Dklghqwlibvgqwlvfbdskvf

89 25 1
                                    


Lo primero que me dijo esa mujer nada más salir del gremio fue que si quería acompañarla a su habitación, que tenía reservada una en una posada cercana...

Todo está ocurriendo tan rápido que solo puedo sentir felicidad, aunque en el momento que me topé con la realidad comencé a ser yo mismo de nuevo... Parecía un maldito saco de nervios cuando pasé a su habitación.

Ella pasó primero y yo pasé después. Cerré la puerta y sucedió esa escena; esa maravillosa escena en la que la chica se queda arrinconada entre la pared y un valeroso hombre que apoya su mano en dicha pared con su brazo estirado para quedar cara a cara... Solo que, en esta ocasión, el que estaba arrinconado y contra la pared era yo...

Comencé a respirar realmente rápido mientras que mis ojos no podían dejar de mirar su escote e iba alternando con los ojos de aquella preciosa mujer... Ni siquiera sabía cómo se llamaba y ya estábamos dando ese paso.

- Llevo años buscando alguien como tú... - dice la mujer, impaciente.

- Y...yo... yo... también... - pufffff, hola de nuevo a mi tartamudez extrema – Yo... ¿podríamos... presentarnos? No sé cómo... tu nombre.

- Por supuesto. – veo que se le dibuja una sonrisa y quita su mano de la pared – Contigo me puedo presentar con mi nombre real y no con el artístico. Me llamo Bastet – dice señalándose con la mano izquierda.

Bastet... Me suena haber oído ese nombre con anterioridad, pero no logro ubicarlo en este momento de tensión... Al menos ya sé cómo se llama. En el instante que me despego de la pared, Bastet vuelve a acorralarme, pero esta vez me mira con el ceño fruncido, guardando silencio, como si esperase a que dijese algo.

Estaba tan tenso y tan perdido que la mera aparición de un gato negro en la ventana me asustó.

Venga Kioshi, este es tu momento, quiere que la halagues, ¡muestra tus cartas de una vez!

- ¿Bonito nombre...? – Bien hecho Kioshi, no hay nada mejor para halagar a una mujer que preguntarle algo que crees que puede ser... ¡¡AAAAH!! ¡IDIOTA!

Veo que Bastet me mira con cierta sorpresa.

- ¿Acaso no sabes quién soy? – me pregunta.

- ¿Una maestra en la música? – le pregunto.

- Quítate tu máscara de una vez y muéstrame tus orejas de elfo.

¿Acaso es alguna fan o alguna mujer con un fetiche concreto? Pero... espera... ¿cómo lo sabe?

- No... no sé de qué me estás hablando. – mis nervios comienzan a cambiar de motivo de preocupación...

- ¿Por qué estás asustado? ¿En serio no sabes quién soy? Soy yo, Bastet, la diosa de tu gente que ha descendido de los cielos para encontraros.

Se está quedando conmigo...

- Experto...

- ¿No te fías de mí? – refunfuña un poco.

En el momento que vi sus estadísticas tuve claro una cosa... Cuando examiné por primera vez a Álastar, pude ver sus estadísticas sin ningún problema, esas increíbles estadísticas, pero esta mujer...

¡¡¡¡¡AAAAAAAH!!!!! ¡ES UNA DIOSA DE VERDAD! ¡Ni siquiera puedo ver sus atributos! Todo está en interrogaciones y abajo puedo leer "Examinarme sin mi permiso está mal" y un corazoncito al final...

Ahora empiezo a recordar ese nombre... Es esa mujer, esa diosa a la que todos los sacerdotes de Circe tratan como a la mayor escoria del mundo; la que aseguran que es una maníaca genocida, pero, por otro lado, es amiga de Némesis...

¿Un mundo de fantasía sin un Rey demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora