Capítulo 19: Día de compras ( ll )

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Le había elegido a Zarek varios pantalones (porque ni de broma me aguanto a este hombre con shorts en mi casa) y unas cuantas camisetas.

Luego de verlo desfilarse con unas cuantas ropas que pensé que le quedarían mal y de tener a un montón de menores hormonales viendo el show de moda me di por vencida de una vez.

Nada le quedaba mal.

Así que simplemente cogí ropa al azar y que se las probara para asegurarse de que les servía, tampoco iba a pagar por algo que no podría usar.

Cuando lo vi salir con aquel pantalón roto en las rodillas y esa camiseta negra que se acoplaba a su hermoso cuerpo junto a los tenis Nike, no puedo mentir, no podía voltear mi vista.

- Nos quedamos con eso -dije cuando llegó a mí.

Soy una masoquista de primera clase.

Ahora venía la parte sensible, la ropa interior. Miré algunas sobre los mostradores por unos segundos y tomé dos CK cuando sentí un agarre en mi brazo que tiró de mí.

Solté un pequeño gritito por la sorpresa, pero eso se convirtió en molestia cuando noté que Zarek había hecho que entrásemos al cambiador y en sus manos sostenía la ropa interior femenina de color oscuro que antes había querido que me probase.

- ¿Estás loco? -Le miré enojada, ¿en qué momento había ido por aquella prenda?

- No, quiero verte con ella -dice mientras me mira divertido, le hace gracias enojarme.

- Aunque seas un Dios Griego no necesito obedecerte ¿sabes?

Su ceño se frunce ante esto, llamarlo así ha sido mi escudo desde ayer, cada vez que aquellas dos palabras salen de mi boca es como si una barrera se pusiera entre ambos, y yo agradezco mucho esa barrera.

Antes de siquiera dejarlo pensar mucho le arrebato la ropa interior femenina y salgo del vestidor. Minutos después él sale, su mirada es seria y peligrosa, por lo que decido seguir de compras yo sola.

Dejo lo que he comprado hasta ahora en el recibidor pidiéndole a la chica que me lo guarde por unos minutos y pagando por la ropa que tiene mi acompañante puesta.

Salgo junto a Zarek, caminamos dos tiendas más abajo donde se halla una cafetería, entro en esta y veo a Keila quien trabaja de medio tiempo los domingos ahí.

Me acerco y ella se sorprende, posa los ojos en él y luego en mí para después ofrecerme una media sonrisa.

- Ya me preguntaba cuál era el alboroto que tenían todas las mujeres fuera, ahora veo de que se trata -comenta.

- Necesito dejarlo contigo por unos minutos en lo que termino de comprar, ¿puedes?

- Por supuesto -Esta vez su mirada viaja a él-. Zarek, toma asiento, ahora mismo te sirvo algo de comer.

Él solo asiente con la cabeza y se va a sentar a algún lugar, mi amiga me mira extrañada por su comportamiento y yo me encojo de hombros sin saber que decirle. Volteo mi vista hacia donde él ahora estaba sentado, en la mesa cerca de la pared de vidrio.

Suspiro y me encamino hasta sentarme frente a él, pero este no me presta atención.

- ¿Estás enojado conmigo? -pregunto y él no me responde-. ¿Es por no haberme comprado lo que querías? -sigue sin responderme-. Es... -Lo dudo por un momento-. ¿Es por decirte Dios Griego?

Su ceño enseguida se frunció y logré captar su atención.

- No quiero que me vuelas a llamar así -Esto me sorprendió, he escuchado muchos tonos en su voz, pero el enojo y desprecio no había sido uno de ellos.

- ¿Por qué te molesta que te llame así? -interrogo, pero no recibo respuestas-. Está bien, pero no sigas enojado, no sabía que te molestara tanto, disculpa.

Estoy arrepentida, tal vez aquellas palabras le hacen recordar algo, no encuentro otra escusa para su molestia por el sobrenombre.

Él baja por un momento su vista y suspira pesadamente, luego vuelve su vista a mí.

- No, el que se tiene que disculpar soy yo, te estoy tratando mal por algo en lo que no tienes nada que ver, lo siento.

- No importa, ¿entonces todo bien? -asintió y sonreí, me incliné sobre la mesa y revolví un poco su cabello.

Él cerró uno de sus ojos como acto reflejo ante mi mimo y volví a sonreír, en ese momento se vio ¿tierno? Parece que no solo tiene la faceta sexy y moja bragas en su interior.

- Regreso en un rato, ¿de acuerdo?

- Tranquila, no me moveré -asegura y sonrío una última vez antes de levantarme de mi asiento y salir de la cafetería para volver a la tienda y terminar las compras.


Diez meses después de la transformación de Mirra en un árbol, de debajo de su corteza, nacieron dos niños, ambos con despampanate belleza.

Artemisa había salido de caza y un siervo al cual perseguía la había guiado hasta aquel claro donde un árbol se erguía en su centro.

La Diosa apuntó con su arco pero algo la detuvo, el sonido del llanto de un bebé.

Se acercó cautelosa y rodeó el árbol hallando a dos pequeños de extremada belleza, uno lloraba y pataleaba, el otro estaba callado mientras miraba a su hermano.

La Diosa estuvo al punto de tomar entre sus brazos al pequeño lloroso pero se detuvo cuando el otro niño tomó uno de sus dedos entre sus pequeñas manitas y le dio un apretón.

Artemisa apartó su mano rápidamente, ese pequeño poseía una fuerza increíble. De repente el viento comenzó a soplar con fuerza trayendo consigo un leve olor a rosas. La Deidad tomó al segundo pequeño y se alejó de ahí.

Mientras tanto a aquel claro llegó Afrodita. Guiada por el llanto de un bebé se acercó al árbol y vio al niño. Embaucada por su belleza decidió recogerlo y llevarlo con Perséfone para que lo cuidara durante un tiempo hasta que ella pudiese hacerse cargo.

Aquel niño fue bautizado por la mismísima Diosa llamándolo Adonis.

Dos hermanos mellizos que fueron separados al nacer. Dos destinos completamente diferentes, pero sus caminos deberían volverse a unir tarde o temprano.


Luego de terminar las compras y haber salido de la tienda pude ver con claridad el enorme tumulto de gente, principalmente mujeres, que había frente a la cafetería donde trabaja mi amiga...

Y donde había dejado a Zarek.

Claro, deja al papucho en donde lo puedan atacar, ¿cómo se me ocurre?, a veces pienso que mis neuronas si debieron morir.

Me dirijo a paso rápido hasta allí mientras saco mi celular del bolsillo de mi pantalón.

- Vamos Keyla, contesta -pido mientras escucho el interminable pitido del tono.

< ¿Y si lo secuestraron, violaron y luego lo venden en tráfico humano? >

Definitivamente, debo dejar de ver la TV...aunque las primeras dos opciones parecen bastantes viables.

Después de unos diez tonos siento como descuelgan la llamada y lo único que oigo de mi amiga, algo mal gracias al gran barullo de las personas, es una sola frase.

- ¡AYUDA!




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Capítulo inesperado amigos😎

No puse frase arriba porque esta es la segunda parte del primero, es decir, es la misma frase que el capítulo anterior

Hoy estoy de buen humor y decidí subir capítulo, espero les haya gustado❤

¿Teorías?👀

Ahora sí, nos leemos el jueves💜

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora