Capítulo 35: Confianza a ciegas

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...No es que confíe a ciegas en ti, simplemente he decido marcar la diferencia y ser la primera persona en creerte...



— ¿Que necesitas? —Le pregunto.

— ¿No me vas a dejar pasar? —cuestiona al verme entrecerrar la puerta y yo niego.

— Mi casa está hecha un desorden —Me encojo de hombros.

— No importa —Si él supiese lo limpia y ordenada que soy no me hubiese creído.

— No creo que tengamos tanta confianza como para invitarte a pasar a mi casa anocheciendo —¿Que si mi actitud es arisca? Obvio que lo es, este ser quiere tomar de experimento a Zarek.

— De acuerdo —levanta ambas manos en señal de inocencia—. Solo quiero aclarar lo que pasó en el museo, no me dejaste explicarte.

— No quiero explicación.

— Ara.

— Esto me suena a una discusión de pareja, así que mejor lárgate.

— Escucha por favor, solo dame cinco minutos —Lo medito por unos segundos y asiento, él suspira con alivio—. Escucha, me entendiste mal, es cierto que tengo curiosidad, pero jamás usaría a una persona como conejillo de indias ni lo voy a encerrar en un laboratorio para experimentar con él, lo único que deseo es alejarte de lo malo, ya bastante has pasado.

Cierro los ojos tomándole paciencia, Elena y su bocota se abrieron, porque sí, Iria salió tan imprudente como su madre, eso quiere decir que va en los genes.

— ¿Elena te pidió que me cuidases? —pregunto y él hace una mueca, notado que metió la pata, niego con la cabeza ante esto—. No me lo puedo creer.

— Ella solo se preocupa por ti, y yo tampoco quiero que te hagan daño, siempre he querido ser tu amigo, pero tú no dejas que me acerque.

— Esteban, no quiero hablar de esto.

Él asiente con la cabeza — Tienes razón, no es eso lo que vine a decir —saca su teléfono y me muestra una foto, es un papel que tiene dibujado nada más y nada menos que el tatuaje de Zarek.

No me inmuto y le miro sorprendida.

— Es muy bonito el dibujo, quien lo dibujó tiene talento.

— Esto tiene alguna relación con el hombre del que te conté, pero aún no sé muy bien cual, lo encontré entre las páginas de un libro antiguo.

— ¿Sigues con eso? —ruedo los ojos.

— Tengo la impresión de que tú o Iria tienen algo que ver, así que como le dije a ella, si saben algo pueden confiar en mí, no permitiré que nada de esto les afecte, ¿ok?

Yo asiento y él frota mi hombro para luego dar media vuelta y marcharse. Me quedo sopesando por unos segundos sus palabras.

¿Eres peligroso Esteban?

No encuentro una respuesta a mi interrogante y decido entrar a la casa, veo a Zarek asomarse a la sala, lleva un pantalón de pijama y su torso desnudo, con una toalla se seca su cabello.

¿Cómo rayos puedes ser tan sexy?

Eso nunca lo sabré.

Pov. Zarek

Adara había ido a abrir la puerta y yo me dirigí al baño, abrí la ducha y me coloqué bajo ella, dejando que el agua caliente rodara por mi cuerpo y poder reponerme de mi clímax.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora