Capítulo 44: Mi realidad

1.4K 275 51
                                    

...A pesar de nuestros problemas, estoy agradecidas de vivir mi realidad, junto a ti...



Miro a Adara desconcertado.

— ¿Qué le diste de intercambio? —cuestioné.

— Ese collar le pertenecía a mi abuela, me lo dio antes de morir, era el único recuerdo que tenía de ella —dice.

— Pero... —arriesgó algo tan importante para ella solo por volver a donde estaba—. Adara, yo... —Las palabras se quedan estancadas en mi garganta.

< ¡Demonios! >

Mi vista baja a donde nuestras manos siguen sujetas, ella al darse cuenta se apena y trata de soltarme, pero yo la atraigo a mi cuerpo, aprisionándola contra mi pecho, ella luego de un par de segundos me corresponde y suspiro aliviado.

Su cuerpo se siente cálido y agradable contra el mío, ahueco mi rostro en su cuello aspirando su fragancia dulce, se siente tan cálido, ella se siente a hogar.

— Gracias —expreso.

— No seas tonto, te lo prometí, no te dejaré solo.

Sonrío sin poder evitarlo.

— Yo te creo Adara, lo hago.

Pov Adara

Luego de haber vivido algo tan loco y agradecer de que es sábado muevo mis caderas al ritmo de la música mientras cocino y Zarek se da un largo baño.

Sigo bailando al ritmo de la música mientras recuerdo la pesadilla que viví, sonrío sin poder evitarlo, no puedo creer que Zarek se haya arriesgado tanto solo para traerme de vuelta.

Un agarre en mi cintura me sorprende, atrayéndome a su caliente cuerpo mientras ahueca su rostro en mi cuello.

— Me encanta como se mueven tus caderas —Sus labios rozan mi oreja y mi piel se eriza—. Sé dónde se podrían mover mucho mejor.

— Zarek —Le regaño y resopla.

Se aparta de mí, sentándose a la mesa, me volteo y al verlo se me escapa una pequeña risita.

Arquea una ceja en mi dirección.

— ¿Qué te causa tanta gracias?

Me recuesto de la meseta dejando que la comida se cocine en la olla.

— Es que, es increíble que hasta Morfeo te desee.

Él bufa y rueda los ojos.

— No me lo recuerdes por favor.

— Vamos, eres irresistible —Le digo burlona.

— Lamentablemente eres la única que no cae ante mis encantos —responde y su mirada choca con la mía, una media sonrisa se instala en sus labios y su mirada repasa mi cuerpo.

Trago en seco, esto me da mala espina.

— ¿Sabes? Ahora mismo acabo de pensar en 50 maneras posibles en que puedo sacarte más de un orgasmo seguido en esta cocina.

Mi boca se seca ante sus palabras y un calor comienza a cubrir mi cuerpo, porque estoy segura de que no está mintiendo.

Cierro mis ojos con fuerza.

< Hormonas, contrólense. > Me digo a mí misma.

Él se pone de pie y se acerca, mi ritmo cardíaco aumentó sin duda alguna, ¡¿por qué rayos me sigue poniendo nerviosa?!

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora