Jane Mitchell
Sus brazos me aferraban a su cuerpo, sentí como su respiración chocaba contra mi pelo mientras yo enterraba mis uñas en su camiseta como si eso fuera a evitar que se alejara de mí.
Todavía no podía creer que estuviera abrazándolo, que estuviera en mi cuarto.
—Estás vivo.—Murmuré casi temiendo a que si lo decía más alto, desapareciera de mi lado como si de una ilusión se tratase.
Su pecho vibró provocando que una sonrisa dibujara mi boca.
Su mano izquierda acariciaba la longitud de mi cabello mientras que la otra mano se mantuvo en mi espalda baja manteniéndome pegada a él.
—Tienes el cabello más largo.—Dijo con voz serena.
—Once meses dan para mucho— dije mientras separaba mi cara de su pecho para poder mirarle a los ojos.
Me miraba con esa actitud socarrona y desafiante, retándome con la mirada. Nada había cambiado.
Sus manos subieron hasta mis pecosas mejillas y pegó nuestras frentes. Imité su gesto, solo que en vez de tocar su rostro también, puse mis manos encima de las suyas. Lo único que quería era seguir sintiendo su cálido tacto.
Sus pulgares hacían leves masajes en mi piel, besó mi cabeza y volvió a pegar nuestras frentes.
—Pensaba que no volverías. —Me animé a decir en apenas un susurro.
Vi como sonreía y negaba con la cabeza. Su voz sonó grave, pero aún así, nunca pude sentirlo tan cercano como lo estaba sintiendo en aquel momento.
—No importa lo lejos que esté o cuanto tiempo tarde en volver. Siempre regresaré a ti.
No pude evitar que el sonrojo saliera de mí. Me hacía tan feliz que estuviera conmigo, justo delante de mí y diciéndome que siempre volvería a mi lado.
Acercó sus labios a los míos, esperé el beso con ansias hasta que una voz masculina lo hizo detenerse.
—¿Jane, te encuentras bien?, ¿Ese golpe has sido tú?
Kenzo no se separó de mí, solo se mantuvo en silencio y mantuvo la mirada fija en la puerta sin separarse ni un solo centímetro de mi lado.
—Ceniza ha salido despavorida del sofá y no tengo idea de donde está—mi mente colapsó durante unos segundos—. Voy a entrar.
Ese fue el momento justo en el que conseguí volver en mí y hablé alto para que me escuchara.
—¡No!, e-estoy bien, es que me he...—traté de caminar hacia la puerta pero la mano del rubio se aferró en mi brazo reteniéndome junto a él, no apretaba el agarre solo lo mantenía lo suficientemente firme como para que no me moviera de mi lugar.
Abrí los ojos alarmada.
<<No era el mejor momento para que los celos salieran a flote.>>
—Solo será un segundo—susurré lo suficientemente bajo como para que el único que lo escuchara fuera Kenzo.
Suspiró y en cuanto me soltó caminé hacia la puerta rápidamente antes de que Andre la tirara abajo.
Abrí despacio y asomé la cabeza en la puerta.
El chico mi miró con el ceño fruncido.
Sonreí tratando de aparentar tranquilidad cuando en realidad los nervios me carcomían por dentro.
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Avaricia [#1 Pecados ]
Fiksi RemajaKenzo, primogénito de Lucifer y pecado de la Avaricia, es desterrado del infierno junto a sus seis hermanos tras haber puesto en peligro la estabilidad del submundo. Por primera vez se verá solo, sin poderes, sirvientes y sin la compañía de sus herm...