W O M A N [Tokyo Revengers]

13

—¡Estás aquí! —Chillé abrazándolo y dizque tratando de levantarlo. —Ay, tas gordo carnal.

—Tu estás muy enana. —Rió despeinadome.

—Voy a seguir comiendo Danonino, y te ganaré. Jijiji, ya me veo estando de tu estatura. —Sonreí.

—Si fueras así de alta, ni siquiera tendrías novio para empezar. —Me dijo Mitsuya.

—Ahí vas, a arruinar mis planes como siempre, no necesito un novio, estoy feliz y soltera, enamorada de la vida.

—Hace una semana lloraste porque según tú no tenías novio, y que querías ir al tianguis a pensar.

—¡Cállate Maicol!

—Pero igual, si fueras del tamaño de Draken, no entrarías en las habitaciones sin tener que agacharte. —Dijo Sanzu y yo asentí aguitada.

—Mejor me quedo así. —Sonreí. —Pero si voy a comer Danonino, para arrebasar a los capitanes de la Toman, seré más alta que ellos.

—Ya quisieras chiquita. —Se burló Baji.

—¿Qué tanto dicen hasta allá? No se escucha. —Dijo Smiley acercándose.

—Eres un chismoso. —Lo regañó su hermano.

—Pero bien que levantabas la oreja. —Se rió la pelusa naranja/rosa.

—¿A dónde vamos? Y digo vamos porque mi mami me dijo que me quedara con ustedes. —Les dije.

—Vamos a anunciar al capitán y subcapitán de la sexta división de la Toman. —Dijo Mikey.

—Orale, ¿Qué no eran cinco?

—Si, pero creemos que otra división estaría bien. —Dijo Peh.

—¿Quién podría ser...? —Miré a nuestro alrededor. —¿Pato?

—Quizás. —Dijo Kenchin. —Quizás no.

—Suspenso, me agrada. ¡Smiley cuidado con la hormiga!

—¿Cuál hormiga? —Se detuvo asustado mirando hacia el suelo. —Hija de... Ven acá mugrosa, te voy a dar un pase gratis a ver a tus antepasados.

—¡No! ¡Era broma! ¡Kenchin dile que era broma!

Smiley se acercó y me jaló el cabello, no muy fuerte pero si poquito.

—Estamos a mano. —Dijo para después golpear mi cabeza suavemente.

—Orale, que buena onda. —Sonreí.

Ellos subieron a sus motos, y yo jalé la chaqueta de Angry señalando la moto.

—Agh. —Gruñó cargándome para subirme a la moto de Mikey.

—Gracias. —Sonreí.

Él dio un asentimiento y se fue a su moto.

—¿Lista? —Preguntó Mikey y yo asentí sujetandome de su torso.

Él arrancó al igual que todos los demás, pronto llegamos al santuario donde se reunían habitualmente.

Me pegué a Pato para seguirlos por detrás.

—Tengo una duda. —Me dijo Pato. “¿Mhm?”. —¿Por qué me llamas Pato?

—Por tu cabello, es amarillo patito. —Reí. —Además... ¿Sabes la historia del patito feo?

—Algo así.

—Bueno, supongamos que te conocía de vista hace unos cuantos ayeres, casi siempre huias de todo. —Murmuré. —Pero cuando volví a verte aquella vez con Kiyomasa, parecía que ibas dejando de lado esa faceta. El patito feo se convirtió en un hermoso cisne, y tú dejaste de ser un cobarde para convertirte en un valiente chico. No cualquiera hubiera seguido luchando con una mano herida de apuñalada, pero tú lo hiciste.