Una mariposa y una arcipreste

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Sonrío mientras paseo por los pasillos de lo que parece... Me paro, miro en todas direcciones... ¿Dónde estoy?

Veo que pasan un par de soldados a lo lejos. Me acerco.

- Disculpad. – les digo... en el momento que se dan la vuelta y veo que son mujeres y encima una de ellas es guapa...

Automáticamente me miraron con cierto miedo e interés. Sus manos fueron a parar a sus armas, pero ninguna pasó de ahí.

- Yo... - les enseño el símbolo – He... estado hablando con Álastar... hace un momento – maldito tartamudeo.

- ¿Qué quieres? – dice la morena que me gusta con cierta aversión.

- No seas tan borde, si está aquí es por algo. – dice la pelirroja que empieza a gustarme.

- ¿Ha...habéis visto a... una niña?

- Sí, está en el recibidor con una mujer.

La soldado me da unas pequeñas indicaciones para llegar y, antes de marcharme, me guiña el ojo a lo que respondo con una sonrisa nerviosa de idiota... Al menos da gusto ver que hay gente que no me trata con desprecio en mi forma de elfo.

Uhm... allí están, tal como dijo. No sé si debería tener unas palabras con Umeko o simplemente marcharme y llevarme a Kyoko... Ahora que todo está arreglado no veo a Umeko como la pesada que no hacía más que joderme... empiezo a verla como la mujer hermosa que es y... no sé si podré hablar con ella...

- ¡Woah! – grita Kyoko tras acercarse a mí – ¡Lo que te has perdido!

- ¿Ah?

- El señor mayor de antes ha hecho que Umeko brillase como una estrella. ¡Ha sido genial!

- Me alegra que te haya gustado. – veo que hace unos pucheros.

- ¿No me preguntas por qué ha pasado eso?

- No me has dejado tiempo. ¿Qué ha sido?

- Ahora es una sacerdotisa de Circe.

- ¿Ah? – la miro, ¿acaso no lo era antes?

- ¡Ki...Kioshi! – me dice Umeko muy seria frente a mí. Al menos no me ha llamado elfo. La miro. – Yo... Siento mucho lo que pasó... lo que hice... Lo he pensado durante mucho tiempo... Si... si no hubiese llegado a Hitoriko, ahora mismo tus alumnos... seguirían con vida... - noto que se le empieza a romper la voz – Por mi culpa... no te creí...

Fue instintivo poner mi mano sobre su hombro.

- Ah... Llevo atormentándome por lo mismo desde que salí huyendo y... la culpa fue de ese desgraciado.

- ¿Qué ha pasado? ¿Quién es ese desgraciado?

- Verás... Esta señorita y yo tuvimos ciertos problemas y fuimos engañados para hacer algo que no queríamos. Mi gente salió lastimada por eso, pero el culpable ya... - mierda... ¿que ha sido de Anthony? Miro a Umeko.

- La guardia del clero ha ido a por él. – me aclara Umeko.

- Ese hombre mayor me ha dado el remedio para solucionar el problema.

- ¿El qué?

- Algo para curar sus heridas.

- ¡Woo!

Veo que Umeko me mira extrañada.

- ¿Te ha ofrecido...?

- He de ganármelo, pero no pienso parar hasta conseguirlo.

¿Un mundo de fantasía sin un Rey demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora