Jane Mitchell
Papá se encontraba sentado en la silla de su despacho, tenía puestas sus gafas de leer y las manos las tenía entrelazadas por encima de la mesa de su escritorio.
Decidí apartar el tema de Jez a un lado y centrarme al cien por cien en intentar convencer a mi padre de comenzar a ir al instituto y dejar las clases en casa. Mentalmente estaba lista, tenía los argumentes y los ideales perfectamente estructurados. Pero papá era un juez acostumbrado a la labia, a falsas declaraciones y a múltiples mentiras, era bueno en su trabajo muy bueno; pero al fin y al cabo yo era su hija y si alguien podía ganarle en su juego esa era yo.
—Bien, cuando quieras.
Tomé aire y mantuve la mirada, vamos Jane, no dejes que tus nervios te jueguen una mala pasada, según la decisión que tome papá todos estarán a salvo o no.
—Durante los últimos seis años, me habéis brindado tanto tía Ophelia como tú, la oportunidad de estudiar en mi hogar. Hay múltiples ventajas a raíz de eso; como la flexibilidad horaria, el poder estudiar a mi ritmo y la organización y concentración que me ha conllevado eso.
Papá seguía con el semblante serio mientras daba pequeños golpecitos con su dedo índice a la mano contraria. No le estaba convenciendo.
—La responsabilidad que poseo ahora es en parte gracias a ello y por ende estaré siempre agradecida.
<<Ahora venía el punto fuerte.>>
—Pero todos los pros, también tienen sus contras, y he aquí los que yo considero los contras de este complejo tema: Mi circulo social es ligeramente escaso, si bien tengo amigos, siempre me siento excluida de las conversaciones respecto a la situaciones dentro del centro estudiantil. No tengo conocimiento de la diversidad, también podría calcar el echo de la falta de independencia y autonomía en algunas ocasiones ya que tía Ophelia me ha tenido controlada en múltiples ocasiones.
—¿Estás nombrando a alguien que no puede defenderse, Jane?
Tragué saliva y me toqué el cabello.
—N-no señoría.
—Continúa.—Hizo un ademán con la mano.
—Carezco sobre el conocimiento del trabajo en grupo, y tampoco tengo referentes externos. Si se me permitiera finalmente estudiar mi último año en el centro de Fixon, mis conocimientos aumentarían al máximo, mi estatus social se elevaría e inclusive podría arriesgarme a ser más feliz de lo que ya soy.
Papá soltó una risa nasal y al instante se recompuso pidiendo disculpas por su falta de profesionalidad.
—Lo que estaba diciendo antes de que su señoría se mofara de mi defensa era que...Por favor papá, déjame estudiar en el instituto de Fixon, nunca os he pedido nada y he acatado todas y cada una de las normas que me habéis implantado sin refutar.—Junté mis manos y pestañeé cual niña pequeña al querer que le cumplan su deseo—Por favor.
Papá se quitó las gafas y las posó en la mesa, su mirada no se había suavizado en ningún momento.
—He de decir que me esperaba más de tu defensa, teniendo en cuenta de quien eres hija—hizo una pausa y tragué saliva.
<<La verdad, tenía razón, no había estado muy concentrada en ello.>>
—Pese a tu falta de argumentos, y tu pésimo profesionalismo.—Iba a protestar pero levantó su dedo en señal de que no había terminado todavía de hablar.—Estoy dispuesto a aceptar esa proposición tuya.
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Avaricia [#1 Pecados ]
Teen FictionKenzo, primogénito de Lucifer y pecado de la Avaricia, es desterrado del infierno junto a sus seis hermanos tras haber puesto en peligro la estabilidad del submundo. Por primera vez se verá solo, sin poderes, sirvientes y sin la compañía de sus herm...