Capitulo 22

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Jane Mitchell

—Espera.

—¿Qué pasa?

—¿Qué diferencia hay entre lo que vamos a hacer y un pacto?

Kenzo suspiró. 

—Por Asmodeo, escúchame bien porque no te lo volveré a repetir. Lo que vamos a hacer ahora se llama ligación.

Asentí.

—La otra vez te dije que bastaba con que tuviera algo que te perteneciera para poder hacer la experiencia extra corporal—esperé a que continuara—pero después de pensarlo detenidamente y sin saber a que Demonio nos enfrentamos, es muy probable que eso no funcione.

Ladeé la cabeza sin entenderlo. Kenzo se dio cuenta de eso y se llevó la mano a la cabeza, cerró los ojos estresado y gruñó.

—En el Infierno hay múltiples clases de demonios; están los que atormentan, poseen y los que llevan almas, entre otros. A los que debes temer sobre todo, son a esos últimos, son los más peligrosos y con los poderes mucho más desarrollados que los demás . Pueden hacer cualquier cosa; sobornar, timar y su favorita: los pactos. Normalmente hacen pactos que saben que son prácticamente imposibles de cumplir para los mortales y así obtener su alma sin apenas esfuerzo. 

Parpadeé intentado procesar toda la información de golpe.

—Los Demonios que se llevan o devoran almas se llaman Edax Animae. Son fuertes, testarudos y fieles a su rey, nunca cuestionan las ordenes que este les da; acatan y ejecutan si se lo pide. Cualquiera de ellos podría notar mi presencia, vería mi forma astral y todo se iría a la mierda. Nunca encontré una explicación en concreto para eso, padre jamás nos habló de ello y creo que empiezo a saber el por qué.

—Entonces, ¿se supone que con esto que vamos a hacer ahora no podrá verte?

—No estoy seguro.

—¿Cómo que no estás seguro? No pienso adelantar mi muerte solo porque quieras hacer el experimento. 

 Pareció frustrarse con mis palabras. 

—Escucha, no tenemos otra opción, tú sin poder decirme el nombre y yo con las fuerzas insuficientes como para si quiera enfrentarlo no hacemos nada Jane—me llamó por mi nombre—.Esto es lo único que se me ocurre, así que por favor, confía en mí.

No podía confiar en él, era un Demonio un Pecado. Pero no tenía opción, él era el único que sabía como detener lo que yo había comenzado, mi única vía de escape y salvación. Había puesto a todos mis seres queridos en peligro después de hacer ese estúpido pacto. Así que ahora haría todo lo posible para ponerlos a todos a salvo.

—Solo...Prométeme una cosa.

Kenzo levantó una ceja y asintió.

—Prométeme que no dejarás que les pase nada.

—¿A quiénes te refieres?—Preguntó.

—A todos; a Jez y a su familia, a mi tía y a mi padre, a Dean, a los del pueblo... A mí.

Nos miramos serios. Cada vez que mis ojos coincidían con los castaños del chico, sentía que podía ver a través de mí. Era como si me viera reflejada en ellos. Sentí como mis ojos comenzaban a aguarse y le aparté la mirada sin poder más.

—Escucha,—hizo que lo viera de nuevo a los ojos—mientras yo esté en Fixon, no le pasará nada a nadie monjita, te lo aseguro. Nadie te tocará un pelo.

No había manera de garantizar que Kenzo cumpliría su promesa, pero ¿qué otra opción tenía?

Me aclaré la garganta.

Avaricia [#1 Pecados ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora