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Espera lo inesperado, parte 2.

—Bueno, drenamos todas las drogas que había en su sistema, así que ahora ya está mejor, aunque no me terminó de convencer que se haya golpeado con la puerta. —Dijo el doc entre cerrando los ojos.

—Es algo mensito. —Reí nerviosa.

—Bueno, entonces me gustaría hablar con sus padres si es posible.

—Ah este...

—¡Aquí estoy! ¡Soy su madre! —Exclamó Lonnie llegando.

Ya viéndolo bien, si se parecen, y yo creía que los hijos siempre se parecían al padre.

—Perfecto, tiene que firmar algunos papeles, acompañeme por favor.

Ambos adultos se fueron y entonces me quedé con Pato y Kenchin.

—¿Entonces Mikey y tú serían hermanos? —Preguntó Kenchin.

—Hermanastros. —Murmuré. —¿Y Senju?

—Está bien, pero si le dieron en su madre bien feo. —Dijo Kenchin. —Al parecer tiene una herida en la frente, y le hicieron algunos puntos.

—Ouh, está bien, ahí dejenla. —Murmuré.

—¿Y ahora qué va a pasar? —Preguntó Pato. —Bueno, en primer lugar papá se va a molestar, con Lonnie por no haberle dicho sobre un hijo. Y en segunda se va a molestar porque él va a tener que financiar el psicólogo. Y en tercera lo más probable es que tanto Emma como Mikey se muden con nosotros.

—Es verdad, el abuelo Sano murió hace poco. —Murmuró Kenchin.

—¿Entonces con quién se estaba quedando Emma? —Preguntó Pato.

—Se andaba quedando con el Kenchin. —Dije burlona mientras codeaba al golem.

—¿Oigan? ¿Y qué pasó con las pandillas? —Preguntó Pato asustado.

—Ah, se podría decir que gané yo, entonces dimos por terminada la pelea. —Expliqué encogiendome de hombros. —Ahora todos tendrán que fusionarse a nosotros. Será difícil pero haremos una buena era para los delincuentes.

No sabía cuánto tiempo había pasada cuando Mikey despertó, cuando me acerqué a él, me dio una cachetada.

—¡Auch! ¿Y eso por que demonios fue?

—¡Por decirme eso tan de repente!

—Mejor cállate porque ahora vas a ser mi perra, tu madre no te va a dejar hacer tus cosas de pandilleros. —Me burlé mostrándole mi lengua.

—¿Mi madre? ¿En... en donde está ella?

—Ahí mero, se quedó mimida esperando que despertarás. —Señalé el bulto en el sillón. —Ch, ch, Lonnie, ya despertó tu bendición.

Cuando ella despertó, ambos se miraron y entonces Mikey comenzó a llorar cuál bebé.

—Oh cariño. —Dijo ella abrazándolo.

—Creo que mejor me voy.

—Si, ya vete. —Dijo Mikey escondiendo su cabeza en el cuello de Lonnie.

—Chinga tu madre.

—¡Suran!

—¡Tú no, una madre inventada! Ay ya me voy.

Para cuando salí de la habitación, me encontré con mis tres hermanos.

—Suran, queremos hablar contigo. —Dijo Takeomi.

W O M A N  [Tokyo Revengers] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora