Capitulo 27

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Kenzo

Bajé a la cocina para coger algo de comer. Del frutero cogí una manzana roja, como las que a mí me gustaban. 

La froté contra mi camiseta y le di un mordisco saboreando el toque ácido que tanto me fascinaba. Mientras masticaba la fruta, me di la vuelta encontrándome con Dean justo detrás del otro lado de la encimera.

—Te estaba buscando.

Lo miré indiferente y le di otro bocado a la manzana.

—No te tengo miedo.—Aseguró.

Sonreí mientras tragaba. 

—Eso no es lo que parecía ayer, ¿No crees?

Su ceño se frunció mientras apretaba la mandíbula irritado.

—Te crees que puedes venir y quedarte con la chica de otros—con que su odio por mi era solo porque Jez lo había dejado—y amenazar con mandarme a los pies de Satán, como si tuvieras algún tipo de poder.

Di otro bocado a la manzana terminándomela. Tiré el corazón de esta a la basura y reposé ambos codos en la encimera. 

—Creo que después de quitarte a tu chica—hice comillas con las manos—te he demostrado todo el poder que tengo.—Verlo enrojecer de la rabia de esa manera me había dado otros cien años de vida.—Por cierto Dean, amigo—sonreí con gracia—¿Jezabel sabía que era tu chica, o lo diste por hecho después de unos cuantos besos?

El pelirrojo se acercó a mí a pasos agigantados tomándome del cuello de la camiseta. Sus ojos estaban entrecerrados y sus pupilas estaban totalmente dilatadas. 

—A Jezabel se le pasará el encanto por ti tarde o temprano, disfruta el tiempo que te queda con ella, porque después, me encargaré personalmente que no sepa ni que existes.

Aparté sus manos de mi sin cuidado y me limpié como si el chico me hubiera ensuciado con el agarre.

—Deberías pasar página ya. Ella lo ha hecho.—Le di un golpecito en el hombro, siendo el detonante para que se abalanzara sobre mí. 

Ambos caímos al suelo. Dean intentó proporcionarme un puñetazo que frené a tiempo, me posicioné rápido encima de él y le golpeé la cara. Su nariz comenzó a brotar sangre sin cesar y me tiró de encima de él. 

Me levanté del suelo y le miré desde arriba mientras se sujetaba la nariz intentando nulamente que la sangre dejara de caer. 

—Oye,—llamé su atención—deberías limpiarte eso de ahí—señalé su nariz y salí de la cocina.

Los celos que los mortales sentían eran totalmente inútiles. Ese sentimiento, junto a todos los demás, eran los que los hacían tan vulnerables y frágiles. Dean me acababa de hacer una demostración de ello. Si hubiera pensado con la cabeza fría, no se hubiera llevado un buen golpe en la nariz, pero en lugar de eso prefirió dejar que sus emociones brotaran de él guiándolo a enfrentarse a mí.

<<Enfrentarse a un Demonio, no sabía si eso lo convertía en un valiente o en un simple idiota.>>

Entré a mi cuarto y cerré la puerta. Cogí al animal que me esperaba a los pies de la cama y me tumbé con él.

Acaricié su pelaje y lo escuché ronronear. Recordé el momento en el que Lilith me entrego a Kaos, me dijo que estaría bien que compartiera un poco de lo que sentía con alguien. Padre tardo alrededor de seis semanas en darse cuenta de que poseía al animal y en cuanto lo hizo se deshizo de él.

Nunca había sentido algo tan horrible en el pecho como aquella vez. Mi corazón y estómago se apretaron en cuanto vi a quién para aquel entonces yo consideraba mi mejor amigo, maullar y retorcerse de dolor. La rabia y el odio que sentía por Lucifer aumentaron día tras día desde aquel momento.

Avaricia [#1 Pecados ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora