Capítulo 27: Selene

1.6K 276 25
                                    

...Los recuerdos pueden ser la calma para un alma pero la tortura para otra ¿Por qué todo en este mundo debe ser tan relativo?...

Luego de escuchar aquella intensa investigación por parte de Esteban me quedé meditándolo un momento, y por más que las situaciones se me presentaban en la cabeza, simplemente no podía terminar de creérmelo.

— ¿Y tú crees que todas las leyendas son ciertas? —Le ofrecí una sonrisa socarrona—. Además, ¿cómo puedes estar seguro que lo que le han vendido al museo no es una copia o algo parecido?

— Muy fácil —dijo y sacó del bolsillo delantero de su pantalón una fosforera, la prendió y colocó debajo del papiro.

Mierda y más mierda, eso sí que lo confirmaba.

— No se quema —murmuré.

— Exacto, no lo hace —afirmó.

Traté de pasar el tema — Aun sigo sin creérmelo, por favor, eso implicaría que todas las leyendas de la antigua Grecia fuesen ciertas, sumándole los Dioses Olímpicos y...bueno, un montón de cosas que cambiarían la forma de ver el mundo.

— Por eso quiero encontrarlo —expresó—. Quiero saber si es cierto.

Bufé ante esto, y ahora a una molestia corría en mi interior.

— ¿Qué quieres? ¿Convertirlo en tu conejillo de indias?

— ¿Que?! ¡No! —Se sorprendió ante mis palabras—. Lo único que quiero es comprobarlo y...

Me levanté de mi asiento sin querer escuchar más.

— No quiero oírte —expresé—. En primera, no me creo nada de esto, y en segunda, si por algún motivo hubiese tenido a ese hombre, no te lo diría, creo que aunque fuese "encerrado" —hice comillas con mis dedos—. También sigue siendo una persona, y tú quieres tomarlo como experimento —hice una mueca de disgusto.

— Tu no me has dejado terminar de hablar.

— Eso es porque no tengo nada más que hablar contigo, me has preguntado, te he respondido, no se nada de esto y no quiero saberlo, adiós.

Sin decir más salí de aquella oficina dejándolo con las palabras en la boca.

¿Qué si creía esa historia que me había contado? La respuesta era sencilla:

No.

Es Zarek, y sé que ha pasado por mucho, pero no es un asesino y menos un violador, si fuera alguna de esas dos cosas ahora mismo no estaría contando el cuento, porque más oportunidades de las que a tenido para hacer conmigo lo que quiera no puede haber.

Yo le doy el beneficio de la duda.

Y hasta que alguien me demuestre lo contrario seguiré viéndolo como el atractivo Dios Griego misterioso que invoqué por culpa de la tonta de mi hermana.

(...)

Llegué a casa casi oscureciendo, abrí la puerta y la TV está prendida. Me acerco a esta y la apago.

— Zarek —Le llamo.

— Estoy en el patio —oigo su voz y dejo la mochila sobre uno de los asientos dirigiéndome a su ubicación.

Me recuesto del marco de la puerta mientras le observo con cuidado, está sentado en el suelo, mirando al cielo, como mismo había hecho la noche anterior.

— ¿Qué miras? —pregunto curiosa.

— La luna —responde y su mirada se dirige a mí, entonces sonríe, sonríe de esa manera sincera que hace que por un momento se corte mi respiración.

Me hace una ceña para que me acerque y me siente a su lado. Así lo hago, entonces todo queda en silencio entre ambos.

Por un par de minutos observo la luna llena, entonces volteo hacia él, su mirada denota añoranza y tiene un extraño brillo en sus ojos, como si estuviese recordando algo que le causa tristeza y alegría a la vez.

Entones a mi mente vienen las palabras de Esteban y mientras veo al hombre sentado a mi lado, lo confirmo, no puedo creerlo, él no es una persona que sería capaz de hacer algo así.

Su vista gira hacia mí y yo volteó con rapidez la mía.

< Te pillaron infraganti. >

Me dice la vocecita de mi cabeza y le doy la razón. Siento unas palmadas en mi cabeza y me sorprendo, mi mirada se dirige hacia él, y ahí está esa maldita sonrisa nuevamente.

¿Por qué tiene que verse tan bien con esa sonrisa?

Deja de palmear mi cabeza y ahora esa sonrisa alegre se vuelve neutra, mientras sus ojos cobran angustia y tristeza.

— Yo... —comenzó a hablar, pero se detuvo al instante, dudando—. Yo quiero contarte algo —dice y asiento.

— ¿Pero? —continúo, porque sí, se con certeza que hay un "pero".

Él desvía su mirada de la mía.

— Pero temo que te alejes de mí si sabes la verdad —admitió.

Y justo en ese momento me di cuenta, yo no sería capaz de alejarme de él aun si lo que me ha contado Esteban es cierto.

Simplemente por un motivo:

Zarek me necesita.

Me coloco de frente a él, llevo una mano a su cabello y comienzo a acariciar su pelo y jugar con algunos mechones, le veo cerrar los ojos disfrutando de las caricias, y esperando la respuesta a su comentario.

— Zarek, no importa lo que me cuentes, yo nunca huiré —aseguré y su mirada se posó en mí, intentando creerme, le ofrecí una sonrisa sincera—. A pesar de cualquier cosa, tú siempre vas a ser tú, ese Dios Griego altanero y sensual, poseedor del pecado, que le gusta la pizza y odia con toda su alma el café.

Entonces rió, soltó una carcajada ante mis palabras, y yo terminé riendo junto a él, su risa es alegre, niega con la cabeza ante lo que dije.

—  Solo por hoy te dejaré llamarme así, nunca nadie me había caracterizado de ese modo —aun en su rostro permanece esa sonrisa divertida.

Él se acuesta sobre el suelo, recostando su cabeza de mis piernas y lleva una de mis manos nuevamente a su cabello para que siga acariciándolo, así lo hago, y mientras mis dedos se escurren entre sus hebras castañas comenzó a hablar.

— En mi pasado, fui un gran guerrero de los Mirmidones —asentí al reconocer el nombre del pueblo plasmado en la Ilíada y la Odisea—. Nadie podía vencerme, luché junto a Aquiles, quien en ese tiempo era mi mejor amigo.

Eso me sorprendió, fue amigo del mismismo Aquiles, pero si eso es cierto, ¿por qué no se le menciona en ningún libro o historia?

Simplemente guardé silencio para que continuara su explicación mientras seguía con mis caricias a su cabello.

— La diosa Artemisa fue una figura maternal para mí, mis padres adoptivos me criaron como uno más en su familia —sentí como todos los músculos de su cuerpo se tensaron de repente y guardó silencio por unos segundos—. Fui feliz sin duda, sobre todo cuando a mi vida llegó Selene, mi esposa.

Y ahí mis neuronas comenzaron a maquinar, mientras ese nombre resonaba en mi mente.

¿Por qué puedo ver tus recuerdos, Selene?



__________________

Yo actulizando a las 12.00am:
-nmms a veces soy una cosa pero barbara 😎

Solo debo decirles que se les viene una bomba de información sobre el pasado de Zarek.

Por cierto, hay un mensaje oculto en el texto con respecto a Selene y Zarek😬

Quien logre descubrirlo voto en cada capítulo de una de sus historias ¿Les parece?😊

No tengo que preocuparme porque sé que pocos lo lograrán
͡° ͜ʖ ͡°

¿O tal vez si debería?👀

Sin más, nos leemos el lunes💜

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora