The love not always is easy - Zayn Malik y tu (NOVELA GAY)

CAPITULO 7: Peleas.

Domingo a la noche
El castaño abrazó a su padre, y entró a su casa. Aún tenía una sonrisa en el rostro, e incluso creyó ver a Zayn a unos metros de su casa, pero desechó la idea.
- ¿Viniste solo? – preguntó su padre, mientras ambos tomaban asiento en el sillón y TP(Tu Papa) encendía la televisión. – Es peligroso que andes caminando por esta hora de la noche.
- No, me trajo Zayn – trató de que la sonrisa no se le ensanchara - el tío de Santana. Al parecer el primo de Blaine es amigo de Zayn, y justo se pasó por la casa. – explicó el castaño – y si no quieres que ande caminando a la noche, me podrías comprar un auto. – añadió medio en broma, medio enserio.
- Tal vez para cuando cumplas dieciocho, el taller está muy concurrido últimamente.
En eso la puerta de la cocina se abrió y salió un Finn con la boca llena, y los brazos cargando dos tarros llenos de pochoclos. Le sonrió a __ y se sentó entre se hermano y su padrastro.
- Voy a ayudar a Carole con la cena – dijo el castaño y se dirigió a la cocina.
Una hora después estaban los cuatro sentados alrededor de la mesa, escuchando a Finn discutir con Rachel por teléfono. __ rodó los ojos. No tenía idea de cómo esos dos habían terminado juntos, o mejor dicho, como era que aún lo seguían estando.
- __ ¿crees que me podrías ayudar con el taller por unas semanas? Es que uno de mis trabajadores se quebró un brazo jugando al Football, y últimamente el taller está recibiendo mucha clientela. –pidió TP.
- ¿No puede ayudarte Finn? – El castaño no se iba a rendir sin dar pelea, si su padre pensaba que se iba a meter en uno de esos trajes azules sin rechistar estaba muy equivocado.
- Finn aún tiene que aprender bastante, y aunque no te guste, creciste escuchándome hablar de autos. Sabes mucho más que Finn, y puedes encargarte de un auto sin que yo te vigile.
__ hizo una mueca. La imagen mental de él vestido con un traje enterizo azul, con una plaquita que decía su nombre, no era exactamente lo que había planeado para la semana.
- Además, te tengo que recordar que la nota baja en matemática no se puede quedar sin castigo, así que vas a empezar a pagar tu rendimiento trabajando conmigo en el taller – concluyó su padre con una sonrisa.
- Bien – dijo enojado – pero con la condición de no tener que usar el traje ese, prefiero mancharme los brazos con grasa que usar ese insulto a la moda.
- Trato. Empiezas mañana después del colegio.

8:00. A.M. Lunes.

Se despertó con la sensación de que ese día iba a ser muy largo. Se metió a la ducha y pasó media hora realizando su ritual de cremas. Finalmente agarró la ropa que había preparado la noche anterior: una camisa gris, pantalones de jean negros, y ajustados, sus botas McQueen, un sobre todo negro que le llegaba hasta los muslos y una bufanda azul, ligera, ya que no hacía tanto frío.
Salió de la casa, y caminó lo más rápido que le daban sus piernas hacia la casa de Quin, como hacía todas las mañanas, para que pudieran ir juntos al McKenley.
Durante el camino se puso a pensar en la noche anterior. Sentía pena por Zayn, que al parecer no había tenido la suerte de él de tener un padre que lo apoyaba. Pero llegar al extremo de odiarse… Sonrió al recordar como el morocho le había hecho caso. Era más que obvio que a Zayn le dolía todo eso, la forma en que lo abrazó, tan necesitado de cariño, lo había derretido. Pero la verdad que la confesión que le había hecho, le había sorprendido, y por la forma en que se lo dijo al parecer era la primera vez que le contaba a alguien.
Volvió a la realidad, y se encontró a unos metros de la casa de Quin. Con una sonrisa iluminando la calle, tocó la puerta de su amiga, y esperó.
El buen humor se le cayó a los pies cuando vio que el que abría la puerta era el hermano de Quin, Sebastian, quien al parecer no parecía importarle atender teniendo como única prenda unos bóxers azules. __ ni siquiera le prestó atención al bien formado cuerpo que tenía frente a él, y simplemente fulmino al suricato con la mirada.
- Vine a buscar a Quin.
Sebastian lo repasó de arriba abajo, frunciendo el seño. Se hizo a un lado y lo dejó pasar, cerrando la puerta tras él. La chica rubia apareció por una de las puertas.
- Hola __, en un minuto estoy con vos. Espera que voy a buscar mi mochila arriba. – Subió unos escalones y se paró – Seb la próxima vez, ¿podrían Jeremiah y tú ir a otro lado? Ayer con suerte pude dormir, y en verdad no quiero enterarme de lo que hace mi hermano con su novio a la noche. – después subió las escaleras.
Sebastian, no había dejado de fulminar a __ ni un segundo, y simplemente se encogió de hombros ante el comentario de su hermana. Pasaron unos minutos en silencio, en los que el castaño y Sebastian se torturaban con la mirada. Se escucharon otros pasos en la escalera, y ambos levantaron la mirada pensando que era Quin.
La imagen más sensual que había visto en su vida, estaba bajando la escalera: Zayn, aún algo dormido, con el torso completamente desnudo, y vestido nada más con un bóxer rojo, muy apretado, con los rulos desordenados y las mejillas sonrosadas, llegó al último escalón y fijó sus ojos verdes en __.
La excitación se le bajó de un hondazo, en cuanto conecto dos neuronas.
Pasó su vista de un altanero Sebastian semidesnudo a otro semidesnudo, pero horrorizado, morocho. Los ojos se le iban llenando lentamente de lágrimas, mientras su cerebro empezaba a atar cabos. La habitación se había colmado de incomodidad. Zayn estaba paralizado en la escalera, sin poder dejar de mirar a __. Sebastian tenía una sonrisa maliciosa grabada en el rostro, y el castaño luchaba por no dejar que las lágrimas escaparan de sus ojos. Miró fijamente a Zayn, preguntando silenciosamente, pidiendo una pequeña explicación, y tuvo que morderse la pared interior de la boca para no soltar un sollozo, cuando Zayn aparto la mirada con culpabilidad.
- Dile a Quin que me perdone, pero que me siento mal, y no creo que pueda ir al colegio. – lo dijo en voz baja, para que no se notara que tenía la voz quebrada. Miró a Sebastian, quien asintió.
Abrió de un tirón la puerta, y salió corriendo, notando que las lágrimas le quemaban el rostro.
En qué momento había llegado a su casa, abierto la puerta, bajado las escaleras, y entrado en su pieza era un misterio para el castaño, quien se dejo caer en el colchón, sin poder contener las lágrimas.
«Pensé que te importaba. Pensé que te había dejado claro que me gustabas. Pensé que el beso de ayer había significado algo. Pensé que….pensé que empezabas a sentir algo por mí»....