Un banquete que recordar

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Aquella noche fue digna de recordar. Se celebró un banquete donde todo el pueblo fue invitado. Los únicos que no asistieron fue el señor Anthony, de la familia noble y sus guardias... que era normal ya que, al parecer, el señor de la casa llevaba fuera unos días.

Resulta que esa bestia tenía nombre, "embestidor áureo", y una de las muchas cosas que me contó Lira sobre él, era que se trataba de uno de los animales cuya carne era de la más jugosa y exquisita de esa zona.

La historia de esta bestia en concreto era realmente corta, absurda y digna de todo lo que me estoy encontrando.

Lira me contó que esas bestias viven aisladas del mundo, en su propio ecosistema, en la isla de los gigantes. El gran héroe Tsuki, uno de los mejores invocadores humanos de su época, decidió que quería una nueva mascota. Los embestidores áureos son muy peligrosos, ya que se comen todo a su paso, incluido pueblos y habitantes, además que son imposibles de rastrear ya que caminan a escasos centímetros del suelo. Uhm... ahora entiendo por qué no lo escuché llegar.

Pues bien, el idiota de Tsuki lo invocó y en cuanto salió del círculo de invocación se lo comió de un bocado... No sé cuántos años lleva el gremio detrás de esa bestia y ahora nos lo estamos cenando...

Hicimos una fogata enorme aprovechando los árboles que talé con mi espalda y todo el pueblo contribuyó para que aquella fiesta fuese del agrado de todos.

Uhm... ese guiso... esa carne... que buena pinta tiene todo... Un simple sorbo de aquel guiso me hizo recordar por las malas que no podía comer carne. Me resigné, me aparté de todos como de costumbre y monté mi propia fogata para hacerme un triste guiso de verduras mientras lloraba.

Al menos tengo una aptitud nueva, un cristal de monstruo con forma y color diferente al del golem y un gusto más refinado y potenciado cuando se trata de comer cosas que no son carne ni pescado.

Oigo muchos pasos tras de mí, demasiados. Me giro con los ojos vidriosos y veo a un escuadrón de caballería frente a mí... ¿Ah?

- ¿Y el fuego? ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Habéis visto al embestidor áureo? – veo a una Selin muy alterada y preocupada, bajando del caballo... ¿que antes no tenía?... - El embestidor ha sido avistado por los alrededores y hemos venido todos los aventureros disponibles en una misión de emergencia para repelerlo y proteger el pueblo.

Me levanto, me acerco a ella y la abrazo mientras rompo a llorar.

- ¿Por qué me pasa todo a mí? Odio mi estómago, ¿por qué me tiene que sentar mal la carne que me cómo?

- ¿Ah?

- Carne a la piedra, guisos de carne, brochetas... incluso están haciendo pastel con la carne más exquisita de la zona ¡y no puedo probarla! Id a celebrar la victoria y dejadme aquí, solo con mis verduras...

- Kioshi. ¿Qué ha pasado con el embestidor áureo? – veo que Indara también ha venido y también está preocupada.

- ¿Ah? - Mis lágrimas desaparecen al mismo tiempo que aparece mi cara de bobo – Nos lo estamos comiendo.

Se produjo un breve silencio.

- ¡¿QUEEEÉ?! – gritan todos los aventureros a la vez.

- ¡¿Estás de broma?! – me pregunta Selin.

- ¿Olvidas con quién estás hablando? – me reafirmo con autoridad.

- ¿Con el exhibicionista? No me digas que le has derrotado desnudo.

Chtsss... Como le diga que acabé desnudo de verdad me lo va a restregar el resto de mi vida. Le agarro de los hombros, la levanto del suelo con total facilidad y la lanzo lejos de allí.

- ¿Le has derrotado de verdad? – pregunta Indara.

- Por supuesto, aquí tengo su cristal si es que sirve para algo. – le pongo el cristal en sus manos, un cristal del tamaño de una calabaza y contemplo su bella apariencia cuando se sorprende por algo que he hecho yo. – Siento que vuestro viaje no haya servido de nada, pero si queréis estáis invitados a la fiesta. Hay comida para un ejército.

Selin vuelve corriendo a por mí, recubierta de paja, con la clara intención de forcejear de nuevo.

- ¿Quién te crees que eres para hacer eso? – dice algo molesta mientras forcejea conmigo - Vengo aquí con todo el gremio para ayudar y ¿me lanzas como un trozo de basura?

- Quizás si no fueses tan idiota y no dijeses tantas tonterías te respetaría más.

- Yo solo digo lo que mis ojos están obligados a ver. ¡Exhibicionista!

- ¿Cómo le venciste? – me pregunta Indara.

- ¡Ah! De un cabezazo. Justo así.

Miro a Selin, cargo con mi cabeza hacia atrás. Noto que nuestras manos se separan, que intenta huir, pero eso no me impide lanzar un cabezazo que acaba siendo amortiguado magistralmente por los pechos de Selin. Creo que la he cagado, pero se sienten tan bien...

- ¡¡IAAAH!!

Tras agradecerles a todos los aventureros su ayuda e interés, deciden quedarse a festejar con nosotros. Unos se mezclan con toda la gente y hay unos cuantos que me hacen compañía.

Les estoy contando toda mi historia mientras lucho por comer, hablar y respirar a la vez. Por culpa de Selin y sus puños de Dendium tengo dos trozos de tela taponando mi actual sangrado nasal.

Nunca me ha gustado contar la misma historia tantas veces en el mismo día, ni estar acompañados por tanta gente, pero esos ojitos tiernos de Indara y de varias aventureras mientras relato todo con detalle hace que vea aquel día con otros ojos. Me prestan atención de verdad...

Logro salvar a los niños, consigo una pelea épica, me hago con una aptitud maravillosa, casi me besa Lira, soy aceptado por las gentes del pueblo, reposo mi cara entre los pechos de Selin, soy alabado, y no rechazado como acostumbraba, por un grupo de mujeres hermosas interesadas en mí y gano diez millones de Circenios gracias a esa magnífica caza. Si el casi beso de Lira hubiese sido beso, aquel habría sido el mejor día de mi vida, pero no me quejo, ha sido un día maravilloso.

 Si el casi beso de Lira hubiese sido beso, aquel habría sido el mejor día de mi vida, pero no me quejo, ha sido un día maravilloso

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