Capítulo 28: Selene y Zarek

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...Todos sufrimos, algunos más que otros, y sabes que te has vuelto invencible cuando ya no te quedan lágrimas por derramar...



— ¡Selene!, ¡espera! —Zarek corría tras la chica que había ayudado momentos antes, sin embargo esta no parecía darle mucha importancia a sus gritos—. ¡Selene! —tomó su brazo haciéndola voltear.

Cuando vio su rostro pudo notar las lágrimas sobre este, acunó su rostro entre sus manos y secó sus lágrimas, mientras sentía su corazón encogerse ante el rostro lloroso de la fémina.

— ¿No puedes dejarme en paz? —dijo ella.

Él le ofreció una sonrisa sincera.

— No, lo siento —La chica bufó—. No puedo darte mucho, pero puedes quedarte en mi casa por unos días, hasta que consigas alojamiento, mi padre está en otra región y a mi madre le gustará tener una compañía femenina, ¿te parece bien?

Selene lo meditó por un momento, de todas formas, no tenía a donde ir en esos momentos, al final asintió y juntos se dirigieron a su casa.

[...]

Seis meses después Selene seguía un poco recia a la convivencia con el insistente Zarek mientras aun su casa estaba en construcción por este.

— ¡Dame mi ropa! —gritó esta mientras correteaba al masculino quien corría con la ropa que ella había tendido al sol en la mañana.

— ¡No! —negó el carcajeándose por el rostro rojizo de rabia de la chica.

[...]

Seis meses después Selene seguía un poco recia a la convivencia con el insistente Zarek mientras aun su casa estaba en construcción por este.

— ¡Dame mi ropa! —gritó esta mientras correteaba al masculino quien corría con la ropa que ella había tendido al sol en la mañana.

— ¡No! —negó el carcajeándose por el rostro rojizo de rabia de la chica.

— ¡Zarek! —chilló ella cuando este levantó sus manos con la ropa no permitiendo que la tomara por su tamaño, la chica golpeó su espinilla, haciéndolo cojear por el dolor y agarrando la ropa.

— Eres una agresiva —Le dijo él frotándose el lugar del golpe mientras esta le sacaba la lengua.

[...]

— ¡Selene!

— Por Zeus, eres un gritón —Se burló ella mientras veía al masculino correr en su dirección.

Ya habían pasado tres años desde que se habían conocido, luego de que la fémina se liberara de su padre quien abusaba de ella, puedo recuperarse gracias a Zarek, ambos habían construido una casa para que viviese, y desde ese día se habían vuelto inseparables.

— Sé que te gusta hacerme gritar tu nombre —guiñó un ojo y ella le miró con incredulidad.

Rodó los ojos.

— Dime que tuviste suerte en la cacería.

— Por supuesto que sí —Se llevó una mano al pecho fingiendo estar adolorido por un objeto punzante—. ¿Acaso dudas de mis habilidades?

Esta le dio un golpecito en su hombro.

— Claro que no, vamos, ¿qué cazaste? —preguntó curiosa mientras trataba de ver la espalda del joven pero él se lo impedía.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora