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La cosa fue, que los cuatro nos salimos de la escuela sin decírselo a Chifuyu, nada más Baji le mandó mensaje.

—¿Y es divertido tener una pandilla? —Pregunté lamiendo mi helado, pero extrañamente ellos parecían más interesados en el techo.

—Algo así. —Dijo Baji tragando saliva.

—¿Qué demonios les pasa? —Gruñí. —Desde que compré mi helado andan raros, ¿Ustedes también querían uno? Si es así debieron haberselo comprado.

—Es que es divertido el techo.

—Si, ¿Cómo llegó ese chicle al techo? Que loco.

Viré los ojos y seguí lamiendo mi helado.

—¿Entonces?

—Es divertido patear traseros. —Dijo Mikey mirando hacia la ventana. —Además queremos crear un mejor lugar para los delincuentes.

—Ouh, ¿Puedo unirme a ustedes? —Los tres me miraron cuando lamía mi helado, y de inmediato voltearon al techo. —Hijos de su madre, cochinos.

—No puedes unirte, es peligroso para una chica. —Dijo Kenchin.

—¿Ah? ¿Qué significa eso? ¿Qué solo por ser una chica no puedo hacerlo? Agh, como quieran, pero cuando tenga mi propia pandilla y les rompamos el trasero no digan: ñiñiñi no debimos subestimarla ñiñiñi.

—Bueno hagamos esto, demuestranos que eres digna de estar en nuestra pandilla, y te aceptaremos. —Dijo Mikey.

—¡Yey! —Chillé. —¿Qué debería hacer?

—No lo sé, salva a alguien, pelea con alguien. —Dijo Mikey encogiéndose de hombros.

—¡Bien! —Exclamé dejando mi helado a medio comer y salí corriendo en busca de alguna persona que quisiera ser salvada, o golpeada.

Afortunadamente, siempre tenía un buen radar del peligro, así que solo seguí mi instinto. Y llegué en donde habían muchos chicos apostando, había un tipo con un chico parecido a Mikey hasta abajo.

—¿A dónde tan solita? —Preguntó un chico queriendo hacerse el gracioso.

Le di una mirada de pies a cabeza y seguí mi camino.

—Si vas ahí te van a dar tus buenos golpes, así que yo que tú me quedaba acá. —Me dijo el mismo chico.

Asentí quedándome lejos de él.

—¿En serio? ¿No pienso hacerte nada, lindura? —Dijo burlón, lo miré de reojo.

—Cierra la boca, imbécil. —Fue lo único que dije y él chico retrocedió.

Al menos me sirvió esa clase con Sanzu para intimidar a la gente, mis respetos al maistro.

Un chico de cabello rubio patito salió de entre la multitud, y aunque paré la oreja no pude escuchar que era lo que decía.

Vi como bajaba las gradas junto con un tipo moreno, levanté la ceja mirándolos. Por supuesto que el tipo moreno iba a ganar, pero era mi oportunidad de salvar a alguien y de esa forma lograría un lugar en la pandilla de Mikey y Kenchin.

¿Para qué quería entrar? No tengo idea, pero sonaba divertido.

El tipo comenzó a golpear al más bajo, pero cuando quise intervenir, una mano se posó en mi hombro.

—Quieta. —Me dijo Mikey haciéndome fruncir el entrecejo. —Vas a quedarte acá, donde no pueden herirte.

—¿Ah? ¿De qué hablas mugroso?

Mikey me sonrió cerrando los ojitos.

—Ese chico es mío. —Dijo.

—Pues yo quería salvarlo, pero órale, chingatelo. —Y ahí Kenchin me dio un sape. —¡No me mates las neuronas!

—No en ese sentido, burra.

—¿Ya nos vamos a llevar así?

Ellos dos comenzaron a caminar, pero al tratar de seguirlos Baji apareció jalandome el cabello.

—Matanga dijo la changa. —Rió divertido. —Solo mira y aprende, quizás después puedas ser igual o mejor que ellos.

—Eish, ¿Por qué no me dejan? Yo quiero entrar a su loser crew. —Gruñí mirando como Kenchin pateaba el estómago del tipo.

—Oraaa, nuestra pandilla es de las mejores, deberías saberlo.

—Ni siquiera sé cómo se llama, con eso te digo todo.

—¿No te sabes el nombre y quieres entrar? Le voy a decir a Mikey que no te deje entrar.

—No seas chismoso. —Bufé.

Después de un ratito Mikey y Kenchin regresaron.

—¿Y? ¿Se divirtieron con mi presa? —Gruñí de mala gana.

—El rubio se llama Takemichi, el otro es un imbécil. —Me dijo Mikey. —Parece un buen tipo, ya somos amigos.

—¿Qué? ¿Así de fácil? ¡A mí me tiraste a una fuente!

—Ni te topo.

Viré los ojos y me crucé de brazos.

—Era bromita, no te enojes. —Mikey me abrazo riéndose.

—¿Me hiciste algo?

—No.

—¿Entonces por qué crees que estoy enojada? —Me reí correspondiendo su abrazo. —Hueles a Dorayakis.

—Los estaba comiendo de camino acá. —Dijo.

—¿Y no invitas? Qué codo eres.

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W O M A N  [Tokyo Revengers] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora