Capitulo 23

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Kenzo

Cada vez quedaba menos para las doce de la noche, a unas horas de Halloween.

Me había preparado mental y físicamente para lo que eso conllevaba. ¿Sería capaz de controlarme? ¿Saldría mi Pecado a la luz? No. Tantos años entrenando y preparándome para ocasiones así no se irían al caño por esta vez. Lo que pasó aquel día en la iglesia no se repetiría jamás, todo fue un cúmulo de emociones; monedas, joyas, bienes preciados, los pensamientos de las personas allí presentes. Todo me parecía demasiado. No me había sentido así desde hacía mucho tiempo.

Pateé una piedra en mi camino.

Jane todavía no había activado la ligación. ¿A qué estará esperando? 

Caminé por las calles llegando casi al albergue, todo estaba oscuro apenas con las farolas callejeras iluminando mi camino. Unos maullidos llamaron mi atención. Miré a mi alrededor pero no conseguí ver el paradero de aquel irritante sonido. Cuanto más caminaba e intentaba alejarme de los estridentes maullidos más cerca los sentía. 

De frente, un gato atigrado gris me observaba con su felina mirada. Sus orbes verdes no me quitaban los ojos de encima. Lo ignoré y seguí caminando pasándolo de largo. Unas calles más y el gato venía tras de mí. Di la vuelta y me agaché. Lejos de sentirse intimidado o asustado el animal se acercó a mí y caminó entre los huecos que habían en mis piernas aún estando yo agachado. Ronroneó.

—No soy el Demonio más indicado para cuidar de ti— dije como si el gato pudiera comprender lo que decía.

El felino maulló. Acaricié su pelaje y rasqué detrás de sus orejas, el animal complacido buscaba más caricias ronroneando y envolviendo su cola en el otro brazo.

Suspiré mirando a mis costados, comprobando que no había nadie por allí.

—Al menos me harás compañía.

Lo cogí en brazos y reanudé la marcha.

***

10:50 PM. Comenzaba a notar como mi cuerpo iba acumulando el calor. Todavía no entraba en la primera fase y ya me encontraba extasiado.

Mi compañero felino descansaba en mis piernas mientras le brindaba suaves caricias en su pelaje.

Un dolor punzante en mi pecho hizo que me incorporara asustando al animal.

—¡Mierda!—Siseé. Apreté mi pecho intentado calmar el dolor inútilmente.

—No sé realmente si esto está funcionando así que...

La monjita había activado la ligación. 

Todo lo veía en primera persona, hacía tiempo que no hacía un ligación y olvidé lo que podía doler si no se estaba mentalmente preparado. 

No tengo claro cuánto tiempo durará esto y no sé muy bien qué hacer ahora.

Me acomodé en la cama sosteniendo mi pecho. Jane tocó sus piernas y sentí como una corriente recorría la zona tocada por ella.

Ceo que voy a leer un rato.—La próxima vez tengo que decirle que no hace falta que me narre todo lo que va a hacer. 

Cogió un libro en la mesita de noche y comenzó a leerlo. Por todas las almas del Infierno, esto se me iba hacer jodidamente eterno.  Cuando me había resignado a tener que leer también  el tedioso libro, alguien tocó la puerta de su cuarto.

—Adelante.

—Tu padre tiene una urgencia en el juzgado, saldrá ahora así que si te quieres despedir de él, este es el momento.—Ophelia apareció en la puerta.

Avaricia [#1 Pecados ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora