Jane Mitchell
A pesar de haberme abrigado bien antes de salir de casa, el frío calaba en mí. Estaba congelada, en el acantilado y a oscuras.
Kenzo caminaba delante de mí decidido buscando el punto más oscuro del lugar.
—Creo que aquí ya está bien—dije abrazándome tratando de entrar en calor.
—Desde aquí puedo ver las luces del pueblo, tiene que haber total oscuridad.—Habló decidido.
Cinco minutos más y se paró en un lugar en específico. Abrí los ojos y di un paso hacia atrás.
—No—dije totalmente aterrada.
—Jane.
—He dicho que no—di otro paso más retrocediendo.
—Monjita.
Sentí como mi labio inferior comenzaba a temblar. No quería estar aquí, me negaba rotundamente a pasar otra vez por lo mismo.
—Tiene que ser aquí—dijo mientras se acercaba a mí y apoyaba sus manos a ambos lados de mis brazos.
—Podemos buscar otro sitio—comencé a decir—podemos... Podemos ir al parque allí casi no hay iluminación—hablé atropelladamente.
Negó con la cabeza—Tiene que ser aquí.
—Kenzo, por favor—supliqué notando como las lágrimas se acumulaban en mis ojos.
—Si queremos atraerlo hasta ti, la única forma segura que hay de hacerlo es acumulando el miedo en ti, volviendo a un lugar en el que te sentiste perdida—me explicó—.Solo tienes que hacer dos cosas, el resto lo haré yo.
<<Así que por eso estábamos aquí. El único lugar que conseguía causarme terror, era este.>>
—¿Qué tengo que hacer?
Kenzo apartó sus manos de mis brazos y me llevó hasta el centro del acantilado, en plena oscuridad.
—Tienes que quedarte aquí y mirar hacia el frente—se puso detrás de mi y puso sus manos encima de mis hombros—trata de recordar todo lo que sentiste al estar aquí; el miedo de sentir que cualquier paso en falso podría hacerte caer, el nulo control que tenías en tu cuerpo, la soledad al estar aquí en la oscuridad sin nadie que te pudiera ayudar...
Cada palabra que escuchaba salir de su boca, hacia que un hueco en mi corazón se abriera más cada segundo. Delante de mí solo había oscuridad; escuchaba las olas chocar contra las rocas, la luna era lo único que me aseguraba que no estaba completamente a oscuras, pero aún así, era inevitable no sentir el miedo que sentía al estar ahí.
Dejé de notar el cálido tacto de Kenzo en mis hombros. Mi respiración se volvió errática.
—¿Kenzo?—susurré, giré mi rostro para comprobar si era cierto que me había dejado en la intemperie de aquella oscuridad—Kenzo, por favor.
No había nadie, todo lo que mis ojos conseguían ver era oscuridad, todo estaba completamente negro. La única que estaba allí era yo.
Mi cuerpo comenzó a temblar del terror. No podía haberme dejado allí, sola. Me dijo que no dejaría que me pasara nada, me lo prometió...Lo juró.
<<¿Lo había hecho a propósito? ¿De verdad me había dejado ahí a mi suerte?>>
No pudo haberme hecho eso, él me dijo que me ayudaría, que estaría ahí.
La cabeza me iba a estallar, quería salir de allí, necesitaba salir de allí.
Por mucho que quisiera salir lo más rápido de donde me encontraba, mis piernas no respondían por el miedo. Un crujido se escuchó detrás de mi. Ni quise me atreví a girarme.
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Avaricia [#1 Pecados ]
Teen FictionKenzo, primogénito de Lucifer y pecado de la Avaricia, es desterrado del infierno junto a sus seis hermanos tras haber puesto en peligro la estabilidad del submundo. Por primera vez se verá solo, sin poderes, sirvientes y sin la compañía de sus herm...