Contratos, pechos y más pechos

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No hay nada como volver a casa y ser recibido con un problema... Quería visitar a todos mis alumnos y proponerles un plan digno del verano, indispensable en cualquier anime: un día en la playa, en el lago en esta ocasión y con alumnos menores en vez de con adolescentes tetonas... Bueno, al menos si accede Lira y Selin las vistas podrían animarse mucho.

Estoy en la frutería para verme con Kuro y me topo con mi problema. Hay un guardia con armadura y con el emblema de la casa noble que controla este pueblo... El padre de Kuro le está atendiendo. Saca un papel y se lo extiende en el mostrador.

- Buenos días maestro, en seguida estoy con usted. – me dice. – ¡Hijo!

Kuro sale de la trastienda y se pone al lado de su padre tras saludarme.

- ¿Puedes leer esto?

- ¿Qué es? – pregunta Kuro.

- La renovación del contrato.

- Firme como cada lustro y ya. – exige el soldado.

Uhm... me acaba de picar la curiosidad a esa reacción y ese contrato.

- ¿Podría echarle un vistazo rápido? – pregunto.

- Claro. – me dice el padre de Kuro quitándole el contrato de las manos de su hijo.

- ¡Eh! Puedo leerlo, déjame. – refunfuña Kuro.

- ¿Por qué no se limita a firmar? – repite el soldado. – El contrato no ha cambiado.

- ¿Hay algún problema porque lo vea? – pregunto al soldado.

Cojo el contrato y lo leo... Por la reacción del soldado me sorprende lo que veo escrito. Era un manuscrito con el sello de los jueces y de la casa noble correspondiente. En él venía escrito algo que, gracias a Lira comprendí que era un "contrato" de alquiler del terreno bastante decente. Pero había algo que me mosqueó, el porcentaje que debían pagar y todos los números importantes estaban escritos en letras y no en números...

- ¿Cuánto era el impuesto que pagabas antes? – pregunto.

- Un quince por ciento, como siempre. – me dice el padre de Kuro.

No puedo evitar mostrar una sonrisa de indignación. Menudo hijo de puta. Miro al soldado con el ceño fruncido, me acerco a Kuro y le entrego el contrato.

- Kuro, ¿podrías leer esto en voz alta? – me cruzo de brazos y contemplo la reacción del soldado.

El contrato estaba bien redactado gracias a la enorme labor de los jueces qué, sinceramente, funcionan mucho mejor que en cualquier país de mi mundo. En el momento que Kuro leyó que solo tenían que pagar un siete por ciento, se generó un ambiente de confusión y cierta alegría, al menos por parte de la familia de Kuro. No soy el mejor leyendo caras, pero noté que el soldado estaba enfadado...

- Has leído mal, niño. – replica el soldado.

- Yo también he leído un siete por ciento.

- Deberíais aprender a leer mejor.

- ¿Ah? Tengo entendido que el orden jurídico dicta que los jueces tienen más poder que cualquier noble de poca monta – remarco esto último – y que, si los contratos sellados por ellos se incumplen... ¿quizás debería llevar este documento a los jueces y pedirles que lo lean porque un soldado asegura que ahí pone un quince por ciento?

Madre mía, parezco un abogado que entiende de lo que habla. La formación básica que tuve en la escuela me está sirviendo bastante en un mundo en el que la educación y los conceptos jurídicos... ¿no existen?

¿Un mundo de fantasía sin un Rey demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora