Capítulo 25: Puedes confiar en mí

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...La confianza trae muchas cosas consigo, cuando confías en alguien le das el poder de traicionarte, pero después de todo el mayor de los riesgos es no arriesgarse ¿verdad?...



Pov. Adara

Mientras aquel ser se aferraba a mí con urgencia, le abracé y comencé a darle palmaditas en la espalda, tratando de que sus sollozos se detuvieran.

Cuando por fin paró de llorar y su respiración volvió a la normalidad sus brazos se relajaron alrededor de mi cuerpo, sin soltarme aún.

Por un momento pensé que se había quedado dormido, debía encender la luz así que traté de levantarme, cosa que no funcionó.

— No te vayas —Esas simples palabras salieron de sus labios con la voz rota, y fue suficiente para permanecer ahí, permitiendo que me siguiese abrazando hasta que fuese necesario.

¿Cuánto tiempo estuvimos así?

No tengo idea, posiblemente una media hora.

Decidí que era momento de prender el breque y me puse de pie, curiosamente él se levantó y se abrazó a mi espalda, no permitiendo que me fuese muy lejos.

Tampoco el avanzar muy fácil.

En ese momento me pareció un niño pequeño asustado, buscando el amparo de su madre tras pensar que en su armario había un monstruo.

Siguió así hasta que salí de la casa al porche.

— Hágase la luz —expresé antes de prender el breque y que la luz dentro de la casa volviese a iluminar la oscuridad.

Le sentí suspirar con alivio haciendo que su aliento chocase en mi cabello.

— ¿Estás mejor? —pregunté.

— Sí, lo siento —mencionó y me soltó de su abrazo.

Ambos entramos pero antes de que pudiese irse muy lejos le detuve.

— ¿Quieres hablar de lo que ocurrió?

Pareció meditarlo por unos minutos mientras aún me daba la espalda, luego volteó hacia mí — ¿Puede ser después?

Le solté y asentí con la cabeza.

— Por supuesto, cuando estés listo, solo espero que sepas que puedes confiar en mí —Antes de que dijera cualquier cosa coloqué uno de mis dedos sobre sus labios en señal de que guardara silencio—. Sé que es difícil —mencioné y su rostro me dejó claro su sorpresa—. Sé que has pasado por mucho, y que has aprendido a no confiar, pero espero que después de tanto tiempo, yo pueda ser la primera que se gane ese mérito.

Él solo asintió con la cabeza y se dirigió a la puerta trasera, saliendo al patio.

Será una noche bastante incómoda.

Suspiro con pesar y me asomo a la puerta que ha dejado entre abierta, recostándome del marco de esta, le observo mientras medito el estado en el que lo encontré.

¿Qué habrá sucedido para que tuviese ese ataque?

Zarek, eres el misterio más grande que ha podido llegar a mi vida.

Y si lo pienso realmente, no sé quién eres en verdad.

El hombre poseedor del pecado personificado.

El adorable chico que le gusta la pizza.

La persona dolida por el paso del tiempo.

O tal vez el hombre con un pasado incierto pero seguramente doloroso.

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora