Capítulo 29: Tercera luna de junio

1.6K 278 22
                                    


...No sé si está bien que no tenga el más mínimo temor en ti, pero cuando todo lo que ha hecho una persona es sufrir, a veces que alguien esté de tu lado es el mejor regalo que puedes darle...



Repasé su historia en mi cabeza, y no me lo hubiese imaginado, Zarek parece tan fuerte, como si nada pudiese doblegarlo, como si no tuviese un pasado el cual recordar, como si nunca hubiese sufrido, pero ya pruebas tenía de que estaba equivocada.

— No sé que decirte, la verdad es que nunca pensé que te hubiese pasado algo así —admití casi en un susurro.

— Solo porque no mostremos nuestros pedazos rotos no significan que no estén ahí Adara —Me respondió, con un deje de temblor en su voz.

— ¿Quién la mató? —pregunté. Él se tensó ante esto y yo solo decliné ante mi curiosidad—. Tranquilo, no hace falta que sigas —aseguré.

Se hizo un silencio entre ambos, y sé con certeza que con cada palabra que decía le hacía recordar cada pedazo de su corazón roto, de vez en cuando sentía una de sus lágrimas caer sobre la piel de mis piernas, pero no me aparté mientras seguí con mis caricias.

— ¿Cómo terminaste en el pergamino? —pregunté.

— Yo, estuve muy dolido por la pérdida de mi esposa, y fui a uno de los santuarios de Artemisa, para pedir amparo a la diosa. Sin embargo cuando estuve al punto de llegar me encontré con Selene.

Eso me descolocó, ¿Selene no debió haber muerto?

— Era ella, su rostro, su cuerpo, su voz al llamarme, no podía ser otra. Incrédulo me acerqué y...era ella, solo que su cuerpo ya no sangraba, estaba viva —volví a sentir una solitaria lágrima caer sobre mi piel.

Él se levantó de la posición en la que había estado, sentándose de frente a mí, sus ojos depararon en los míos y vi temor en ese momento, duda ante lo que diría a continuación.

— Ella me besó y...terminé por hacerla mía —asentí ante sus palabras, mientras sentía algo extraño dentro de mí.

Me sentí extraña al ver aquel brillo en sus ojos al hablar de su esposa, también la tristeza que emanaba de su voz cuando recordaba.

De repente su estado de ánimo cambió abruptamente, entre confundido, dolido y algo de rabia.

— Pero cuando desperté lo primero que sentí fue algo viscoso en mis manos, al verlas me di cuenta de que estaban manchadas con sangre —tragué en seco ante esto, él miró sus manos y luego a mí, inspeccionando mis reacciones—. La mujer a mi lado no era Selene, era una de las arktoi de Artemisa, estaba desnuda, y su cuerpo había sido atravesado, en mi mano derecha había un puñal lleno de sangre.

Yo le escuchaba con atención mientras él explicaba, eso me pareció muy sospechoso, al notar que no me había apartado ni dicho absolutamente nada siguió con el relato.

— Entonces no pude soportarlo, ya era demasiado para mí, en el mismo templo de Artemisa...me apuñalé.

Sentí mi corazón detenerse ante aquella información, él se había tratado de suicidar, fue tanto su dolor que prefirió morir.

— Pero cuando estuve a punto de pasar al otro mundo, no pude llegar, sentí un fuerte dolor en mi pecho y abrí los ojos nuevamente mientras veía como Peón terminaba de sanar mi herida.

Sus ojos volvieron a cristalizarse y no me pude resistir, me arrodillé en el suelo e incliné hasta él, envolviéndolo en mis brazos mientras sentía un nudo instalarse en mi garganta ante lo que me contaba, sus brazos me rodearon y escondió su rostro en el hueco de mi cuello.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora