CAPÍTULO PILOTO

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Pregunta: ¿Con quién quieren que se relacione Suran? 😎

—Oye Takeomi. —Le piqué una mejilla con mi dedo. —¿Tú me quieres?

—No.

—Ah tons chinga tu madre.

—¡Suran!

—Perdón mami, era una falsa no tú. —Dije batiendo mis pestañitas.

—¿Por qué me preguntaste? —Takeomi me miró levantando una ceja.

—Ah, porque si me querías te iba a dar un auto de última generación, pero como no me quieres me lo voy a quedar yo.

—¿De qué hablas?

—¿De quién es el auto de allá afuera? —Preguntó Senju entrando.

—¡Mío! —Exclamó Takeomi. —Ay pero que buena hermanita tengo, que me va a regalar su auto, ¿Verdad que si, hermanita?

—Nop, es mío. —Le mostré mi lengua divertida. —Se lo voy a dar a Sanzu, ya que tú no quisiste.

—¿De dónde sacaste dinero para comprarte un auto? —Me cuestionó papá.

—Tengo un Suggar Daddy. —Dije inocente. Papá escupió el café, Takeomi se atragantó con un pan, Senju se resbaló, Sanzu rompió su lápiz, y mamá... ella estaba tranquila. —Mentirita, me lo gané en una rifa, esos giveaways son geniales, ¡Solo tuve que pagar en envío!

—Papá quítale el internet, el celular, la computadora y todo. —Le dijo Takeomi.

—¡No, papá noooo! —Chillé corriendo lejos de papá.

—¡Atrapen a esa mocosa!

—¡Takeomi te voy a patear, aléjate! ¡Aaah, mami! —Chillé y salí de casa para después treparme al auto y arrancar como pude a cualquier lugar. —Fiu, eso estuvo cerca.

Afortunadamente para mí y para todo el mundo, sabía manejar, así que no era un peligro.

Eso hasta que casi atropello a alguien.

—¡Fíjate loca!

—¿¡Qué no ves que voy pasando imbécil!?

—¡Estaba en rojo pendeja!

—¡Chinga tu madre! —Y arranqué muerta de miedo. —Ay santa María de la papaya, casi cuelga los tenis por mi culpa.

Decidí detenerme en un local de comida, apenas iba a desayunar cuando ocurrió la desgracia en mi casa.

Cuando entre al local, extrañamente todos me miraban.

—¿Qué se les perdió o qué? —Exclamé y todos dejaron de mirarme. —Caen gordos.

Me dirigí a... pues a dónde se pide la comida.

—Holis, ¿Me das unos chilaquiles, por fi? —Sonreí.

—Claro, si gustas ve a sentarte y en un momento te lo llevo.

—Si, gracias.

De camino a un asiento vacío, alguien se levantó haciéndome caer.

—Ay mi pompi. —Lloriqueé.

—¿Estás bien? —Preguntó el chico levantándome.

Santa cachucha, un ángel.

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W O M A N  [Tokyo Revengers] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora