Lo que aún me quedaba por ver...

116 26 3
                                    

El problema se había solucionado exitosamente, pero seguíamos teniendo otro problema que no me dejaba irme a descansar. Si los muertos se levantaron, quería decir que había un nigromante cerca y eso, en cualquier juego era algo muy malo...

Habíamos hecho algo realmente importante, algo por lo que Álastar estaría orgulloso, pero por no alertar al pueblo, nadie sabe lo que hemos hecho. La única forma de que esto sirva para algo es encontrar al nigromante.

Umeko se encargó de llevar a Kyoko de vuelta a la mansión. Después de cargar tantos muertos, puede que oliese un poco a ellos y necesitase una ducha...

- Menuda noche... - suspiro – y lo que aún nos queda...

- Has purificado el cementerio. Ya no queda nada que hacer, solo descansar. – dice Umeko.

- ¿Y el causante de todo esto? No creo que los conjuros se puedan lanzar a kilómetros de distancia. Si estamos hablando de muertos, tiene que haber un nigromante muy cerca.

- Ah... te refieres a eso...

- ¿A qué si no? ¿De qué sirve hacer todo lo que hemos hecho si la iglesia no sabe de nuestras hazañas? El nigromante es la prueba de todo.

- Hemos ayudado a la gente del pueblo.

- ¿Pero tú no querías acompañarme para ayudarme a conseguir el favor de la iglesia?

- Sí, pero... en el caso de que no encontrases al nigromante... - aparta la mirada – habríamos hecho algo bueno.

- El pueblo puede no saber lo que ha pasado esta noche, pero la iglesia debe saber que hay un nigromante suelto. Si son tan peligrosos como los elfos creo que, si no lo encontramos, deberíamos poner a la iglesia en alerta.

- N...no creo que sea necesario... seguro que ya se ha ido o... quizás es un nigromante inofensivo que quiere asustar a la gente... ¿Qué nigromante alzaría a los muertos para que paseasen por un pueblo?

- Uhm... Me da igual. Quiero ganarme el favor de la iglesia e informaré al respecto.

- No creo que sea necesario...

- Eres una arcipreste... ¿qué clase de arcipreste no odia a los muertos vivientes? Son vuestro némesis.

Sigo andando, de camino a la mansión. Umeko no me acompaña.

- ¿Umeko? – me giro. Está parada, mirando al suelo.

- Creo que no hay ningún nigromante. – me contesta ella.

- ¿Ah? ¿Cómo puedes estar tan segura?

- Verás... cuando estaba curando a Siora tuve que lanzar dos conjuros para poder eliminar su enfermedad.

- Ajá. ¿Y qué sucede con eso?

- Verás... el primer intento... - veo que empieza a hacer círculos con el pie en el suelo... - ¿cómo podría decirlo?

- ¿Ah?

- Creo que fui yo...

- ¿El qué?

- Yo... tengo ciertos... problemas a la hora de lanzar conjuros y... es muy raro que suceda, pero, cada vez que lanzo cualquier conjuro, puede conjurarse otro totalmente al azar...

¿Qué?

- ¿Qué?

- No puedo controlarlo y... el primer conjuro que lancé ayer... pensé que era un simple conjuro sin importancia... pero puede que ese conjuro fuese el que ha levantado a los muertos y... je, je... quizás haya sido yo la responsable de lo que hemos vivido...

¿Un mundo de fantasía sin un Rey demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora