Kenzo
Abrí la puerta del albergue de un golpe. Aparté a todo aquel que se cruzaba por mi camino sin cuidado y sin reparar de quien se tratara.
Subí las escaleras a pasos agigantados. Para cuando llegue a mi cuarto, aparté la cama y le di un puñetazo a la madera sobresaliente del suelo. Saqué todas las joyas del escondite e hice un cirulo con ellas. Me adentré en él y cerré los ojos.
Respiré hondo y relajé los hombros.
Era una gran cantidad de joyas las que había conseguido reunir, no obstante, no tenía claro si eso era suficiente como para acabar con Behemoth. Pero ya no había tiempo, no me pararía a buscar más bienes para asegurar la victoria. En ese momento, mi mayor prioridad era encontrar a Jane cuanto antes, el tiempo corría en mi contra.
El cosquilleo comenzó en mis dedos; poco a poco el calor envolvió todo mi cuerpo. Eché la cabeza hacia atrás mientras soltaba todo el aire. Sentía como mi pecado se expandía hasta cubrir cada rincón de mi anatomía.
Nunca supe como describir la sensación que sentía cuando dejaba que todo mi poder saliera a la luz.
Recordé el momento justo en el que Elijah nos relató la primera vez que perdió el control en un entrenamiento:
"—Es como drogarse. Ese momento en el que sabes que estás en lo más alto y que el colocón tardará horas en pasarte. Ahora entiendo perfectamente porque padre nunca deja que lleguemos hasta ese punto. Me sentía imparable, tuvo que intervenir Belial para que no saliera del círculo de retención que habían creado."
Escuché como las joyas de mi alrededor comenzaban a quemarse. Abrí los ojos y me vi. Todo mi cuerpo estaba cubierto por un aura de color amarillo casi traslúcido. Las hondas hacían círculos desde mis manos hasta mis brazos, continuaban en mis piernas y apostaría que el color de mis ojos superaba el amarillo oro que me caracterizaba.
Salí del ya inexistente círculo y comencé a caminar fuera del cuarto.
Con cada paso que daba sentía como mis pies quemaban la madera del suelo. Salí del albergue y me adentré en la oscuridad de la noche. Me concentré en recordar el olor de Jane. No tardé mucho en localizar su aroma.
Caminaba decidido hasta donde el olor de la monjita se intensificaba más; las afueras.
En cuanto llegué a las vayas que dividían la carretera del camino, vi unas sombras del otro lado de la carretera.
Demonios, esbirros de Behemoth, me observaban con los ojos rojos y la cabeza ladeada. Los cuernos les sobresalían a cada lado de la cabeza. Me miraban con la boca entre abierta, sus dientes asomaban por los laterales de sus fauces mientras salivaban hambrientos.
Salté la vaya y caminé por la carretera, escuché como los coches me esquivaban y tocaban el claxon, otros asomaban la cabeza por las ventanillas y gritaban enfurecidos.
Cuanto más me acercaba al otro lado, los demonios se escondían en los árboles, trataban de no ser atrapados por mis furiosos ojos y agachaban la cabeza.
Ellos sabían quien era. Ellos sabían de lo que era capaz de hacer si se interponían en mi camino.
Los grandes árboles daban forma a un inmenso bosque. En lo alto, había una montaña con una cueva.
—Eres un jodido animal de costumbres ¿verdad viejo?—Gruñí recordando como alentaba a nuestro padre a encerrarnos cuando hacíamos algo fuera de su agrado.
Comencé a caminar, sentía como mis pies quemaban las ramas secas en el suelo con cada paso que daba. En mi camino me cruzaba con múltiples demonios, de todas las clases; pero ninguno de ellos trataba de detenerme.
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Avaricia [#1 Pecados ]
Teen FictionKenzo, primogénito de Lucifer y pecado de la Avaricia, es desterrado del infierno junto a sus seis hermanos tras haber puesto en peligro la estabilidad del submundo. Por primera vez se verá solo, sin poderes, sirvientes y sin la compañía de sus herm...