Capítulo 18: Día de compras ( l )

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...Cuando sales con la tentación debes prepararte para que el pecado se les una...



- Genial -expreso fastidiada mientras busco algo que el Mr. Sexy pueda ponerse para salir de la casa, obviamente no podía ir en el pijama de papá.

Venga ya, que, aunque le queden bien no voy a permitirlo.

- ¡Eureka! -exclamo cuando hallo un par de pantalones de mezclilla viejos de mi padre, un par de tenis azueles algo desgastados y una camiseta desmangada como si acabase de hallar la cura para todas las enfermedades del mundo.

No era una ropa de marca, pero sirve.

- ¿Ya? -oigo la voz de Zarek y volteo, cuando lo veo me tapo los ojos y le extiendo el pantalón.

¡¿POR QUÉ DEMONIOS INSISTE EN CAMINAR COMO DIOS LO TRAJO AL MUNDO POR MI CASA?!

¡¿NO SABE QUE MI CORAZÓN ES SENSIBLE?!

< A lo mejor solo te quiere dar un infarto y luego enterrar tu cuerpo. >

- ¿Qué haces? -pregunta divertido mientras aun le extiendo la ropa.

- Ponte esto -ordeno, le debo parecer ridícula mientras tapo mis ojos.

- Deja de hacerte la tonta, como si nunca me hubieses visto así -Me ofendo por un momento causando que baje un poco mis manos para enfrentarlo.

De inmediato me arrepiento y me doy la vuelta dándole la espalda, segundos después le oigo resoplar.

Es que Keyla había hecho un trabajo estupendo, ahora tenía un aire más juvenil e imponente, y yo juro que si me volteaba le iría a arriba y no me lo comería a besos precisamente.

Él me arrebata la ropa pero al contrario de lo que pensé noto que la deja sobre el colchón de la cama y segundos después siento como sus brazos rodean mi estómago, atrayéndome a su pecho.

Permitiéndome sentir otras cosas. Trago en seco.

Ahueca su rostro en mi cuello y siento su respiración sobre mi piel.

- Preferiría no ponerme nada -besa mi piel sensible haciendo que me erice-. ¿Qué tal si nos quedamos aquí todo el día?

Algo me decía que no era para hacernos mimos.

- Lo siento, pero por mi salud mental debes ponerte esa ropa -trato de que mi voz suene autoritaria para que no se dé cuenta de que realmente su petición me fascinaba.

< No debo caer ante sus encantos. >

Me recuerdo a mí misma, pero es que es muy difícil, en serio, no sabía que tenía tanta fuerza de voluntad hasta hace un par de semanas.

Él da un último beso en mi piel y se separa.

- De acuerdo, puedo hacerlo cuando regresemos -Oh no, creo que hoy me quedaría con Iria y lo mandaría solito de vuelta.

Sí, soy la más estúpida de todas, no me cabe la menor duda.

Yo bajé a la sala para esperarlo, unos cinco minutos fueron suficientes para que bajase y me diera un infarto.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora