Capitulo 28

884 41 1
                                    

Kenzo

Al llegar a mi cuarto vi a al animal rascar la puerta que había cerrado segundas atrás. 

—¿Quieres salir?—Abrí la puerta y salió casi corriendo. 

Intenté cerrar la puerta de nuevo pero una mano evitó que lo hiciera. Jezabel se encontraba con el ceño fruncido y los labios apretados.

La dejé pasar.

—No pienso disculparme por lo que hice—aclaré, mientras veía como la morena cerraba la puerta con seguro.

—No quería que lo hicieras—dijo.

Caminó hacia mí a pasos agigantados y me besó con fiereza y deseo. Mordió mis labios y pasó sus manos por mi cuello. Se separó de mi y vi sus pupilas dilatadas del deseo, estaba excitada y desesperada. 

Cogí un poco de impulso e hice que se sujetara entrelazando sus piernas alrededor de mi cintura, se restregaba en mí mientras yo sujetaba con mis manos su trasero, apretando y acercándola a mi ser. Volvió a besarme jugando con mi lengua, ella sabía lo que estaba provocando. Pegué su espalda a la pared y terminé el beso. Mi boca paró en su cuello; chupé, besé, lamí y mordí hasta dejar marca en él. Sus gemidos comenzaron a aparecer, tenerla gimiendo en mi oído era lo más excitante que había sentido en meses.

En esos momentos no sabía hasta dónde podía mantener la cordura. 

Bajó de mi agarré. Intenté volver a besarla pero me frenó poniendo un dedo en mis labios. Sentí como sus ojos me pedían a gritos que hiciera algo con todo el placer que llevaba dentro. 

Sus manos se despojaron de mi camiseta lentamente, como si minutos atrás no estuviera por volverse loca de excitación.

Una vez quitada mi camiseta, se agachó sin apartar la mirada de mí. 

Si mis hermanos me vieran tan sumiso en estos momentos, sería el hazme reír de todo el Infierno.

Comenzó a lamer y besar mi abdomen bajo hasta llegar a mi cuello. Cerré los ojos disfrutando de lo que me estaba haciendo. Agarró mi mano y llevó mi dedo índice a la boca. En ese momento podía sentir como mis pantalones estaban a punto de explotar.

Llevó toda la longitud de mi dedo a su boca, lo sacó e hizo que su lengua lamiera el torso de mi dedo cerrando los ojos; al llegar a la punta de este la besó y se acercó a mí oreja para susurrarme lo que para mi fue el detonante para lanzarla a la cama.

—Vamos a terminar lo que comenzamos en mi cuarto.

No necesité más que eso para que mi cerebro se cortocircuitara. La besé con la misma urgencia con la que ella lo había hecho antes; dejé su cuerpo en el centro de la cama y me subí encima de ella. Se deshizo de su jersey rosa y lo tiró a algún lugar del cuarto, quedándose solo en sostén. Besé su cuello, sus pechos y me quedé en su abdomen. La miré cerrar los ojos y morderse los labios con fuerza. 

Podría acostumbrarme a estas vistas. 

Bajé su falda negra y la tiré por ahí, sus medias del mismo color a la falda me pedían a gritos que las rompiera, que las hiciera añicos hasta que solo pudiera ver la piel de la morena. Y así lo hice. 

Rompí sus medias y Jezabel gimió.  Lo único que me separaba de la piel de la chica eran sus bragas blancas. Subí de nuevo hasta su cara en un camino de deseosos besos. Con mi mano llevé mi dedo hasta sus bragas. Por encima de estas comencé a hacer círculos mientras la chica gemía y se retorcía de placer. 

Subí mi mano y jugueteé con el elástico de su ropa interior mientras besaba la marca que había hecho antes en su cuello. 

—K-kenzo—gimió.

Avaricia [#1 Pecados ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora