Ophelia Mitchell
Posé la taza de té en el escritorio y me senté en la silla del despacho.
—Le has llamado Emma.
—Lo sé—dijo mientras hacia círculos con la cuchara dentro de la taza de té.—No lo he hecho a propósito, solo...Se me escapó.
Suspiré y le miré seria.
— Es tan parecida a ella—dijo nostálgico—, es prácticamente una réplica suya.
—Louis—reproché—no sigas por ahí.
—Es inútil que tratemos de hacer ver que no es así. Sé que tú también la ves reflejada en ella y por eso eres tan dura a veces.
Balbuceé. Pero era verdad. Muy en el fondo, yo sabía que lo que decía mi hermano era verdad.
Jane era tan parecida a Emma; desde su cabello castaño a sus ojos verdes, hasta todas y cada una de sus pecas y la forma de su cara.
Emma nunca me terminó de agradar. No porque no fuera creyente o sus ideales fueran diferentes a los míos o a los de la familia; eso era lo de menos.
Yo vi como mi hermano se desvivía por esa hermosa chica que conoció una vez en un viaje de universidad, también vi las flores, chocolates y de más presentes para complacerla, los paseos y salidas que terminaban por alargarse y la mirada perdida cuando hablaba por teléfono. Pero también vi como con el tiempo, mi hermano comenzaba a ausentarse de las clases, mentía a nuestros padres y su actitud iba adoptando una completamente diferente a lo que todos conocían.
Todo fue de mal en peor cuando un veinte de enero, Louis nos anunció en una cena que Emma estaba embarazada.
Esa noche los platos, cubiertos y muebles terminaron esparcidos por toda la casa. Nunca iba a olvidar el rostro destrozado de mi madre llorando en el sofá, ni a mi padre y hermano discutir de aquella manera. Todos pensábamos que había arruinado su vida, estaba a dos años de terminar su carrera y todavía tenía mucho por vivir.
Estaba aterrada, no sabía que hacer ni que decir para poder ayudarlo.
Los meses transcurrían y Louis cada vez pasaba menos tiempo en casa. Había conseguido un trabajo a medio tiempo parar poder rentar un pequeño apartamento para él y para la que sería su futura familia.
Nuestros padres no querían saber absolutamente nada del tema, fueron muy claros al respecto.
Continuarían pagándole los estudios, pero una vez terminados tendría que buscarse la vida.
Los siguientes años fueron un calvario para todos; después de terminar la carrera, Louis no volvió a casa hasta cuatro años después parar dar a conocer a Jane.
—Tal vez deberías decirle todo lo que pasó.—Hablé muy a mi pesar—Ya es hora de que su perspectiva cambie.
Louis me miró serio. Siempre estuvo en contra de que Jane supiera la verdad. Quise entenderlo, Dios bien sabe que traté de hacerlo; pero me veía incapaz de empatizar con la mujer que había jugado con la cordura de mi hermano y la felicidad de mi sobrina.
—No puedo hacer eso—sabía que su respuesta sería esa—, no puedo hacer que mi hija odie a su madre de esa manera. No lo haré.
—Pero por supuesto que puedes—contesté enojada—, fuiste tú quien quedó como el villano de la película tratando de hacerla ver a ella como una madre ejemplar.
—Ophelia ya hemos hablado de esto antes.
—Y tu respuesta siempre es la misma, por el Todo Poderoso, ¡reacciona de una vez!
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Avaricia [#1 Pecados ]
Teen FictionKenzo, primogénito de Lucifer y pecado de la Avaricia, es desterrado del infierno junto a sus seis hermanos tras haber puesto en peligro la estabilidad del submundo. Por primera vez se verá solo, sin poderes, sirvientes y sin la compañía de sus herm...