52

3.8K 652 69
                                    

—Bien, la cosa está así, salimos, rodamos en el suelo como los espías que somos, nos deslizamos en el suelo cuál serpientes, hacemos una voltereta, saltamos, les partimos su madre y huimos. —Dijo Hanma mientras mirábamos por un arbusto a los tipos de Kanto.

—O mejor nos vamos por ese callejón y llegamos a mi casa. —Le dije señalando dicho callejón.

—No es por ser egocéntrico, pero me agrada más mi idea.

—Entonces tu haz eso que dijiste y yo me voy por allá, compermisaaa. —Dije tomando las bolsas para intentar irme pero Hanma me tomó de la mochila.

—Nananana, somos una pareja, tenemos que llegar a acuerdos mutuos.

—¿Quién demonios te dijo eso? Para ir a partirle su madre.

—Suran, corazón, si yo digo que haremos eso lo haremos.

—Hanmita, pulmón, no vamos a hacer eso, porque es más fácil que nos atrapen y que corramos a qué vayamos por el camino seguro.

—No quiero empezar nuestra primera pelea de pareja, quiero guardar eso para otro momento...

—Hanma.

—Y así quizás yo pueda decirte algo como: no grites frente a nuestros hijos...

—Hanma.

—Entonces el bebé lloraría y yo le diría a nuestros hijos: su mamá nos va a dejar, se acabó. Nomás para darle suspenso.

—¡Ahí están, atrapen a la chica!

—¡Mami! —Chillamos corriendo por el callejón.

Pero nos habían acorralado.

—¡Deja las bolsas, venimos por ellas después! —Exclamó él.

Dejé las bolsas en el suelo y entonces él bajó las escaleras de emergencia del edificio, subí rápidamente y agradecí llevar pantalón. Hanma me siguió y apenas llegamos al primer piso de las escaleras, él las subió.

—¡NoOooOo! —Chillé.

—¿Qué? ¿Qué? ¿Qué pasa?

—¡Dejé mi juguito de fresa! —Lloriqueé.

—¡No mames, mejor corre porque ahí viene la migra!

—Ay mamita.

Seguimos subiendo por las escaleras hasta llegar a la azotea del edificio, ahí nos asustamos al ver a Mochi, Mikey e Izana.

—Hola de nuevo, pequeña. —Dijo Mochi.

—¿Quién es? —Preguntó Hanma.

—Digamos que me odia y lo conoces.

—¿Y ese de allá? —Señaló a Izana.

—También me odia y ya lo conoces también.

—¿Y Mikey?

—Creo que le caigo mal porque parece que me quiere matar.

—¿Y ahora que?

—Nos lanzamos del edificio.

—¡A ver, ya basta! —Exclamó Mikey y yo me asusté dando un saltito en mi lugar. —Suran, ¿Por qué nos abandonaste? Prometiste volver.

—Sé lo que prometí, pero no contaba con que me iban a llevar con mi papá y no me dejaría salir. —Chillé cuando lo vi acercarse.

—¿Y porque no volviste ahora?

—Porque ahorita estaba comprando despensa.

—No mensa, cuando te dejaron salir. Fuiste a ver a tus amigos, ¿Por qué a nosotros no? —Gruñó Mochi.

—Porque... Pues en realidad estaba condicionada.

—Explicate. —Ordenó Izana.

—No tenía permitido salir sin permiso de casa hasta que me dejaron ir a la casa de los Shiba. —Dije rápido. —Y luego me encontré con Hanma, ¡Eso fue ayer! Tampoco tengo permitido usar el celular o internet, ¡Y mis amigos fueron aceptados por papá!

—Acabemos con el viejo y ella regresara con nosotros. —Dijo Izana.

—No tan rápido mocosos. —Gruñó alguien.

Brahman estaba subiendo por las escaleras de emergencia. Hanma se puso frente a mi a modo de escudo.

—Nuestra hermana no irá con ustedes, psicópatas. —Gruñó Senju.

—¿Él que? —Preguntó Hanma.

—Mi hermana, digo hermano. —Murmuré nerviosa.

—¿Y por qué no? —Cuestionó Koko llegando por una de las puertas del edificio.

—Te dije que por el callejón no, pudimos haber corrido por la calle y era más fácil que los pitufos nos encontrarán. —Susurró Hanma.

—Porque ella vendrá con nosotros. —Dijo South llegando, pero en otro edificio.

—No mames, ¿Qué pedo? ¿Qué está pasando doctor García? —Lloriqueé.

—Arreglemos ésto entonces. —Dijo Mikey mirándolos con indiferencia. —Pero no aquí, capaz alguien cae del edificio y ninguno de nosotros se hará responsable.

—¡Esperen! —Exclamó Pato poniéndose en medio de las tres deidades.

—¿Qué hace ese mango chupado ahí? —Cuestionó Hanma.

—Ni idea, pero está entretenido. —Dije encogiendome de hombros. —Oí, hay otras escaleras de este lado, aprovechemos que no hay nadie mirándonos para huir.

—Buen plan, ese si lo apoyo.

Cómo todos estaban gritandose entre sí, sin percatarse de nosotros, fuimos bajando de a poco hasta que ya no pudimos verlos a ellos y corrimos.

Abajo habían un par de miembros de Braham pero logramos derribarlos para después huir hasta llegar a mi casa.

—¿Y la despensa? —Se quejó papá.

—Señor, no me la deje salir, de preferencia nunca la deje. —Dijo Hanma agitado.

—¿Qué demonios les pasó?

—Verás... Nos iban a asaltar. —Murmuré codeando a Hanma.

—Eso mero, y pues corrimos, y para no llevar peso encima dejamos las bolsas. —Asintió él.

—Nada más porque eres el novio de mi hija les voy a creer.

¿Salvados por una escalera? Yo digo que si.

W O M A N  [Tokyo Revengers] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora