Capitulo 13

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Kenzo

—¿Te has ido adaptando bien al pueblo?

—He tenido un poco de ayuda.

—Sé que no he entablado conversación contigo antes, pero espero que no sea muy tarde como para ayudarte en todo lo que necesites—.Sus mejillas comenzaron a tomar un color rojo mientras sorbía de su pajita.

—Te agradezco la ayuda Jezabel.

—Por favor llámame Jez, Jezabel solo me llaman cuando me están regañando—carcajeó mientras se llevaba un mechón de su oscuro cabello detrás de la oreja.

Jezabel y Jane eran como el agua y el aceite. Físicamente, Jez constaba de un largo cabello tan negro como el carbón; con unas pequeñas ondulaciones al final de este. Las pocas veces que la había visto siempre mantenía esa coleta baja perfectamente peinada. Como me aborrecía la perfección. Tenía la piel mucho más clara que Jane, y poseía unos pequeños ojos color avellana que desaparecían cuando sonreía, y eso era la mayoría del tiempo. 

En cuanto a carácter nos referimos; el premio probablemente se lo llevaría la monjita. Su ceño fruncido cuando algo no le parecía o sus labios brillantes color caramelo haciendo un mohín cada vez que tocaba un tema que no era de su agrado, probablemente era lo que más podría divertirme al molestarla.

Siempre me habían gustado los retos, los obstáculos. Cuanta más dificultad tenía mi objetivo; con más ansias esperaba el premio. Jane para mí era el desafío más complejo que he tenido en meses. Todo su ser gritaban rabia e impotencia. Su forma de ser conmigo era totalmente opuesta a cuando se relacionaba con el resto de las personas. 

<<La presa perfecta.>>

Una presa muy entretenida para mí. Ya había perdido la cuenta de las veces que me la había imaginado perdiendo el control delante de todo el pueblo, que todos vieran a la Jane que ella me mostraba cuando estábamos a solas. Tan valiente y con ausencia de miedo algunas veces. La forma en la que sus cejas se juntaban en forma de molestia, sus labios apretados evitando decir groserías indignas de una chica tan educada como ella, el pelo levemente despeinado cuando caminaba enfadada. 

<<Realmente era tan excitante la forma en la que...>>

—¿Kenzo?

Parpadeé todavía ido y me recompuse en mi asiento dando vueltas a mi batido.

—Lo siento, estaba pensando en...—Esperó a que continuara la oración—Nada importante, ¿qué me estabas diciendo?

—Nada realmente relevante, solo...Bueno...—Ahora era yo el que la animaba a continuar a hablar.

—Puedes confiar en mi.—Podía escuchar a mi hermano llamándome hipócrita en mi cabeza.

—¿Nunca has tenido la sensación de que alguien cercano a ti te oculta cosas?

<<Todo el tiempo.>>

Vivir con el mayor traidor de la historia; con un ángel caído, el mal en cuerpo, me había hecho desconfiar hasta de mi propia sombra. Madre siempre lo decía; "Hijos míos, nunca creáis en las palabras que os dice vuestro padre, jamás seréis su prioridad y no dudará en ejecutaros a alguno de vosotros si es que lo considera oportuno. Os tenéis los unos a los otros y es con lo único con lo que podéis contar". 

Y que razón tenía. Confiar en Lucifer era venderle tu alma al diablo, nunca mejor dicho, nadie estaba a salvo, ni si quiera nosotros que habíamos sido sus creaciones y partes de él. 

—Supongo que todos alguna vez nos hemos sentido un poco así.—Ella negó y miró hacia otra dirección.

—Esta vez es diferente—apoyó su cabeza en la palma de su mano y cerró los ojos expulsando aire—la noto tan distante, tan...

Avaricia [#1 Pecados ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora