La música dejó de sonar y varios guardias entraron a la recepción, los murmullos comenzaron a escucharse cada vez más fuertes, la gente se movía y parecía que los guardias rodeaban una zona del salón, de inmediato Anthony se paró frente a Red en defensiva y John rápidamente pasó a Chrys detrás suyo.
— ¿Qué está ocurriendo? —preguntó Melinda.
— Un rebelde se infiltró haciéndose pasar por mesero, trató de asesinar al Rey — explicó un noble que había sido empujado por la multitud hasta los chicos.
— ¡Padre…! —dijo Red inmediatamente tratando de dirigirse hacia la escena, Tony lo detuvo con un brazo.
— ¡Ellos tomarán lo que les pertenece! —exclamaba el infiltrado mientras era arrastrado hacia el escenario por órdenes de Olivia quien elegantemente caminaba detrás del rebelde y sus guardias. Todos los músicos se acurrucaron con temor en un rincón del escenario, mientras todos observaban, algunos con temor, otros con curiosidad y otros más con orgullo, todos sabían lo que ocurriría, todos menos Chrys.
— Este rebelde irrumpió en uno de los eventos más felices de nuestra sociedad e intentó convertirlo en una tragedia, estos actos solo demuestran lo bestiales que son, corrompen nuestra sociedad como una enfermedad, no erramos cuando decidimos su exterminio… Si algún otro traidor se encuentra entre nosotros, les enviamos un piadoso mensaje —comentó Olivia mientras sacaba una daga de su guante.
El joven agresor comenzó a temblar, miró a Olivia y después a la multitud, y en un momento se armó de valor para decir sus últimas palabras.
— ¡Larga vida a los Cuatro Reyes! —exclamó el chico antes de que Olivia rebanara su cuello con aquella afilada daga y le alhara de los cabellos hasta desprender su cabeza de sus hombros, espesa sangre roja salpicó a su alrededor, grandes charcos se formaban en el escenario mientras Olivia alzaba la cabeza ante los espectadores.
Chrys ahogó un grito de horror y se escondió detrás de John quien permanecía inmóvil, Red desvió la mirada, los invitados aplaudieron, aún en la espalda de John, Chrys sollozó aterrada.
— En tiempos de guerra parece no haber espacio para una alegre celebración nupcial —comentó Damira mientras aplaudía más en gesto de cortesía que de alegría.
Chrys no se desprendía de la suave gabardina de Jonnas, Melinda la miró con compasión.
— Creo que deberías ir a descansar, no creo que la celebración dure mucho más después de esto —dijo mientras tocaba con delicadeza el hombro de la chica.
— Es verdad, la fiesta se acabó —sentenció John con la mandíbula tensa, rápidamente hizo una reverencia y tomó a Chrys del brazo, Chrys mantuvo la mirada clavada en el suelo, sus oídos zumbaban y sus ojos se nublaban, solo caminaba a paso acelerado con Jonnas como su guía, no prestó atención a dónde se dirigía pero sabía que no estaban saliendo de aquel salón infernal con hedor a muerte.
— Jonnas —una voz conocida llamó.
— Mi Señora solo nos presentamos ante usted para agradecerle la maravillosa celebración y estamos eternamente agradecidos por bendecir nuestra unión, lamentablemente mi esposa no se siente muy bien por el momento, pasaremos a nuestros aposentos para que descanse, por favor Señores, sigan disfrutando de la fiesta, con su permiso —John habló rápidamente a Olivia y un grupo de elegantes señores, cerró su diálogo con otra reverencia.
— Oh, es una lástima, descansa Christina… Espero te sientas mejor por la mañana, espero que tu esposo logre... hacerte sentir mejor —dijo Olivia con un tono pícaro en la última frase, Chrys escuchó cómo los elegantes desconocidos rieron al unísono, John no dijo nada y haló a la asustada chica fuera de aquél salón.
Por un momento se escucharon las suelas de los zapatos de los recién casados andando a prisas por los amplios pasillos.
— Nunca bajes la mirada frente a los Lores, harás que te vean como un bufón — comentó John con su voz ronca, Chrys levantó la mirada lentamente, el chico aún parecía tenso.
— Lo mató… — logró decir Chrys en un murmullo entrecortado.
John se detuvo en seco, tomó a Chrys de los hombros con brusquedad y la forzó a mirarlo directamente a los ojos.
— Jamás, ¡JAMÁS vuelvas a mencionarlo...! Sí, lo hizo, y lo volverá a hacer, pero debes ignorarlo si no quieres que tu cabeza sea la siguiente en arrancar… cállate y sonríe, solo eso, aunque no quieras, solo hazlo, cállate, sonríe… y vive —dijo John en un murmullo amenazador, todo el romanticismo creado en la celebración se desvaneció y el chico se había convertido en bestia.
Chrys no pudo articular palabra alguna, continuaron caminando hasta llegar a unas amplias puertas de madera. John giró la manija y entraron a la habitación, era enorme, dentro había una gran cama estilo victoriano con varias almohadas encima y cabecera de madera, la habitación tenía dos puertas más que Chrys no quiso explorar; a la vista solo estaba la cama al fondo, a lado un ventanal con balcón, y en la parte derecha de la habitación al lado de una de las misteriosas puertas un tocador blanco, sobre la cama había un blusón largo y blanco con encaje y a lado un juego de camisa y pantalón blanco ligero, eran sus ropas de dormir.
John la soltó y cerró la puerta con llave.
— Vístete. —ordenó Jonnas señalando el blusón, Chrys no se movió, la Bestia la miraba con ira— ¡Ahora! —exclamó el chico, con un sobresalto Chrys tomó el blusón y vaciló cuando cayó en cuenta que debía mostrarse desnuda, John chasqueó los dientes y abrió la puerta a lado del tocador— Aquí, hazlo aquí —dijo John mostrando el interior de aquella habitación, era un baño bastante amplio.
Chrys caminó lentamente hacia aquél espacio, encogió los hombros y bajó la cabeza cuando tuvo que pasar al lado del General. El chico cerró la puerta en cuanto Chrys entró y ella sintió alivio al ver que solo estaría ella en aquel baño; con cautela cerrócon seguro el cerrojo, afuera, John puso los ojos en blanco al escuchar ese sonido.
La puerta se abrió minutos después y la chica salió ya sin los molestos seguros del cabello ni el abultado vestido, tan solo con su ropa interior y el blusón blanco, el miedo volvió a apoderarse de ella cuando miró a John esperándola sentado en la cama con los brazos cruzados sobre su pecho, Chrys permaneció en la puerta hasta que el chico con un suspiro se levantó.
— Ven… —ordenó John ya menos bestial, lentamente Chrys se acercó sin despegarle la mirada.
John le devolvió la mirada, sus ojos pasearon por todo el cuerpo de Chrys, desde los pies hasta sus castaños ojos redondos.
— No voy a tocarte —confesó John, y de nuevo Chrys se sintió aliviada— ... pero ellos esperan que sí —comentó el chico mientras sacaba una pequeña navaja de su bolsillo, el corazón de Chrys se aceleró, parecía que explotaría.
Comenzó a caminar de espaldas mientras el chico se acercaba a ella cautelosamente.
— Voy a gritar… —amenazó Chrys al sentir la pared en su espalda.
— Si lo haces solo harás que nos descubran y todo se irá al carajo —respondió John.
—A-Aléjese de mí...
— Sólo debemos manchar las sábanas con un poco de su sangre, suena estúpido, pero he escuchado que funciona— dijo John aún cauteloso, Chrys frunció el ceño, había escuchado esa técnica, en las películas.
— ¿Para qué?
— Ellos esperan que tu y yo tengamos sexo hoy, por si no lo recuerdas estamos casados, y es nuestra noche de bodas, si no tenemos sexo el trato no se cierra y considerarán esto como un fiasco y tú y yo estaremos muertos, ¿es esa suficiente explicación? —comentó John perdiendo la paciencia.
Chrys estiró la mano tratando de mantenerla firme para que el chico no notará su miedo.
— Y-yo lo haré —dijo Chrys, John entregó la navaja y lentamente se alejó hasta llegar al pie de la cama.
Sin despegar la mirada del General, Chrys se sentó en la cama y se levantó la falda hasta mostrar la parte interna de su pierna,muy cerca de su ingle, y con un suspiro hondo, incrustó el cuchillo en su piel e hizo una pequeña incisión con la que algunas gotas de sangre roja brotaron sobre las sábanas de seda, John cubrió su nariz y se echó hacia atrás, Chrys gimió un poco por el dolor punzante pero en cuanto miró las manchas sobre la sábana, presionó la herida y de un salto bajó de la cama para encaminarse rápidamente al baño nuevamente.
John permaneció arrinconado aún apretando con fuerza su nariz y boca, sin poder contenerse mucho más corrió de su rincón al amplio guardarropas y ahí se encerró. Esa noche Chrys permaneció sentada sobre la cama apretando con fuerza entre sus manos un abrecartas y John no salió de aquel guardarropas.
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Verso de Guerra [Poema de Creación y Destrucción]
FantastikEn el Inframundo una guerra se ha desatado, cuatro hermanos pueden detenerla, solo siguiendo un camino de sangre, traición y hermandad. Del Poema de la Creación y Destrucción