Kenzo
El portal que Lucifer creó para nuestro destierro me dejó caer estrepitosamente en un callejón inhóspito de algún lugar desconocido. Me levanté del suelo, sacudí mi ropa con hastío y me estiré haciendo crujir mis huesos. Me encaminé a lo que deduje que sería la salida de aquel apestoso lugar y al girar a mi derecha pude leer en una placa plateada y desgastada; «Iglesia Hermanos de la Cruz ». Esbocé una sonrisa y negué con la cabeza.
¿Esto es lo mejor que tienes padre? ¿Desterrarme como castigo en un callejón de iglesia en un pueblo?
A medida que iba acercándome a la puerta de la iglesia, escuchaba las oraciones y predicaciones de un pastor. La puerta estaba medio abierta, así que no me fue difícil observar a cada ser que se hallaba en ese lugar. Ancianos, niños y adolescentes de todas las edades rezaban. Algunos de ellos lloraban y murmuraban cosas, probablemente suplicándole a su Dios que le brindara un poco de luz en sus desgraciados caminos, la mayoría de ellos soltaban lágrimas y alaridos, otros tan solo agradecían. Ellos realmente creían que todas sus preocupaciones se disiparían y sus más anhelados deseos se cumplirían de la noche a la mañana por unas cuantas lamentaciones.
Una malévola idea surcó por mi mente.
<<¿Qué dices Kenzo, hacemos que nuestro rey se revuelva en su trono?>>
Me colé por el hueco de la puerta de la iglesia y me arrodillé junto a una señora en los bancos de atrás. Junté mis manos y cerré los ojos fingiendo unirme a sus súplicas y plegarias.
Recordé todas las veces en las cuales Mammón, mi padrino y mentor, me repetía una y otra vez cuan alejado tenía que mantenerme de las iglesias y que jamás debía arrodillarme para rezarle ni a Dios ni a nadie que no fuera mi padre. Podría apostar la mitad de mis riquezas a que Lucifer estaría viéndome con desaprobación y con ganas de mandarme al Caldero de múltiples y dolorosas formas. No pude evitar esbozar una sonrisa al visualizar su rostro completamente rojo de la furia.
—Y ahora hijos míos, podéis marchar en paz.
Todos los allí presentes se levantaron de los bancos y en una fila perfectamente ordenada salían uno a uno hacia la oscuridad de la calle. Una chica de cabello castaño miraba hacia el frente mientras apretaba con fuerza su vestido blanco. En comparación con las personas que salían alegres o alivianadas, ella se veía con el semblante serio y con los ojos acuosos.
<<No es de mi incumbencia>> pensé.
Mientras seguía la fila de personas para dar con el exterior, mi cabeza era bombardeada con miles de preguntas; ¿mis hermanos estarán en las mismas condiciones que yo? Probablemente Ragnak ya se habrá metido en las bragas de alguna mujer y tendría asilo durante días. Ese pequeño bastardo explotaba al máximo el poder de su pecado.
¿Kade habría apartado sus instintos primarios y habría buscado un lugar en el cual quedarse? Bien era sabido que no movería ni un dedo, ni si quiera si de vida o muerte se tratase.
Probablemente el que mejor estaría sobrellevando la situación era Elijah. Ah, ese maldito hijo de Lucifer era inteligente y manipulador, fácilmente estaría ya en un lugar en el que quedarse.
—Disculpe señor—dejé de cavilar para mis adentros y me topé de frente a la mujer con la que minutos antes compartía banco en la iglesia—¿Usted no es de por aquí verdad?—preguntó.
El cabello rubio apagado de la mujer estaba perfectamente recogido en un moño bajo; sus ojos eran de un azul muy oscuro y me veían con curiosidad y arrogancia.
—Solo estoy aquí de paso—contesté moderando el tono de mi voz.
—¿Viene con la familia señor?—Por Belcebú, no sabía que los mortales eras tan entrometidos—Disculpe la osadía de mis preguntas, pero Fixon es un pueblo pequeño y nunca lo había visto antes por aquí, mucho menos en la Iglesia.
La observé detenidamente, si era cierto que todos los de este pueblo se conocían, no me convenía en lo mas mínimo causar ningún tipo de revuelo, especialmente si mi estancia aquí iba a ser indefinida.
Esbocé una sonrisa y aclaré mi voz antes de hablar.
—He venido solo, se me ha averiado el coche y en mi desesperación acudí a la casa de nuestro creador para buscar algún refugio o solución para esta noche.
La ridícula respuesta debió agradar a la mujer, ya que la mirada cautelosa con la que me miraba antes se suavizó.
—¡Oh!—exclamó—Eso no puede ser posible, un hijo de Dios no puede ni debería vagar por la noche sin alcoba. Tus plegarias hacia el señor han sido escuchadas muchacho.
¿Hijo de Dios? Sé de un demonio que estará guardando impacientemente un sitio para ti en el Caldero.
—Hay un albergue no muy lejos de aquí. Estoy segura de que todavía quedan cuartos desocupados.
Quién lo iba a decir. Kenzo, sucesor y primogénito de Lucifer, durmiendo en un albergue de un pueblo de noventa habitantes no menos que mortales.
Si Malik estuviera aquí no dudaría en mofarse ante mi desgracia.
—¿Sería tan amable de indicarme dónde se encuentra?
La irritante mortal sonrió y posó su mano en mi hombro. Seguí su acción con los ojos, tratando de no apartársela de un manotazo.
—Mi sobrina con gusto le acompañará—seguidamente se giró y gritó el nombre de la chica—¡Jane!
Para mi sorpresa, la chica con el semblante decaído de la iglesia era la sobrina de la exasperante mujer. La chica se acercó y con la misma energía de antes y respondió ante el llamado.
—¿Si tía?—contestó la chica. Al tenerla tan cerca me permití examinar con más detenimiento a la tal Jane.
Su pelo castaño y perfectamente peinado no llegaba más allá de sus hombros, sus pestañas largas hacían que el tono verde de sus enormes ojos tomaran todo el protagonismo; tenía la nariz y las mejillas cubiertas de pecas no muy pronunciadas pero sí notorias, eso podría ser fácilmente lo que más destacaría de su anatomía. Su labio superior era levemente mas grande que el inferior y tenía un color acaramelado en ellos.
—Acompañaras al joven al albergue del campanario para que pueda pasar la noche allí. Yo te esperaré en casa.
La mujer se despidió y comenzó a caminar alejándose de donde nosotros nos encontrábamos.
La chica me miró y examinó tal como había hecho yo segundos antes, asintió y me indicó con la cabeza que la siguiera. ¿Esta mujer iba a dejar que su sobrina acompañara a un extraño en mitad de la noche?
Jane comenzó a caminar delante de mí, sus pasos eran decididos y podía ver como de vez en cuanto su cabeza se giraba para comprobar que yo la seguía.
Tras un camino en completo silencio, llegamos al albergue que, por si fuera poco, estaba repleto de más mundis. Nada más dejarme en la puerta del lugar, Jane apresuró su caminata hacia su casa y yo me encontraba debatiendo si en verdad iba a entrar.
¿Acaso tenía otra opción?
Con un fuerte suspiro terminé de abrir la puerta. Nada más poner un pie dentro del lugar y el sinfín de hedores se mezclaran en mis fosas nasales, en ese momento, justo en ese maldito momento, tenía una cosa clara.
Estaba jodido.
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Avaricia [#1 Pecados ]
Teen FictionKenzo, primogénito de Lucifer y pecado de la Avaricia, es desterrado del infierno junto a sus seis hermanos tras haber puesto en peligro la estabilidad del submundo. Por primera vez se verá solo, sin poderes, sirvientes y sin la compañía de sus herm...