Capitulo 38

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Kenzo

El caminó de vuelta estaba siendo condenadamente silencioso.

Ninguno de los dos emitía algún sonido, solo se escuchaban las ramas de los árboles abatirse por el viento y nuestras pisadas sobre las hojas caídas. 

Caminaba casi pecado de la castaña, como si tratara de compensar por lo que la había hecho pasar brindándole seguridad con mi cercanía. La había visto abrir la boca para tratar de decir algo incontables veces, pero finalmente la cerraba casi de inmediato. 

No podía dejar de pensar en como la había encontrado en el suelo; temblado, gritando y totalmente pálida. 

Tenía que respirar hondo para que mis emociones no me alteraran. 

Apreté la mandíbula molesto al recordar lo que aquel repugnante ser había dicho:

Quiere su a-alma.

Ese maldito hijo de Satán no le pondría ni un dedo encima.

Las estrategias se habían terminado, no más planes, no más encrucijadas. Conocía bien a Behemoth, el hecho de que hubiera casi matado a uno de sus servidores le haría tintinear la paciencia y el mensaje terminaría de enfurecerle. Tal vez me había precipitado diciéndole que si tanto ansiaba el alma de Jane, podía venir él mismo.

Pensándolo bien, ¿qué iba a hacer cuando lo tuviera justo en frente? Porque estaba seguro de que no desperdiciaría la oportunidad de arrancarme hasta los brazos si se lo ponía en bandeja. Ni si quiera había canalizado la energía suficiente como para meterme en la mente de un mortal, ¿cómo demonios vencería a un demonio como él?

<<Eres jodidamente imbécil Kenzo.>>

Esto ya no era solo por volver al Infierno y hacer que Lucifer se arrepintiera de lo que hizo, ni de ese extraño sentimiento de protección que tenía con Jane. Todo iba mucho más allá; por todas esas veces que Behemoth hizo con nosotros lo que se le dio en gana, por los arduos entrenamientos que por poco nos llevaban a la muerte y Lucifer ni si quiera pestañeaba para detenerlos. Esto era por mí y por mis hermanos. 

Sí yo ganaba con esta guerra, ellos también lo harían.

Vi a Jane de reojo, caminaba con el rostro mirando al suelo. 

No sabía cuantas veces había pensado en pedirle disculpas, desde luego eran más de diez. 

Su rostro estaba completamente decaído, todavía tenía la nariz roja y mantenía las manos en sus bolsillos.

Ya podía ver la casa de Jane desde aquí. Aquel no era el mejor momento, pero necesitaba que supiera que no volvería a ponerla en peligro.

—Jane.

Levantó el rostro y me miró.

—Se acabaron los planes, las suposiciones y las estrategias.

Negó con la cabeza lentamente y se mordió los labios.

—¿Tan mal ha ido?—Preguntó mirándome con los orbes decepcionados.

—No es eso monjita—me acerqué a ella y apreté los puños dentro de los bolsillos de mi sudadera—, voy a cortar esto por lo sano. 

—¿A qué te refieres?

—Haré algo que tenía que haber hecho desde el principio. Y tú no estas dentro de mis planes—Apreté los labios.

No pareció entender lo que le decía, sacó sus manos de los bolsillos y se cruzó de brazos con el ceño fruncido.

—¿Eso qué quiere decir?, ¿Te rindes, es eso? Dijiste que me ayudarías, no somos el mejor equipo pero...

Avaricia [#1 Pecados ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora