Capítulo 45

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Narra Blade

Al regresar a clases nuevamente llevé conmigo la constancia médica y todas mis libretas para presentar tareas y trabajos.

Uffff, y sí que son muchas.

Bajé del autobús, porque sí, había decidido tomarlo, hoy ir caminando hubiera hecho que mi espalda se hiciera papilla. Y no queremos ver eso.

La parada solo me dejaba una cuadra antes del instituto pues el bus dobla ahí, así que camino desde ahí con las cosas en mano. Seguramente se imaginan cómo he de lucir. Llevo las libretas en la mano derecha, y del otro lado llevo colgada la mochila y mi termo de café, porque hoy ni tiempo para eso me dio. Bendito café.

Esto se está haciendo pesado—canturreo para mis adentros.

—Oye, Blade. ¿Quieres una mano?

Y ahí estaba en mi campo de visión, Jack Andrew Daniels, o mejor conocido por mí como Jada.

Por la sorpresa me quedé viéndolo a los ojos y a su mano extendida frente a mí y viceversa. Dios, he parecido una grosera.

—Oh, está bien. Muy amable.

Decide ayudarme con las libretas y al cogerlas su mano toca ligeramente la mía. Moriré.

Su tacto me hace ponerme nerviosa y colorada. Es increíble que este chico tenga ese efecto en mí. Pero no lo dejare ir tan lejos, aquí no tenemos espacio para sentimiento.

Oh, claro. Recuerda que no se pueden ocultar.

Vamos a ver si es cierto. Además, no pedí tu opinión.

—¿Y bien?

—¿Ah?

Sonrió con ternura viéndome a los ojos, sin escrúpulo alguno, y yo me derretí por dentro.

—Te pregunté si te sientes mejor.

—Ah. La verdad sí, me sirvió de mucho haberme ido adonde mi familia. Me siento con las pilas recargadas hasta mil.

—¿Y eso no es peligroso más bien? Ya sabes, las pilas a mil—sonrió de lado.

Por unos segundo, muy cortitos, miré su sonrisa y no pude no detenerme a observar cada detalle en él. Seguía siendo el mismo. Mismo corte, mismo estilo, mismo perfume y misma personalidad. Solo que un poco diferente, quizás su corazón.

Y volví a la realidad.

—Oooh, tú sabes que bromeo.

—Claro que sí.

Al llegar a las puertas del instituto nos detuvimos uno frente al otro, yo me detuve en sus ojos, que por primera vez no me dio vergüenza hacerlo. Me sentí extrañamente cómoda ahí, parada frente a él sosteniéndole la mirada.

Hasta que la burbuja se rompió.

—Hola, amor. ¿Estás bien?

Su novia, Alice.

—Ya deja de llamarme así, Alice. Ya he dije que no hay nada entre nosotros.

—Pero yo sí te quiero.

Ver aquello me hizo cuestionarme muchas cosas. Ya había pasado más de un mes lo de Alice, entonces esto que veía era él siguiendo su juego. Jack nunca descansa.

Digo, los vi juntos en muchos lugares, el supermercado, ella en su casa, ella subiendo a su moto—cosa que considero muy romántica, ya saben, es tu moto y alguien más subirá a ella, oh olvídenlo—. Y defenderla, la vez que me gritó en la cafetería frente a todos por ella. Esa vez me marcó, no más bien él sobrepasó el límite. Tonto, Jack.

No Te Enamores De Jack. ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora