Capítulo 40: ¿Sueño?

1.5K 262 98
                                    

...Y cuando todo parece ir bien el destino te hace una pendejada...


[ Capítulo dedicado a: Rou_cham ]




Pov. Zarek

En cuanto pasé por la puerta fui directo a la cama y di la espalda al lugar donde duerme Adara, estabilicé mi respiración para que cuando llegara a la habitación pensara que estaba dormido.

Minutos después la siento acercarse. A pesar de tener los ojos cerrados soy muy capaz de escuchar cada movimiento que hace por la casa.

Ella se detiene frente a mí y acaricia mi cabello, con esa simple caricia siento que se me corta la respiración, me siento tan ¿extraño?

— No puedo imaginar lo que estás sintiendo, ni tampoco todo el dolor por el que has tenido que pasar —habla ella mientras sigue acariciando mi cabello—, pero quiero ayudarte, no estás solo en esto Zarek, nunca más lo estarás.

Su mano deja de brindarme caricias y se aleja, siento mi garganta arder y mi pecho oprimirse, mi rostro se humedece y por un momento me siento desvanecer ante sus palabras.

< Desearía que pudiese ser así Adara, pero lo más posible es que el destino decida separarnos. >

Pov Adara

— Que te digo que era una diosa —Le contaba a Iria.

— No puede ser, y yo que pensé que saldría desnuda o algo así.

— Lo mismo pensé yo.

— Hemos vivido engañadas —La melodramática de mi hermana se llevó el torso de la mano a la frente y reí.

— Pero realmente me preocupa Zarek —comenté.

— Lo sé —Mi hermana palmeó mi hombro—, ya verás como todo se soluciona.

— Miren a quien tenemos aquí —Oh no, esa oz impertinente, rodé los ojos y me volteé para encararla.

— Vaya, ya regresaste Erika, y yo pensando que las personas no volvían a donde no las querían —comenté.

Ella río junto a las tres sirvientas que tenía como "amigas".

— Dime, ¿cómo le va a tu madre? —preguntó—. Vino para tu cumpleaños, ¿o ni para eso es capaz de acordarse de ti?

Sentí una punzada en mi pecho, Iria sujetó mi brazo cuando me vio dar un paso hacia ella.

— Por lo menos la mía no es una zorra y yo no soy un pinche accidente —Una llamita ardía dentro de sus ojos, la miré con superioridad y una media sonrisa en mis labios—, además, creo que me equivoqué antes, creo que en parte te extrañaba, después de todo tengo que amar a los envidiosos, son los únicos que están pendientes de mí las 24 horas.

Ella solo se quedó ante mis palabras y trató de pasar por mi lado derrotada cuando tomé su hombro.

— Por cierto, ¿cómo está Álvaro? ¿Siguen juntos o ya te cambió por otra puta?

Esta se soltó de mi agarre con un movimiento de brazo y se fue.

— Boom, en tu cara perra —exclamó Iria y reí a carcajadas.

— ¿No que Keila y yo éramos las que veíamos memes?

— Lo siento, pero e que encajaba tanto —sonrió inocente.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora