El embestidor áureo

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Al día siguiente, Selin estaba lista para partir en solitario. Ya le había dado la lista que Lira hizo y añadí ciertas cosas que quería, entre ellas los ingredientes para hacer curry. Puede que fuese herbívoro, pero al menos el curry se podía hacer sin nada de carne ni pescado... era un alivio.

- ¿Qué es una guitarra española? – me pregunta.

- ¿No sabes qué es una gui...? – recuerda que esto es el medievo y estás en un pueblo - ¿qué sabes sobre la música?

- Dicen que es bonita, pero lo poco que he oído tampoco me ha impresionado tanto.

- ¿Tenéis algún músico en este pueblo?

- Que va. Lo que escuché fue cuando fui a la ciudad y en el gremio que coincidí con un bardo.

- La guitarra es un instrumento musical.

- ¿Eres músico? ¿tú? – me dice de forma burlona.

- Oye, ¿tienes algún problema con eso?

- Con tu puntuación de carisma tan mediocre... - ¿Cómo que mi puntuación de carisma mediocre? A mí me da igual cantar regular, ya lo tengo asumido.

- Para que lo sepas, los niños aprenden mejor las lecciones con canciones y juegos.

- ¿No te da lástima toda la gente que está arreglando la escuela?

- ¿Ah?

- Seguro que si te pones a cantar derribarás el trabajo que tanto ha costado.

Chtss... ¡maldita idiota! ¿A qué viene esa frase ahora? ¿Y esa risita?

- Me están entrando ganas de componer una canción sobre tu ropa interior y cantarla por todo el pueblo. – su sonrisa se apaga.

- No sería ninguna sorpresa viniendo de un exhibicionista pervertido como tú.

Y otra vez estamos forcejeando... ¿por qué siempre acabo así con ella?

Esa misma tarde me atreví a hablar con Lira a solas. La noche anterior había estado recapacitando y ella tenía razón. No sabía nada sobre este mundo y quizás ella fuese la ayuda que estaba buscando para empezar a conocer cuanto más mejor.

Le pedí clases particulares con el fin de aprender lo máximo posible y de ver qué tal maestra era, porque no me explicaba cómo habían aprendido tan poco con una mujer tan lista como decían.

Creo que solo me aceptó por la suma de dinero que había invertido. No parecía muy abierta a dejarme entrar en su clase...

Lira no necesitaba libros para enseñarme lo básico de este mundo. Era una enciclopedia y enseñaba realmente bien, aunque su área más floja eran las letras, era una mujer de ciencias. Era estricta y parecía una profesora modelo de universidad... ahora entiendo por qué los niños aprendían de esa forma. Es muy buena con gente formada y adulta, pero no tiene ni idea de cómo se le tiene que enseñar las cosas a los niños.

A la noche, cuando pienso que el intensivo de estudio ha terminado, justo cuando hago intención de irme, noto cómo Lira se acerca por detrás a la silla en la que estoy sentado... Noto que algo blandito toca mi cabeza y poco a poco me va envolviendo una nube acolchada y esponjosa. Inclino ligeramente la cabeza hacia arriba y veo a Lira, mirándome desde lo alto...

Según las normas de este mundo, los elfos somos inmunes a efectos de dormir... ¡Mentira! Tener mi cabeza entre sus pechos era una situación que había querido desde hacía años y, vivirla por primera vez me transmitió una tranquilidad, una comodidad y una paz que me hicieron desconectar de todo. Además de un pequeño sangrado nasal.

¿Un mundo de fantasía sin un Rey demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora