrador aún recordó a Bermonth de las montañas de Hielo, no pudo evitarlo sus labios se movían sin pensarlo.
—Jonathan Rider...— dijo Chrys con seguridad sin dejar que John terminara la frase, el chico la miró confundido.
—¿C-cómo es que tu…?— el rubio comenzó a tartamudear, Chrys se movió con prisas como si estuviera juntando todas las piezas en su mente.
—¿Cómo no lo vi? Siempre estuvo justo frente a mi…— comenzó la chica corriendo al guardarropa buscando la libreta— ...tú mismo lo gritaste frente a mi y no lo quise ver— dijo Christina acercándose a John con la libreta donde había encontrado las planas del nombre escrito escabrosamente; en cuanto acercó la libreta al chico una hoja cayó de entre las páginas, Chrys la tomó del suelo, la volteó lentamente, era una hoja de un periódico viejo, una fotografía para ser más exactos.
En aquella foto se veían seis personas, dos adultos y cuatro niños, muy pequeños, la mujer de largo cabello aparentemente rubio y ondulado estaba sentada en una gran silla con un niño de no más de un año entre sus brazos, el hombre de cabello oscuro hasta los hombros estaba parado a su lado, una mano sobre el respaldo de la silla y en el otro brazo cargaba a un niño de dos años, con el cabello tan claro como el de la mujer, y parados uno a cada lado de la mujer, un niño de tres años y del otro lado uno de cuatro años ambos de cabello oscuro, Chrys miró la fotografía, y el libro del fénix seguía resonando en su cabeza.
—Eres tú— dijo la chica mirando fijamente al niño de cabellos claros en los brazos del hombre.
John la miraba en silencio aún temeroso por la reacción de la Chrys, ¿qué tan malo resultaría que la chica supiera de él y su familia?
—... todos ellos estaban presuntamente muertos en la Noche de la Sangre del Lobo— repitió la chica, John sintió terror, todo el sacrificio hecho a lo largo de los años se desmoronaba por esta chica quien parecía saber más de lo que él pensaba.
—Christina…— llamó el rubio aún meditando sus palabras, la chica lo miró con sus redondos ojos castaños, pudo ver a un John completamente distinto, parecía incluso, indefenso, como si junto a todo ese disfraz también desapareciera el Gran Temido General y en su lugar quedase ese atractivo joven atemorizado de rubios cabellos.
—...por favor, déjame explicarte— dijo John acercando su mano abierta a la chica pidiéndole la fotografía.
—Sí por favor— respondió Chrys entregando el trozo de papel a John quien suspiró, preparando las palabras que diría.
—Nada de lo que escuches lo repetirás, ¿entendido?
«Vaya, el rubio John sigue siendo mandón» pensó Chrys, ella solo asintió con la cabeza; el chico se recargó ligeramente en el tocador observando la fotografía.
Chrys se sentó en la silla del tocador esperando a que John hablara.
—Esta fotografía la tomé del periódico que salió dos días después de esa noche, los criados estaban por quemarlo pero logré tomar la página a escondidas, corté la foto y la guardé en ese cuaderno para que Olivia no la encontrara, no quería olvidar...
John observaba la fotografía con melancolía, recordó el Infierno de esos primeros días, cómo sentía las ganas inmensas de desaparecer, las náuseas al verse al espejo con todo aquel maquillaje espeso y esa pintura en su cabello, aún tenía esas sensaciones pero con el paso de los años era como si su corazón estuviera entumecido, él había llorado tanto, gritado hasta quedarse sin voz, incluso se sentía ahogado en la sangre de todos los muertos que cargaba desde que asesinó a los padres de Olivia que ya no tenía fuerzas para seguir prestando atención a todo ese dolor.
—John— la voz de Chrys lo sacó de sus recuerdos, con un pequeño sobresalto volvió a la realidad.
—¿Olvidar qué?— preguntó la chica.
—Nada, no quería olvidar nada, no quería olvidar a mamá, a papá, a mis hermanos, mi casa, mi cara o mi nombre. Me dieron otro nombre para que nadie supiera que sigo aquí, y tanto lo escuché todos los días que tenía miedo de olvidar mi nombre verdadero—
—Por eso la libreta con la misma frase— aclaró Chrys.
—Había días en los que sentía que Jonnas Van Durguen ganaba y mutilaba poco a poco a Jonathan Rider, no sabía qué hacer, esos días pensaba que lo mejor era no dejarlo quedarse con todo, y desaparecer junto con mi verdadero yo…— John soltó una pequeña y amarga risilla, Chrys comprendió a lo que se refería.
—… yo no tuve el valor para hacerlo, mucho menos cuando mi hermano me pidió seguir con la farsa para ayudarle en su plan.
Chrys no cabía en la sorpresa y tristeza de pensar en un niño tratando de suicidarse a causa de una guerra que él no tuvo que vivir, pero las últimas palabras de John fueron las que le causaron mayor curiosidad.
—¿Hermano? entonces… ¿es acaso mentira que los Rider murieron?— preguntó Chrys asombrada, John la miró.
—No sé si lo haz notado pero básicamente yo estoy muerto— dijo John con sarcasmo, Chrys quedó boquiabierta, no sabía si esa era una broma, o si con esa ligereza aceptaba su condición, sabía que el chico no era humano, lo notaba en sus rasgos, su piel pálida, los leves colmillos, él no parpadeaba, no respiraba.
El libro del Fénix le había confirmado las cuatro especies principales de ese mundo y sabía que John pertenecía a esa especie que la literatura tanto había romantizado en su mundo, lo curioso era que en ese tiempo en el Inframundo, jamás había visto que John o algún otro miembro de la familia hiciera algo de vampiros, o lo que ella esperaba de esa especie, se sentía de alguna forma incluso, estafada, pero ya habría tiempo para preguntar eso, por el momento, los Herederos Reales rondaban su cabeza.
Al ver que la chica no reaccionó a su broma, John continuó.
—Técnicamente uno de mis hermanos y yo morimos esa noche, pero eso solo aceleró nuestro proceso de conversión, el mayor huyó, y el menor se quedó, si mi mente no me engaña, lo cual quisiera que fuera así, mamá sí murió, a Padre no lo vi desde que nos sacaron del Palacio…
John miraba la fotografía mientras hablaba, Chrys tan solo trataba de analizar cada movimiento del rubio como buscando respuestas más allá de lo que decía.
—... Si trato de recordarlo todo es muy borroso, recuerdo muchas personas, recuerdo lo rápido que fue desde las historias de terror de Richard en la casa de sábanas hasta el momento en que subí junto a Olivia a la carroza, pero cada vez que lo sueño es tan claro, como si lo estuviera viviendo nuevamente, ahí es cuando recuerdo las caras de la banda de Olivia, a mis hermanos, el frío, el pozo…— con cada palabra que John decía parecía que se alejaba de la realidad.
—¿John?— llamó Chrys al ver que el chico se desconectaba lentamente, con un pequeño sobresalto, volvió a su historia, mirando nuevamente a Christina.
—Sabes, nunca había hablado nuevamente de aquella noche, ni siquiera con alguno de mis hermanos, no había mencionado a Madre o a Padre frente a nadie desde... hace mucho. —reconoció John como si estuviera al fin dejando de cargar un gran peso de sus hombros.
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Verso de Guerra [Poema de Creación y Destrucción]
FantasiaEn el Inframundo una guerra se ha desatado, cuatro hermanos pueden detenerla, solo siguiendo un camino de sangre, traición y hermandad. Del Poema de la Creación y Destrucción