Capítulo 9: ¿Empezar de nuevo? Mala idea

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...¿Fuerte? Fuerte es la persona que te dice "Sigue adelante" cuando ella misma no puede avanzar...



Ahora mi casa se halla en completo silencio, y lo admito, es atemorizante, lo único que se oye es como la persona delante de mí y yo tragamos la comida...o más bien solo la de él, come con ansias, como si no hubiese mañana al que llegar.

– Amm...lo siento por ponerte a limpiar la vidriera –expreso apenada.

– No importa –dice él mientras sigue comiendo del pollo frito que terminé cocinando, claro, no le hace falta comer pero de zampa aquello creo que sin masticarlo.

– ¿Cómo aprendiste a hablar español? –cuestiono.

– La TV –aclara y ruedo los ojos, de verdad, hablar con él era exasperante.

Asiento con la cabeza ante su corta explicación la cual me deja con un solo pensamiento, el hombre musculoso y tentador, poseedor del pecado y la lujuria personificada es extremadamente inteligente.

Aprendió un idioma completamente nuevo viendo películas en inglés subtituladas al español en menos de 24 horas, eso se llama superpoder.

– ¿Y cómo aprendiste inglés? –De a pocas palabras pero le iba a sacar la sopa.

– ¿En qué siglo estamos? –pregunta de repente.

– En el XXI, ¿por qué?

– Suelo ser invocado una vez por siglo, las últimas tres veces fue por personas que hablaban inglés, ese fue suficiente tiempo para aprender el idioma.

¡Viva! ¡Ha dicho más de dos frases seguidas!, ¡todo un milagro!

Aprovecharé que está hablador.

– Pero has aprendido un idioma en menos de 24 horas, no necesitabas tres siglos para aprender inglés –analicé, ya que aun cuando lo invoqué su inglés no estaba muy perfeccionado, sin embargo hablaba muy bien el español.

– Digamos que mis señoras las únicas palabras que me dirigían era para ordenarme ir más rápido u otra posición, no tenía mucha referencia para poder aprender.

¿Y cómo me dejó esto? Exacto, helada.

Él era un servidor, estaba obligado a obedecer a las mujeres, sin embargo, con el paso del tiempo, las mujeres lo convirtieron no en un servidor, sino en un esclavo sexual.

– ¿Qué edad tienes? –pregunto, mientras siento mi pecho oprimirse.

– Unos cuantos milenios –expresa mientras se encoge de hombros.

– Te han utilizado durante tanto tiempo –Y solo entonces él separa la vista de su comida y se fija en mí.

Mis ojos comienzan a picar y me reprendo mentalmente por ser una maldita empática. Mi garganta comienza a arder causa de las lágrimas que estoy reteniendo, pero cuando mis ojos se posan en los suyos...exploto.

Lloro, lloro por ese hombre que no puede llorar, por ese ser humano que no puede permitirse verse débil ante nadie, porque sé que en el fondo no le resta la importancia que quiere dar a entender.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora