W O M A N [Tokyo Revengers]

14

—Caminando y miando, si si, caminando y miando. —Canté.

—¿Tú eres Suran? —Miré a mi lado, recargado en un poste estaba Kisaki.

—Pues según yo, sí. —Le dije encogiéndome se hombros.

Algo me decía que no era buena idea acercarme a éste tipo.

—¿Podemos hablar sobre la Toman? Ya eres subcapitana, deberíamos acordar ciertos temas.

—Ah, claro. —Murmuré.

Ambos comenzamos a hablar. Supuestamente nuestra división era más pequeña, debido a que algunos de Moebius habían decidido unirse a la Toman, así que teníamos que conseguir más gente para ser igual o más fuertes que todas las divisiones. Mikey estuvo de acuerdo en reclutar más gente, así que Kisaki ordenó que yo me encargará de eso.

—¿Tienes alguna duda? —Me preguntó.

—Si, ¿Cuándo alguien dice naranja se refiere a la fruta o al color?

—Sobre la Toman.

—Ah no, todo claro.

—Y depende del contexto. —Habló.

—Pero, ¿Y si está la fruta y el color juntos?

—Pues solo se completa la oración diciendo si es la fruta o el color. —Dijo.

—Ouh. —Murmuré pensándolo. —¿Cuántos años tienes?

—Trece.

—¿¡Qué!? De pronto me siento vieja.

Kisaki rió. —¿Cuántos tienes tú?

—Quince añotes. —Sonreí feliz. —Al menos estoy a pocos años de poder ir a loquear con mis hermanos.

—¿Tienes hermanos?

—Sip, cuatro, Takeomi, Sanzu y Senju. Yo voy antes de Senju.

—¿Hablas de que ustedes son cuatro?

—Ah, si eso, exacto. —Reí apenada. —Lo siento, a veces soy muy estúpida.

—No creo que seas estúpida, eres más como olvidadiza o algo así, bueno por lo poco que sé se ti. ¿A dónde ibas?

—Uhm, iba a... Demonios lo olvidé. —Saqué mi celular y miré los recordatorios. —Traer pan, leche, huevos, cilantro, unos cheetos para Suran, fritos para Takeomi, Churrumaíz para Senju, y un gansito para Sanzu. Ah voy a la tienda.

—¿Te acompaño? —Preguntó y yo asentí.

En lo que los dos caminábamos hacia la tienda, íbamos hablando sobre nuestras vidas, obviamente evitaba contar algunas cosas o simplemente mentía, no iba a contarle cosas de importancia a un tipo que no me da buena vibra.

—¿Esté es cilantro?

—No, ese es un perejil.

—¿Qué tiene de diferente?

—El cilantro tiene forma redonda, y el perejil de pico.

—Ouh, lo anotaré por si las moscas. —Dije sacando mi celular para anotar eso. —Listo, vayamos a pagar, agárrate algo para ir botaneando.

—¿En serio?

—Si, tómalo.

Luego de que él escogiera algo, fui a pagar y salimos del local.

—Tengo que irme ya, mamá ya me mandó mensaje, te veo después. —Me despedí y él asintió.

°°°

—¡Ya vine! —Exclamé saltando sobre Mikey. —Mi mami hizo comida para ustedes.

—¿Qué es? —Preguntó Kenchin.

Saqué los envases poniendoselos.

—La verdad no sé cómo se llame, pero es huevito. —Sonreí.

—Huele rico. —Dijo Mikey tomando un tenedor para partirlo y comerselo. —Y sabe rico.

—Mis felicitaciones al chef. —Dijo Kenchin.

—Y eso que es de sus primeras veces cocinando, es la magia de las comidas de mamá. —Reí.

—¿Quieres? —Preguntó Mikey.

—No, ya comí. Coman ustedes, pinches hambreados.

—Cuando me termine esto, te voy a partir tu madre. —Me dijo Mikey.

—Intentalo enano. —Gruñí.

—Al rato, estoy disfrutando esto.

—Oigan... ¿Ustedes piensan que fue correcto unirme a la Toman, y siendo subcapitana? Digo, pudieron haber escogido a Pato, parece ser mejor que yo.

—Bueno, creo que te lo merecías. Te dijimos que si hacías algo sobre salvar a alguien, entrarías. Y de alguna forma ayudaste a salvar a Kenchin, y sacaste a Pah de prisión, lo mereces.

—Oww, que buena onda. Otra cosa, ¿A ustedes les da buena vibra el Kisaki?

—La verdad no. —Dijo Kenchin. —Tiene... ese algo que me incomoda, no sé de qué se trate pero es algo desesperante verlo. Cómo que tiene todo calculado, hasta pienso que podría matarnos y nosotros ni en cuenta.

—Pues a mí tampoco me agrada, pero si eso significa hacer a la Toman más fuerte, creo que podemos correr el riesgo. —Dijo Mikey acabando su comida. —Ahora si, ¿Quienes son los hambreados?

—Esperate carnal, era bromita. —Reí cubriendome detrás de Kenchin.

—Ven aquí anciana.

—¡No wey, nooo!

°°°

—Ugh, tengo plumas de pato en mi cabello. —Lloriqueé, y luego estornudé.

—¿Eres alérgica a los patos?

—No, bueno creo que no, pero tengo una pluma en la nariz. —Dije suspirando fuerte para sacar la pluma. —Wakala.

—Para la otra fíjate a dónde la tiras. —Regañó Kenchin tratando de sacarme las plumas del cabello.

—Ay, no sabía que ahí estaba el estanque de los patos. —Se defendió.

—Oigan ya me tengo que ir, Omi dijo que iríamos a alguna parte.

—¿Quieres que te llevemos?

—No gracias, Omi viene en mi auto.

—¿Tienes auto?

—Si, ¿No sabían? Se lo quite a un rico en una apuesta. —Reí inocente. —¡Nos vemos!