Ah... Mi pecho... me duele... Me siento mareado... como si hubiese tenido una pesadilla y me hubiese levantado de golpe, pero cuando mis ojos se abrieron, me di cuenta de que había vuelto a pasar... Esa explosión que me derribó...
Mi cuerpo estaba sobre una cama, con el torso vendado, en una habitación que... Mi mirada comenzó a perderse en el vacío de la desesperación, mi respiración se volvió torpe y agitada, como si mi propio cuerpo me estuviese dando señales para que dejase de respirar.
Mi cuerpo dejó de sentir dolor por el daño sufrido y comodidad por el colchón sobre el que estaba. Lo único que sentía era un dolor indescriptible en la garganta que se extendía hasta mi estómago.
Umeko apareció en ese mar de oscuridad, a mi izquierda. Sentí el tacto suave de su mano cogiéndome la mía reflejando una expresión de preocupación en su rostro...
Giré mi mano para sentir algo de vida en mí, pero cuando vi que mi cabello estaba suelto y alborotado volví a sentir cómo mi alma volvía a resquebrajarse. Mi trenza se había deshecho y jamás volvería a tener una igual... Kyoko...
Umeko desapareció, aunque su tacto no. Empecé a recordar lo ocurrido... cómo Loen me miraba, cómo me prometía que no le iba a hacer daño y, en cámara lenta, recordar mis últimos momentos... recordar cómo Kyoko comenzaba a brillar para acabar reventando de una explosión...
¿Qué clase de maldición es esta? ¿Por qué pierdo a todas las personas que me importan?
Mis oídos hicieron que me percatase de una presencia más, a mi derecha. Álastar... soltó un suspiro al verme y...
- Menos mal que despiertas. – escucho decir a Álastar en un vacío silencioso – esa explosión... Es una suerte que no haya habido bajas importantes.
Bajas importantes... Que no haya habido bajas importantes... Sentí como si un cuchillo se clavase en mi alma al escuchar repetidas veces esas palabras.
Mis ojos se abrieron por completo, mi mirada de pura confusión se clavó en Álastar mientras que las primeras lágrimas resbalaban por mis mejillas.
"Bajas importantes..." Apreté mi mandíbula al contemplar el alivio de Álastar. "Bajas importantes..." Mi rostro manifestó el odio que sentí en ese momento hacia Álastar...
- "Kioshi... ¿Me seguirás queriendo, aunque no sea una persona importante?" – en mi cabeza resonó esa frase que me dijo Kyoko cuando pensé que la había perdido... no pude más.
"Aptitud desbloqueada: Ira de Ares"
Ni siquiera sabía lo que acababa de aprender, ni me importaba, solo sabía que mi cuerpo había comenzado a volverse más grande, que mi musculatura había crecido y que mi mente solo quería destruir...
De forma inconsciente, le lancé un puñetazo a Álastar, en toda la cara y salió despedido. Atravesó multitud de paredes hasta que acabó alejándose de mí. No le veía, pero mi rabia seguía más activa que nunca. Jamás le perdonaría esas palabras y, lo único que mi mente me estaba dejando bien claro era que, de este combate, solo uno de los dos iba a salir con vida.
Me levanté y me dispuse a perseguirle hasta el infierno, pero una pequeña fuerza me sujetaba de mi muñeca e intentaba impedirme moverme. Me giré y vi a Umeko, aterrada, agarrándome la muñeca... Quería golpearla... y me dispuse a ello, pero con solo apretar la mandíbula y enseñarle los dientes me soltó.
Atravesé los destrozos, seguí el rastro de destrucción y... allí estaba mi presa... levantándose del suelo en mitad de la plaza mientras la gente corría sin saber dónde ponerse. Frené unos instantes; sentí que algo andaba mal, que no debería estar haciendo eso... toda esa gente corriendo, asustada.
- ¡Que todo el mundo se aleje de aquí inmediatamente! – ordenó Álastar.
Mi cuerpo quiso calmarse, mi corazón quiso llorar, pero mi mente me volvió a repetir la misma frase "Es una suerte que no haya habido bajas importantes".
Cargué hacia él, pero en esta ocasión no logré golpearle. Me frenó ambos puños con sus manos, generando una onda expansiva que nos hundió ligeramente en el suelo. Nos quedamos cara a cara... qué pequeño parecía en esta ocasión...
- ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Cálmate! – me gritó Álastar.
- ¡¿Sin bajas importantes?! – el dolor estaba hablando por mí.
Cargué mis pulmones con violencia y, desde una posición superior, usé mi grito de Banshee contra Álastar para enterrarlo varios metros en el suelo.
Noté una presencia a mi derecha, una presencia peligrosa que estaba a punto de golpearme, pero en vez de esquivarla, me quedé quieto y recibí un corte ardiente... Me miré el cuerpo y veía la herida cauterizada y, sin embargo, no sentía dolor. Estel... la vi frente a mí, con su espada en llamas.
Apreté la mandíbula, apreté mis puños para que comenzasen a generar fuego sagrado y golpeé con todas mis fuerzas contra ella. Su escudo se interpuso por última vez y Estela salió despedida varios metros, con el escudo hecho añicos.
De nuevo otra presencia peligrosa, pero esta vez me pilló desprevenido y su puñetazo en mi mandíbula me lanzó varios metros por el aire.
- ¡He dicho que todo el mundo fuera! – gritó Álastar.
Lo siguiente que recuerdo fue un combate entre Álastar y yo en el aire. Él también podía caminar sobre él y peleaba mucho mejor que yo, aunque no era algo que me importase. Mi fuerza era superior a la suya y cada vez que lograba golpearle le hacía mucho daño.
Mi fuerza parecía ilimitada, mi aguante parecía ilimitado hasta que Álastar me dio un fuerte codazo en la cabeza que me estampó contra el suelo. Eso sí me había dolido, pero esa frase... esa frase insensible me hacía levantarme una y otra vez; no podía permitir que alguien dijese que Kyoko no era importante y se fuese de rositas, no... Debía pagarlo... ¡Debía pagarlo!
- ¿Kioshi? – escucho una voz débil, entrecortada y triste a mi derecha.
Los fragmentos del suelo comienzan a bordear y caer de mi cuerpo cuando me levanto y miro a mi derecha, pero no veo nada, el humo que se ha generado con mi choque me lo impide, pero por algún motivo lo he escuchado...
Doy un par de pasos para salir del humo y, la primera persona con la que me encuentro en una plaza vacía es a Bastet, pero ella no había sido la responsable de esa voz... Álastar descendió del cielo y se puso delante de Bastet y, detrás de ambos...
¿Qué clase de juego estaba siendo ese? ¿Qué clase de entidad maligna me podría castigar con una ilusión como esa? ¡¿Qué hace Kyoko detrás de ellos?!
- ¿Ky... Kyoko? – por fin pude decir algo diferente en ese estado que comenzó a perder fuerza...
- Kioshi... ¿Qué pasa? ¿por qué te estás pegando con el señor mayor? – me pregunta una Kyoko triste, a punto de echarse a llorar.
- ¿Esto es lo que quieres enseñarle a Kyoko? – me pregunta Álastar.
- No... yo... ¿por qué...?
Di unos pasos hacia ella y vi cómo ella intentó dar unos pasos hacia mí, pero Bastet se lo impidió aun cuando se convirtió en gato para ser más escurridiza.
- ¿Por qué me hacéis esto? – empecé a enfadarme de nuevo, me estaban manipulando... tenía que ser una ilusión... No tenía ningún sentido. - ¡¿Pretendes engañarme con una ilusión?!
Mi cuerpo estaba realmente agotado, pero logró sacar un ápice de fuerza para llamar de nuevo el poder de mi ira... Álastar desapareció y noté como un golpe en la cabeza me dejó inconsciente.
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¿Un mundo de fantasía sin un Rey demonio?
FantasíaKioshi es un chico impopular que decidió dedicar su vida a la enseñanza infantil para poder tener una historia de amor con una hermosa profesora. Nada de eso sucedió ya que murió nada más graduarse y se reencarnó como elfo en un mundo de fantasía. G...