Capítulo 16: Cayendo en la tentación

1.9K 278 44
                                    

...La carne es débil y el pecado va en la sangre, cosa que nos hace más vulnerables a las tentaciones...


Pov. Adara

Cuando vi a Zarek levantarse e ir directo a lavarse, me sorprendí, nunca lo había visto asustado, sin embargo en ese momento eso fue lo que vi en él: miedo.

Me puse de pie y fui hasta él, coloqué una mano en su hombro, no sé que le hizo reaccionar así, pero me dolía verlo mal.

– ¿Estás bien? –pregunté, aunque sé que es lo más estúpido que pude haber dicho, era más que obvio que no lo estaba.

– ¿Siempre me he visto así cuándo cómo? –Su pregunta me cayó como un balde de agua fría, miro hacia la ventana y me doy cuenta, posiblemente haya visto su reflejo, y realmente no sé que responderle, así que me quedo callada.

Luego de unos segundos de silencio él se voltea, sus ojos se posan en los míos y entonces es cuando en mí se activa la señal para huir, sin embargo no puedo, me mantiene atrapada con su mirada.

Ni siquiera soy consciente del momento en que comencé a retroceder, tampoco de cuando me acorraló entre la mesa y su cuerpo.

De lo único que soy consciente es de cómo sus labios reclaman los míos con furia, de como su cuerpo se va acercando cada vez más al mío mientras su habilidosa lengua se abre paso entre mis labios, reclamando ser atendida.

Respondo a sus besos y es entonces cuando sus manos van a mi cintura y de un segundo a otro me encuentro sobre la mesa, separa mis piernas para posicionarse entre estas y yo me aferro a su cuello para que no rompa aquel beso.

Se separa por un momento de mis labios para recuperar el oxígeno, su frente está unida a la mía y se aparta solo unos pocos centímetros para poder quitar la sudadera gris que cubre mi cuerpo.

A su vista queda mi pecho al cual solo lo cubre mi sujetador color negro.

Cuando sus ojos se separan de estos y vuelven a chocar con los míos puedo notar que su mirada es oscura a pesar del color claro de sus ojos.

Vuelve a atacar mis labios y por un momento me replanteo que demonios estoy a punto de permitir.

< Adara, detente. >

Se hace presencia la vocecita de mi cabeza mientras esta vez sus besos descienden desde mis labios hasta la parte sensible de mi cuello sacándome un jadeo.

¿Quién demonios es Adara?

No tengo la más mínima idea.

Una de mis manos termina en su cabello mientras la otra se posa en su espalda y ladeo la cabeza hacia un lado para que pueda hacer mejor su cometido.

Sus manos se deslizan hasta mi pantalón y desabrochan el botón que lo mantiene cerrado, cuando sus manos frías rozan la piel caliente de mi vientre me estremezco y le siento sonreír sobre mi piel.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora