Capítulo 49: Lágrimas y sonrisas

1.5K 262 27
                                    


...Estamos tan acostumbrados a disfrazar el dolor que ya se nos hace normal el tener que fingir ante  otros...




Pov Zarek

Cuando vuelve a decir mi nombre no puedo evitar sonreír y atraerla a mis labios, la deseo, como no he deseado a nadie en demasiado tiempo, como si fuera esa luz donde me quiero fundir, esa cárcel de la cual no quiero escapar.

La acuesto sobre el sofá mientras aquel beso exigente continúa y su lengua busca la mía, beso la piel de su cuello y mis dedos apartan sus bragas, siento lo mojada que está para mí.

< Eso es pequeña. >

Acaricio su entrada y siento como todo su cuerpo se tensa bajo de mí y un pequeño gemido de dolor sale de sus labios, aparto mi toque y me levanto lo suficiente para perderme en ese color oscuro de sus ojos, mirándola, entonces beso sus labios, no con deseo, sino con ternura.

Me aparto de su cuerpo y tomo su mano enderezándola.

— No voy a hacerte daño, jamás —digo y sujeto su rostro entre mis manos, la miro preocupado—. Te deseo Adara —admito en un susurro—, pero sé perfectamente lo que he ocasionado en tu cuerpo, tanto el placer que te di como los resultados —Una de mis comisuras se eleva y le miro con maldad—. Te volveré a hacer mía cuando te vea caminar con normalidad.

— ¡Zarek! —Me regaña y siento cada músculo de mi cuerpo reaccionar ante la mención de mi nombre, haciéndome desearla el doble, beso sus labios, atrayéndola a mí, consumiéndola, muerdo su labio inferior y jadea.

— No me provoques Adara, porque cuando escucho mi nombre de tu boca recuerdo perfectamente la manera en que lo gimes para mí —Me aparto de su cuerpo para poder tener un mejor autocontrol.

¡Demonios! ¡Si que la deseo! Pero nunca le haría daño a la mujer que lo único que ha hecho desde el momento que me conoció fue ayudarme.

Jamás lastimaría a Adara.

Pov Adara

Primer día de vacaciones y literalmente la pasé dormida, tengo que recuperar todo el sueño que perdí mientras me preparaba para mis exámenes, me despierto y observo el reloj, son pasadas las 12 de la tarde.

< Tengo hambre. >

Y como si hubiese leído mis pensamientos veo a un suculento Zarek entrar en toalla a mi habitación, aún algunas gotas de agua ruedan por su pecho y maravilloso torso, su piel morena que hace que mi boca se haga agua, una sonrisa burlona aparece en sus labios y eso me da la señal de que me lo he comido con la vista lo suficiente.

Me tapo de pies a cabeza colocándome sobre mi costado de espalda a su dirección.

< Abejas, conejitos, flores, juegos de mesa. >

Trato de desvincular mi mente del deseable hombre que está en una misma habitación conmigo.

< Como si eso fuese posible. >

— ¿Que pasa pequeña? —Sus dedos recorren sobre la sábana que me cubre desde mis piernas, subiendo por mi cadera y hasta llegar a mi rostro.

< Esto es provocación. >

Siento ese deseo que me atrapa a querer poseerlo, mi entrepierna no está satisfecha pero si adolorida.

— No pasa nada, tengo sueño —mascullo.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora