Extra 1/4

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Jane Mitchell

Apretaba a Ceniza contra mi pecho para que el frío apenas la tocara, metí la llave en la cerradura de la puerta y me encontré con tía Ophelia llamando por teléfono y a papá colocándose una chaqueta.

En cuanto me vieron, ambos fruncieron el ceño y sus expresiones se endurecieron.

Papá caminó decidido y enojado hacia mí mientras gritaba cosas que no me molesté en entender.

No le escuchaba gritar, tan solo veía como su boca se movía rápidamente y su ceño fruncido decoraba su rostro. Tampoco me di cuenta cuando comencé llorar de nuevo hasta que tía Ophelia caminó hasta llegar al lado de papá y le tocó el hombro.

—Louis.

Papá detuvo sus gritos y dejó de gesticular con sus manos para observarme detenidamente. 

Ceniza maulló revolviéndose en mi abrigo y sacó la cabeza por un pequeño hueco de esta. 

—¿Eso es un...?

Caminé lentamente hasta las escaleras para poder llegar a mi cuarto y cerrar la puerta. Solo necesitaba aclararme la cabeza y todo volvería a ir del mismo modo que antes. 

Me tumbé en la cama boca arriba y dejé que el animal inspeccionara el que ahora sería su nuevo hogar; olisqueaba cada rincón que ella creía interesante y se subía a algunos muebles a la vez que pisaba con cautela. 

Miré hacia el techo y cerré los ojos. 

No pensaba en nada, absolutamente en nada. Mi cabeza estaba completamente vacía, ni pensamientos negativos ni positivos, ni si quiera quería preguntarme si Kenzo ya habría llegado a cualquiera que fuera el lugar donde comenzaría a buscar a sus hermanos. Solo quería no pensar en nada, porque sabía que en cuanto lo hiciera, me metería en una espiral de la cual no conseguiría salir. 

Escuchaba las voces de mi tía y padre detrás de la puerta, pero aún así me negaba a abrir los ojos. 

Dos toques y la puerta se abrió. 

Escuché como quien quiera que fuera quien estaba allí, arrastraba una silla y se sentaba a los pies de mi cama. 

Mi respiración era lenta y relajada, las lágrimas ni si quieran dieron indicios de aparecer pese al fugaz nombramiento de Kenzo antes. 

<<Bien, mejor así.>>

—Jane—era papá—¿quieres... Explicarme qué es lo que ha pasado?—preguntó con un tono suave.

Negué, no quería hablar de ello.

Lo escuché suspirar y hasta juraría que podía visualizarlo frotándose la sien con cansancio.

—Janie, me tienes muy preocupado—hizo una pausa—, realmente, muy preocupado.

Apreté los labios y me forcé mentalmente a continuar con los ojos cerrados.

—No entiendo cual ha sido el motivo de tu cambio de comportamiento tan drástico—me incorporé de la cama y crucé mis piernas.— Cielo, habla conmigo.

Nada.

—Por favor.

Respiré hondo y solté lo que hacía tanto tiempo quise decir.

—¿Por qué todas las personas a mi alrededor siempre terminan por irse?—Mi voz sonó mucho más serena de lo que creía.

Papá no dijo nada.

—Siempre trato que todo el mundo se sienta a gusto, soy...soy atenta y comprensiva y también intento dar siempre lo mejor de mí, incluso cuando siento que no puedo más...¿Qué es eso que hago tan mal para que todo el mundo se aleje de mí, papá?

Avaricia [#1 Pecados ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora