La voz de Olivia resonaba en su memoria, su mente divagaba hasta aquellas clases de etiqueta, Olivia le enseñó cómo vestir, cómo caminar, cómo hablar, le enseñó cuál tenedor se utilizaba primero, le enseñó de qué chistes debía reírse y cómo reírse, le enseñó a bailar, a tocar el piano y a cantar, recordó cuando era un niño y Olivia cantaba aquella melancólica canción mientras él seguía atento el ritmo de sus dedos sobre el piano.
Sin pensarlo comenzó a cantar aquella triste melodía, todos callaron hipnotizados por el rubio ángel frente a ellos, desde su mesa, los vellos de la nuca de Olivia se erizaron, su estómago se revolvió, era su canción en la voz de aquel ser que tanto aborrecía y a la vez tanto procuraba, no estaba segura si quería callarlo o si estaba orgullosa, contrariada le lanzó su pesada mirada y contempló la rubia estátua, veía la belleza por la que todo el salón enmudecía pero también miró más allá, encontrándose con aquello que había creado, tan hermoso, tan elegante, tan letal, imponente y atractivo, hijo digno, esculpido bajo la firma de la Reina Madre, pero aún así aquella sensación agridulce no desaparecía.
La melodía alcanzó los oídos de incluso aquellos fuera del salón, a los amigos de Solara que aún estaban en los jardínes, un invitado inesperado tensó sus músculos y cada hebra de su ser se estremeció ante el canto, siguió el canto mientras varios recuerdos se arremolinaban en su mente, recordó cuando llegó a la mansión Van Durguen, como Olivia lo había sacado de la miserable casa de aquellos traidores, recordaba sus gritos de horror cuando los guardias de Olivia los mantenían lejos de él, recordó conocer a aquel niño que aprendería a admirar y a odiar, recordó como Madre favorecía a aquel que llamaba hermano, como lo miraba cuando Jonnas aprendió a tocar su canción en el piano, recordó la letra, a Madre cantándole a ambos, el único momento en que él y Jonnas eran iguales ante sus ojos, y ahora esa voz replicaba los versos de Madre, cuando entró al salón se encontró con el intérprete, no reconoció la ropa, o el rubio cabello, pero encontró sus ojos y se estremeció, era la mirada de un asesino en dos penetrantes zafiros azules como el cielo, como el mar, esa mirada lo perseguía desde el momento en que entró por primera vez a la mansión Van Durguen, exploró el salón con la mirada y se encontró con Olivia, vacilante, indecisa, pensativa, Reign decidió no hacer nada y mantener su distancia, Madre no sabía que estaba en esa fiesta y seguramente no quería que estuviera.
Sonner, Solara y el resto de los invitados quedaron hipnotizados ante la belleza de la interpretación y del intérprete.
La chica corrió ante su nuevo juguete y esperó a que el chico se acercará a ella.
—Tú y yo tenemos mucho de qué hablar— murmuró seductora la pequeña cotorra, John sabía a lo que se refería, tan solo le sonrió y caminó detrás de ella, la seductora mediterránea se dirigió fuera del salón directo a su alcoba, antes de salir, John le dirigió una última mirada a Olivia en busca de una última instrucción, la Reina Madre solo asintió.
Se sentía el peligro tan pronto ambos entraron a la amplia e iluminada habitación, Solara cumplía quince años, John tenía catorce, y la diferencia en experiencia era magistral, Solara sabía cada detalle de lo que quería hacer y lo que haría con el rubio, el chico tan solo conocía las bases biológicas de cómo funcionaba.
La chica cerró la puerta de su habitación y se quitó el ligero vestido plateado dejando ver su curvilínea figura mientras posaba frente al chico, era la primera vez que veía la desnudez de una mujer tan cerca, Olivia generalmente lo obligaba a salirse de las reuniones del Consejo cuando las Damas entraban, y las pocas veces que le había permitido quedarse era solo por algún tema urgente y jamás se quedaba más haya después de que las chicas se quitaban las prendas, tan pronto los senos quedaban a la vista era su señal para retirarse por voluntad propia u Olivia lo arrastraba hasta la salida.
ESTÁS LEYENDO
Verso de Guerra [Poema de Creación y Destrucción]
FantezieEn el Inframundo una guerra se ha desatado, cuatro hermanos pueden detenerla, solo siguiendo un camino de sangre, traición y hermandad. Del Poema de la Creación y Destrucción