My Slave App (+18) (Sonadow, Infirokie, Silvephiles, Scourgexfletxmanicxzonic)

Infinite 38

Abro los ojos lentamente escuchando la alarma sonar con fuerza buscando despertarme, miro la hora, las seis de la mañana, respiro profundo y me remuevo pateando mi sabana hasta quitármela totalmente. No deseo levantarme, pero me obligo a hacerlo.

Empujo con mis pies las latas de soda y otras cosas que tengo en el suelo buscando mis sandalias, al no encontrarlas me rindo y camino sin ellas por la habitación. Tomo mi uniforme que tengo tirado en la silla de mi escritorio y me la coloco, siento un olor algo desagradable proveniente de mí y lo cubro con una colonia.

Tomo la coleta y con mis dedos arreglo mi cabello grasoso y enredado para sujetarlo en una coleta baja. Tomo mi bolso metiendo los cuadernos que tenía afuera, una vez "listo" salgo de mi habitación, bajo las escaleras y voy a la cocina, saco del refrigerador una lata de soda y me la bebo.

Ha transcurrido un mes desde el incidente con el maldito del darkfire, que espero se esté quemando en el maldito infierno. Al final los policías me dieron por muerto y cerraron el caso del asalto, después de todo solamente fue un robo y todos piensan que todo el dinero se quemó en el incendio junto a los culpables.

Una vez se tranquilizaron las cosas nos mudamos a una nueva casa la cual compré días después de que hilary saliera del hopital, más grande para que todos tengamos nuestro propio lugar con todas las cosas necesarias, aunque mamá se opuso en un principio puesto que no quería saber nada de ese dinero, logré convencerla en mudarnos, al final aceptó a regaña dientes.

Su salud como la de mi pequeña hermana es la mejor, aunque hay que mantenernos pendientes en la salud de hilary por si nuevamente vuelve a venir la enfermedad, que espero nunca suceda. Todo ha vuelto a la normalidad, o eso quisiera creer.

Tomo asiento en la mesa terminando la soda y bebiendo otra más mientras veo a mis hermanos entrar alegres a la cocina, se sientan hablando de no sé qué cosas, realmente no les prestó atención, solo miro la lata de soda.

—zero, ya hablamos de esto— escucho a mi madre mientras deja la comida en la mesa —deja eso de una vez, es demasiada azúcar para tu sistema— me trata de retirar la lata, pero no se lo permito

—déjame en paz— me levanto de la mesa y simplemente salgo de casa

—espera, zero!— escucho a mi espalda pero no me detengo

Ella puede llevar a mis hermanos a la escuela.

Miro el suelo mientras camino, viendo mis pies moverse uno frente al otro en un compás lento. Siento un profundo vació en mi pecho y por momentos me siento frio, me siento solo, me siento muerto.

Nada me atrae, nada me interesa, me levanto solo por levantarme, si pudiera me quedaría bajo las sabanas por el resto de mi vida.

No entiendo porque lo sigo intentando, porque lo sigo haciendo, porque sigo viviendo. No tiene sentido que lo intente. Ya no sirvo para nada. Mi familia ya no me necesita, solo soy un estorbo, ¿Por qué me molesto por respirar?

Me detengo un momento mirando frente a mí, estoy frente a la escuela, parece que llegué por inercia. Respiro profundo y me adentro a este lugar, ignorando a todos. Al llegar a mi salón tomo asiento en mi lugar y me recuesto sobre mis brazos mirando hacia afuera, mirando el azul del cielo y esas nubes esponjosas pasar por él.

¿existirá el paraíso? ¿habrá algo más allá de la muerte?

Je, que pregunta tan absurda, claro que la hay, de allí fue que vino rockie.

Rockie.

Tan solo recordarlo mi pecho duele, duele pensar en él. A veces quisiera olvidar, olvidarlo todo, no saber que él existió, no saber que lo amé tanto que lo arruiné por ser un maldito idiota.

Respiro profundo tratando de controlar el dolor en mi ser y el nudo en mi garganta. Quiero llorar, pero no puedo, el dolor se queda dentro y me tortura. Yo soy el que debe estar muerto. No tú, rockie, el que debía pagar todo era yo.

Pero tu maldito idiota te metiste en esto y te fuiste, debiste dejarme allí que yo sufriera mis estupideces.

Maldito seas, mi amado idiota, maldito seas por tratar de proteger algo que no debía serlo.

Y ahora estoy aquí, muriendo por dentro, ahogándome en un poso de brea, lenta y tortuosamente, en mi oscuridad y soledad.

—buenos días— escucho al profesor entrar.

Me acomodo en mi lugar y me fuerzo a poner atención, aunque lo hago solo para que mis pensamientos no me atormenten más.

Cada clase es igual, tomo nota de cada una de las materias y resuelvo los ejercicios.

Cuando tocan el timbre para la hora de almuerzo subo a la azotea, miro el panorama, veo a todos felices, todos hablando, todos, teniendo una buena vida.

—rockie— su recuerdo llega a mí de repente.

Cierro los ojos y recuesto mi rostro contra el alambre de la cerca sujetándome. Siento que me falta el aire y una fuerte frustración nace en mí.

Solo quiero verlo. Solo quiero que esto sea una maldita mentira.

Lo extraño, lo extraño mucho.

Si yo no hubiera sido tan idiota, sin tan solo lo hubiera escuchado, sin tan solo hubiera dejado el celular en casa, el estaría conmigo aún.

El que merece estar muerto soy yo, no él, yo y solo yo soy el monstruo que lo hizo sufrir, yo debería estar bajo tierra, yo debería desaparecer.

—rockie— el pecho me duele, me cuesta respirar

Quiero llorar, pero no sale ninguna lagrima, solo gruño molesto como animal herido buscando proteger lo poco que le queda de vida.

Escucho el timbre para regresar a clases, respiro profundo calmándome un poco. Me repongo y tomo camino a mi clase.

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Al llegar a casa voy directamente a mi habitación cerrando con llave, dejo unas latas de soda a un lado, tiro mi mochila, mi uniforme y mis zapatos, colocándome solo una camiseta. Suelto mi cabello y me tiro a la cama.

Me siento sin energía, sin voluntad, no quiero hacer nada. Escucho mi celular sonar, pero lo apago, no me importa quién me llama, no me importa nadie, no me importa nada.

Cierro los ojos tratando de dormir, o por lo menos salir de la realidad.

Solo quiero desaparecer, aunque sea un momento, y volver a verte, aunque solo sea en mis fantasías.

—rockie—