𝐑𝐈𝐕𝐀𝐋𝐒 | Draco Malfoy vs George Weasley

Capitulo 43

El hombre alto con cabello negro lo arrebató de mí, comenzado a arrastrarlo por el suelo hasta sacarlo por la puerta. Me levanté corriendo hacia él cuando vi que había quedado tirado en la entrada sin poder moverse, sabía que no iba poder desaparecerse estando de aquella manera.

—él estará bien.— mi padre me detuvo justo antes de que pudiera llegar con George. La puerta se cerró en su cara antes de poder a volver a cruzar una última mirada.— Es mejor que se vaya ahora, los demás están por llegar.— colocó sus manos en mis hombros con una sonrisa.

—¿Los demás?— negué con la cabeza mirándolo, el aire comenzaba a faltarme y las lágrimas no paraban de correr por mis mejillas.— ¿Qué quieres de mí? Déjame ir con mamá ¡Yo ya no quiero estar cerca de ti!— golpeé su pecho con furia con el afán de ser soltada.

—hija, lamento decirte que no dejaré que vuelvas con Elizabeth. El señor oscuro te quiere conocer.— mencionó por fin soltándome. Mi respiración se cortó y mi cabeza dio mil vueltas; estaba segura de que mi piel había palidecido.— Esta casa ahora nos pertenece a nosotros... y es mejor que no intentes huir, porque en cualquier lugar que te escondas ellos te van a encontrar.

Murmuró en mi oído con tranquilidad, una tranquilidad que jamás me habría hecho dudar de su confianza hacia mí, de sus palabras. Algunos rieron después de ver la sonrisa de mi padre, pasando a retirarse para comenzar a recorrer la casa completa y dejándome a mí de pie al medio del recibidor sin poder ser capaz de elaborar una oración y tratando de procesar todo lo que había sucedido en menos de treinta minutos.

Caminé nuevamente hacia la puerta cuando observé que todos se habían marchado pero, cuando la abrí, ya no quedaba nadie al otro lado. Caí sobre mis rodillas sujetando mi cabeza con ambas manos. Quería huir, correr y buscar a George para ver cómo se encontraba y seguidamente pedirle perdón hasta el cansancio.

Antes de atreverme a irme de ahí, miré por todos lados con la esperanza de poder verlo por algún lugar, pero ya no quedaba ningún rastro de él. Cerré la puerta y decidí refugiarme en mi cuarto en espera de alguna lechuza de él que lograra calmarme. En mi camino me encontré con gente desconocida caminando por los pasillos y eso fue suficiente para llenarme de rabia y miedo.

(•)

Me senté sobre la silla con el cuerpo tembloroso después de que mi padre me dijera que "ya era hora". Probablemente ya eran después de las doce de la madrugada; había llorado y llorado hasta quedarme dormida, pensando en por qué mi madre me había abandonado aquí.

No sabía a dónde ir.

Las velas emitían una luz tenue desde el enorme candelabro, alumbrando por completo la mesa en donde seguía servida la comida que mi madre había preparado horas antes. Los mortifagos comenzaron a aparecerse frente a las sillas para tomar asiento, todos parecían mentalmente enfermos riendo y disfrutando del momento. De pronto, Voldemort hizo una aparición frente a la mesa y las ganas de volver a llorar se hicieron presente.

Todos guardaron silencio mirando con atención sus movimientos. Sin decir nada, comenzó a caminar en mi dirección parándose justo detrás de mi silla, provocando que agachara la cabeza y cerrara los ojos esperando lo peor. Sus dedos helados tocaron mi cabello y después mis hombros para darme un apretón.

Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo completo, mis manos temblar y mi espalda comenzó a sudar. El mago más buscado y temible estaba detrás de mí, tocándome.

¿De verdad mi padre sería capaz de permitir que hiciera conmigo lo que quisiera?

—Claire Horgan.— soltó una risita pareciendo emocionado.— Espere meses para poder conocerte.— me soltó de nuevo comenzando a caminar hasta la primera silla, pero ni siquiera eso fue suficiente para que pudiera recuperar el aliento.— Tu padre es... uno de mis mejores servidores. Podría atreverme a decir que es el mejor.— expuso con una sonrisa. Mi padre también sonrió orgulloso erguido sobre su lugar.— ¡Pero me falló totalmente el día en que desaparecí!— sus manos chocaron con furia contra la mesa de mármol negro haciendo sobresaltar a todos.