Un momento para el recuerdo

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Lila tenía razón cuando le aseguró a Kyoko que si mostraba interés iba a tardar poco en aprender y volver a juntarse conmigo. Nos pasamos el resto del día jugando, cantando y aprendiendo canciones, y haciendo todo lo posible por lograr que los pechos de Bastet botasen, ya que Umeko...

Estaba fuera del lago, con las demás, pero cuando me acercaba se alejaba. Se veía tan vulnerable y tan colorada... Cada vez que agarraba su maza yo intentaba salir corriendo por lo que pudiese pasar.

Lo que pasó con ella antes de que todos volviesen es algo que todavía no entiendo del todo, pero que lo atesoraré como el mejor recuerdo de mi vida.

Antes de que llegasen, cuando desperté de mi inconsciencia, lo primero que vi fue a Umeko de espaldas y... je... no tenía sostén. Rosa le estaba terminando de hacer otro, aunque no sé por qué se le había roto.

- ¡Date la vuelta! – me gritó Umeko muy apurada.

Yo, como buen caballero, me di la vuelta y miré de reojo cuando escuché "aquí tienes" por parte de Rosa. Pensé que podía ver algo, pero lo único que recibí fue un mazazo que me hizo un chichón...

En ese momento decidí ir a por fruta, marcharme un poco, antes de que Umeko tuviese más sentimientos homicidas sobre mí. Espero que Rosa la calme un poco...

Cuando estaba terminando de coger unos plátanos y melocotones salvajes, apareció Rosa a mi lado... ¿Qué estaba haciendo aquí? Aunque he de agradecerle que viniese... Cuando menos cuenta quise darme, me había alejado demasiado y probablemente me habría costado encontrar el camino de regreso.

- Umeko me ha dicho que quiere decirte algo. – dice Rosa.

- ¿Bueno? – pregunto con cierto temor.

- Me ha dicho que estés callado y dejes que hable.

- ¿Tanto se ha enfadado por mirar de reojo?

- ¿Ah? ¿Enfadado? Jiji... No sabes lo roja que se puso cuando te hacías el muerto y le agarraste sus pechos a traición.

- ¿Sus pechos? – O sea... esa luz que toqué... Uhm... Creo que me puedo ir despidiendo de que me vuelva a hablar de la misma manera...

- Venga, ve. Yo te sigo con la fruta.

Tengo miedo de lo que me pueda decir. Si fuese Selin, tendría mucho más miedo de lo que pudiese hacer, pero siendo Umeko, tengo esperanza de solo recibir un chichón.

Salí del bosque y la vi sentada a lo lejos. En cuanto me vio, se levantó y se acercó a mí. Estaba totalmente roja y yo... yo no sabía qué pensar. Estaba tan nervioso que no me fijé en su espectacular cuerpo semidesnudo... Bueno, un poco sí que me fijé, pero cuando se inclinó y me dio un beso en la mejilla, casi tocando mis labios... ¿Qué era eso? ¿Por qué? ¿Qué me he perdido?

Umeko se apartó de mí, con los brazos cruzados y la cabeza mirando al suelo. En ese silencio tan raro en el que yo me sentía el hombre más afortunado del mundo, en ese silencio en el que estaba a punto de comenzar un sangrado nasal, se escuchó una risita pícara.

Ambos miramos en esa dirección. Rosa estaba sonriendo.

- Sabía que te gustaba. – Ambos vimos cómo su cuerpo cambió por completo y tomó mi aspecto...

¿Qué me he vuelto a perder?

- Has tenido el valor de hacer lo que te dije...

Antes de que Rosa pudiese terminar su frase, la cabeza de Umeko comenzó a expulsar una cantidad ingente de humo y, seguidamente, más roja que un tomate, comenzó a perseguir a Rosa, con una energía que jamás había visto en ella, como si en verdad quisiese matarla por algo que no estoy seguro, pero... Me había besado, en la mejilla pero... je...

Creo que es por eso por lo que actualmente Umeko no me deja acercarme a ella, ni a Rosa... De vuelta a nuestro hogar, con la lección de Kyoko aprendida, Umeko no dijo ni una palabra. Solo se escuchaba hablar a Kyoko, diciendo lo mágico que había sido ese encuentro mientras me enseñaba una de sus múltiples nuevas transformaciones: una pantera negra, tan grande como yo...

Pues sí es verdad que iba a ser más útil en combate, aunque no me importaba que siguiese como hasta ahora.

Pero no hay nada mejor como volver a nuestro hogar después de ese satisfactorio día y encontrarme con un problema de cara... ¿Acaso no puedo tener un día tranquilo?

¿Un mundo de fantasía sin un Rey demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora