El escudo irrompible

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Dichosa Bastet... En el momento en que se enteró que íbamos a por un dragón intentó de todas las maneras posibles escapar. "Que si lo suyo era la palabra, que no le gustaba combatir, que si iba a ser un estorbo..." Si Kyoko ha podido adaptarse a la función del grupo siendo una ladrona, ella también puede. Me la llevé a rastras. Ir a una misión de combate no requiere tener que estar en primera fila con Umeko y conmigo.

Pusimos rumbo al pueblo que nos indicó Vewel, el más cercano al castillo donde supuestamente debería estar el dragón, o al menos, donde antes estaba.

Una vez que llegamos allí... ¡qué desastre...! Intentábamos buscar información sobre lo que había pasado, sobre el dragón y obteníamos siempre la misma, sin problema, pero en el momento en que se me pasó por la cabeza preguntar indirectamente sobre un héroe que fue a ayudar... Siempre... ¡Siempre pasaba algo que me impedía hablar! Ya fuese que me mordía la lengua, que me atragantaba con mi propia saliva, que me resbalaba y acababa sin habla con la cabeza metida en el escote de Umeko y mis manos agarrándole sus pechos...

Dichosa Kyoko y su aptitud divina... En el momento en que esa aptitud se propone algo, es absurdo intentar jugársela. Cuando me di cuenta de esto, decidí que era mejor no preguntar más de la cuenta, ya tenía un sangrado nasal, la lengua triturada y la forma de una mano en mi cara. No quería recibir más daño, aunque no me importaba volver a resbalarme...

Finalmente llegamos al castillo abandonado... Me pregunto a quién perteneció esta inmensa fortaleza. Está un poco hecha polvo, pero se mantiene en pie.

- Kioshi, ¿no crees que debería quedarme en el pueblo con Kyoko? – dice Bastet en un último intento de convencerme para dejarla ir.

- Pero yo no quiero irme. – contesta Kyoko.

- Tú eres la que insistió en venir con nosotros. ¿No querrás que la iglesia te secuestre mientras no estamos? – digo.

- Eres un hermano mayor horrible, exponer a tu hermanita de esta forma y encima asustar a una joven y bella diosa... - añade Bastet.

- Oye... - me di la vuelta y le puse el dedo en la nariz – Kyoko ya ha demostrado ser más útil que tú, incluso Umeko.

- Cómo que "incluso Umeko" – me dice Umeko algo mosqueada.

- Para ser una arcipreste se maneja bien en combate; su prueba de acceso fue enfrentarse contra un ogro, la tuya va a ser apoyarnos contra un dragón, a ver de qué eres capaz.

- Por favor... - dice con aires de prepotencia - Soy más capaz que cualquiera. Soy la diosa de la protección; mi magia está enfocada a eso. Puedo mitigar cualquier tipo de daño.

- ¿Sí?

- ¿Por quién me tomabas? – pone una cara de indignación y hace un gesto con su cabeza melodramático para evitar el contacto directo conmigo. – Conmigo en el equipo y con una sacerdotisa de Circe, jamás tendremos ningún problema con los enemigos.

- A ver si es verdad.

En el momento en que entramos en el castillo, vi que Kyoko quería salir corriendo por el simple hecho de correr, deambular o jugar por un lugar tan grande, pero se notaba que era muy madura y se había contenido. No es para menos.

- Bastet, ¿puedes lanzarme alguna protección contra la electricidad? – recuerdo que el anime que vi hace años de unas dragonas, había una blanca que era de electricidad, el plateado tiene que ser parecido.

- ¿Para qué? – me responde Bastet.

- El aliento del dragón.

- ¿No habías dicho que era un dragón de plata?

¿Un mundo de fantasía sin un Rey demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora